Son las 10:08. El despertador sonó a las 09:15 pero yo lo escuché cuando más me apeteció. Hoy es fin de año. ¡Que va! ¿En serio? Pues sí. Pues no lo parece. Estas navidades la verdad es que no parecen navidades. No sé si es porque Abel Caballero no quiso poner luces de navidad en la calle Pizarro este año, o porque cada vez se me contagia más ese espíritu antinavideño de la familia. El caso es que es fin de año y no estoy nervioso, ni ansioso, ni siquiera me molesté en comprar una nueva corbata de muñequitos ni nada, habrá que repetir. Aún así estoy contento. Que no lo sienta no quiere decir que no me guste.

Esta mañana tenía intención de ir al gimnasio, pero no llego a tiempo, así que no voy. Limpio un poco, ordeno y cocino huevos fritos con patatas y salchichas. Un poquito de comino, mozzarella, pimiento, sal,... Muy rico. Durante mi momento de cocinillas ocurrió algo que me pareció muy curioso. Me sentí un poco como un perro al que premian con una galletita por no hacer pis en la puerta del vecino. Te cuento. Mi tío (hermano de madre), es una persona muy peculiar (en el peor sentido). Ya le escribiré una carta por aquí a él porque esto tiene tela. Generalmente, cada cierto tiempo, me da una paga (aparentemente desinteresada) de 20€, sin embargo, ya hacía algún tiempo que no me daba nada. ¿Por qué? Pues porque mi bien amada señora fue receptora de una información que mi tío le proporcionó sobre su propia vida. Para que te hagas una idea: mi tío es cobrador en un periódico. Su trabajo consiste en ir a bares o lo que sea, que se hayan suscrito al periódico y reciban uno o varios ejemplares al día, y cobrarles esa suscripción. Hasta ahí bien. Pues al parecer, un día fue a cobrar a un bar. Como siempre se dirigió al dueño y éste, como en muchas ocasiones, se hizo el despistado. ¿Cuál es el problema en este caso? Pues que el dueño es sudamericano. Su frase, con otras palabras, fue: "En tu país no lo sé, pero aquí estamos en España, y en España se paga, así que si te quieres quedar ya sabes lo que tienes que hacer". Como comprenderás, después de conocer esto, y para más de que se lo haya contado a mi señora, que apenas conoce, sin tapujos y con una sonrisa en su cara, pues casi que yo dejé directamente de hablarle...

Bien, ese fue el motivo por el que dejó de suministrarme esos 20€. Sin embargo, hoy es fin de año y no está de más reírse un rato, por lo que mientras cocinaba procuré meterme con él. Él estaba sentado mirando (ya sabéis que cocinar no es trabajo de hombres, es cosa de mujeres y de maricas...) y yo dije mientras pelaba una patata: "¿Sabéis de qué me acabo de dar cuenta? De que esta mancha no es de la patata. Antes fui al baño y al limpiarme el culo se me resbaló el papel y me manché, y con la tontería me olvidé de lavarme las manos". Me encanta. Su cara de asco era un poema y al ver que "estornudaba" encima de la sartén y que me restregaba los mocos por el brazo empezó a decir que no quería de mi comida, así que yo, tan sincero como amable, lo invité a irse a comer a su casa. Al final, al ver que yo me reía (lo que no sabía era que me reía de él), me dio 20€ en recompensa por mi buen humor. Pobre ignorante.

Después de la comida con ese saborcillo especial (a comino eh!), llegó la tarde. Él se fue a rascar los coj**** a su casa y nos quedamos los tres (mamá, papá y yo) cocinando la cena. Fue una tarde muy tranquila (cocinando y terminando de componer una canción) y cargada de buen humor. Incluso en la frutería, cuando fui a por una piña para el postre. La frutera me dijo que estaban todas verdes y yo le dije: "No sé, dame la más madura, yo no entiendo de piñas...". "Yo tampoco", me dijo (la frutera no entiende de piñas...). Me dio una y me dijo que si estaba muy verde, que la metiera en el microondas, le diera de palos, patadas contra la pared y ya vería como maduraba rápido.

Más tarde llegaron los invitados: primero Jaime (el de los 20€), después su hermana Meli, Fide (su marido), Diego (hijo de ambos) y Chencho (padre de Fide). Fue un poco el royo de siempre, cenamos y a las 23:00 empezamos con el postre. El cambio de canales era constante. El tiempo empezó a pasar rapidísimo hasta que en 2 minutos llegaron las 23:57. Todos con las uvas preparadas. Antena 3 preparada y la gente hablando en la mesa tan alto como si estuvieran a metros de distancia. Empiezan los cuartos y mientras yo lo anunciaba a gritos, la conversación seguía. Una centésima de segundo antes de terminar los cuartos se hace el silencio. Te pongo el diálogo que surge en ese momento:

[A3]:-"¡¡Donnggg!!".
[PAPÁ]:-"¡¡Primera!!".
[YO]:-"¡Las campanadas!".
[MAMÁ]:-"¿Pero ya empezaron?".
[A3]:-"¡¡Donnggg!!".
[MELI]:-"¿Ay, pero, ¿ya están con las campanadas?!".
[DIEGO]:-"Jajajaja...".
[YO]:-"¡Clarooo!".
[A3]:-"¡¡Donnggg!!".
[MELI]:-"¡¡CAMBIA DE CANAL!! ¡¡CAMBIA DE CADENA JOSEEE!! ¡¡¡CAMBIA DE CANAL!!!".

En ese momento, papá coge el mando para subir el volumen ignorando a mi tía, pero se equivoca, y mientras todos teníamos la cuarta uva en la boca, mi padre cambia de cadena a TVE. Diego y yo llorábamos de la risa pero lo peor fue cuando oímos: "Y ahora vienen las campanadas!!!: ¡¡¡Donnggg!!!". En Santiago de Compostela ya había gente en ambulancias por atragantamiento de uvas, otros ya borrachos, otros hartos del 2010, y en Madrid, en la Puerta del Sol, aún no habían empezado a comer uvas. El ataque de risa fue tal que automáticamente tuve que parar de comer. Mi primo y yo parecíamos dos hamsters llorones, con los mofletes llenos de comida. A las 00:05 conseguí comerme las 12 uvas. Más vale tarde que nunca.

La cosa iba rodada, y el licor café también, pero, a pesar de haber empezado bien, el año continuó mal. Mi perro Boris no sabía dónde meterse porque no soportaba el ruido de los petardos, y de imprevisto surge una discusión Jaime-Meli. Sinceramente no me interesa el contenido, aunque me atrevería a darle la razón a Jaime, sino la forma. Gestos de amenaza, miradas de odio y de asco, pero lo peor, los insultos. En ese sentido Meli se comportó como un buen ser humano, Jaime no. En mi casa no está permitido llamar "payasa", "tarada" y "subnormal" a una hermana. Me dio mucha pena que se hubiera marchado ella indignada... Ya hablaré más sobre esto.

Me vestí. Trajeado con mi corbata negra de "Rock Deluxe" y salí a la aventura. Sala de fiestas: Maui. Compañía: mi señora dama, Guille, María y sus amigos. Todos personas maravillosas. Por supuesto, Don Julián también nos acompañó. Encender ese puro siempre da una agradable sensación de cambio. Hubo fotos, muchas (incluso alguna en la que no salí tan mal, sorprendentemente), hubo baile, mucho, y alguna copa. Fue una noche estupenda que se hizo corta, que en realidad sentí como un sábado especial y no como un buen fin de año, pero que me encantaría poder volver a repetir antes del 2011. Sobre este año que ya llegó, te seguiré contando otro día...





*Javier Santalices*