“E L C I R C O”
Nunca había llegado a nuestra ciudad un circo de tal envergadura. Su nombre, solemne, majestuoso, respetable “Águilas Humanas”.
¡Fue un sueño! Los muchachos llenos de curiosidad nos congregamos en la pampa de don Salcedo, sitio elegido por los cirqueros para armar su enorme carpa y dar a la ciudad uno de los espectáculos, nunca antes visto. Todo, absolutamente todo, nos perecía extraordinario. Los hombres: altos, fornidos, de bozo dorado, de piel tostada por el sol y dialecto nunca escuchado por nosotros, parecían los dioses mitológicos de nuestros libros de lectura. Las mujeres: beldades de misteriosos y extraños rasgos; piel canela, rojizas melenas; vestidas con largas y multicolores faldas, unas, con ceñidos y sensuales pantalones, otras. Vistosas y pequeñas casitas de lona, instaladas a un lado de la gran carpa. Jaulas con animales raros, vistos por nosotros solamente en las películas de Tarzán. Era la presencia de un nuevo mundo en nuestra apacible y querida ciudad.
La vi por primera vez dentro de la casita de lona verde. Desocupaba baúles y sacaba mantas, almohadones, ropa y las esparcía sobre el piso. Era rubia, muy linda, de enormes ojos verdes, bajo su blusa blanca se aprisionaban sus senitos de limón, caminaba descalza como acariciando la tierra con sus piecitos adolescentes.
Recuerdo me miró, ¡Si…si me miró! Cómo me puedo olvidar sus dulces ojos claros, suave, linda su mirada, su cuerpito canela y menudo –La virgencita del Cisne debió ser así, cuando chiquita.
Más tarde, en la primera función la pude ver en traje de baño, hacía peligrosos jugueteos sobre el lomo de una robusta cebra. Mi ferviente amor por ella, no ha desmayado, ni desfallecerá nunca. La quiero, la recuerdo y eternamente la extraño. Es mi primero y único amor. Nunca supe su nombre, pero debe ser dulce, tierno, cariñoso. Cada día la recuerdo más ¡como me duele su ausencia! Su presencia siempre me acompaña y me alumbra. Muchas veces me ha enseñado, protegido e incitado a realizar peligrosos, deslumbrantes, temerarios lances, en el frió y resbaladizo trapecio de la vida.
Los Moco’epavo, vecinos del barrio, nos reunieron a todos los muchachos con el propósito de organizar un circo de iguales o mejores características del que nos dejó impresionados y lacerados los corazones. A diferencia que el nuestro, por obvias razones, debía ser : pobre, criollo y sedentario. Las condiciones de los artistas no permitían una “vida de gitanos” . El nombre no fue necesario pensarlo mucho, saltó, fluyó en forma natural y lógica “Águilas del Sur”.
Se trastornó, nuevamente, nuestro barrio. Todos anhelábamos ser parte de la “troupe” de actores, dirigidos por los prematuros empresarios del espectáculo. Los hermanos Moco’epavo y Cia. Al principio no me pareció muy atrayente la idea, mejor dicho no tenía interés por nada, mis días se habían reducido la hecho de añorarla y desear con todas las fuerzas de mi ser, volverla a encontrar. ¡Luego entendí! Ahora mi sueño es, ser artista de circo, aprender, capacitarme, especializarme y salir en su busca. Si es necesario hasta el fin del mundo, hasta encontrarla ¡ ya saben ustedes … a quién!.
¡ Y empezó el circo !
El primero y gran reto que nos planteó la nueva empresa fue financiar la compra de los implementos básicos.
-Virgencita del Cisne, tú sabes que es para un buen propósito, dijo Moco
Carlos.
-¡ Si… di que si ! Virgencita
- ¡Cincuenta…nada más! No te preocupes. Como ves, Chico virgen está de
testigo. Los vamos a contar con toda honradez, ni un sólo real más. El res
to no lo topamos, son tres lo charoles de limosnas que te han dejado los -
morlacos y peruanos. Tomarás en cuenta que solamente es préstamo, Vir
gencita, en Agosto que regresas a Loja, , te devolvemos ¡La plena!.
Patojo Manuel, sapo José, Margarito y Panela fueron los primeros reclutados para que limpien, pinten y pongan a punto el cobertizo, hasta hace poco, y hoy, sede del primer circo “madem in Loja” .
Los repasos fueron duros, tediosos, se requería mucha concentración y perseverancia. Hubieron momentos de mucha tensión, sufrimientos y hasta humillaciones. Nos aludían de mala manera a nuestras madres, por cualquier desconcentración o error. Mandraque Castro, responsable artístico del circo, exigente y perfeccionista al máximo le llegamos a tener verdadero pavor al momento que nos evaluaba el trabajo. Las muchachas, las bailarinas y trapecistas, lloraban luego de una reprimenda de Mandraque.
Empezaron a verse los primeros resultados. Canuto es ahora un contumaz payaso, su sola estampa produce una contagiante hilaridad: flaco, alto, encorvado, nariz roja, cachetes pintados y zapatos exageradamente largos. Se deja ver que vive con más alegría, regocijo y plenitud su disfraz, que su realidad de niño huérfano y pobre.
Las diez bailarinas y las quince coristas, que están a cargo de la Sra. Blanquita, ex prostituta, cuyos bártulos del oficio los colgó, no hace mucho tiempo. Han sido convertidas en un enjambre de insinuantes, pero inocentes criaturas.
El tieso Gonzalo, admirable imitador de Leonardo Favio, hubo que recuperarlo de las manos de los iracundos campesinos del Plateado, los que lo sorprendieron ordeñando furtivamente una burra. Su propósito, leche para hacer gárgaras que le permitan una mayor claridad de voz.
Apache Espinosa, afiló, por ambos lados todos los cuchillos de mesa, acabando con el escuálido menaje familiar. Pronto se convirtió en un experto lanzador de puñales. Los arroja con sutil puntería a los límites de la humanidad de la miope Maruja, la que adosada a un tablero, por su escasa visión, no se mueve, ni inmuta a la llegada vertiginosa y destructora de los filudos rejones.
A la panzona Carlota, hubo que internarla de suma urgencia en el hospital, el obsesionado deseo de llegar a formas 90-60-90 la tiene sumida en una severa anorexia. Habrá que reemplazarla con otra bailarina.
El Negro Cabezas fue el primer destituido del grupo. En veinte y más sesiones de hipnotismo, no logró hacerlo dormir a nadie. Ni al Abuelo Arias, respetado y famoso por su pereza.
Mi comandanta Zaruma, poco a poco se está recuperando de la patada en los testículos que le propinó el caballo de Don Goyo. Mi comandante está obsesionado en hacerlo parar al garañón sobre un pequeño cilindro de madera.
El viejito sobreviviente de la banda de Naún, único adulto del grupo. Cada dia nos sorprende con su infalible puntería. Dispara su revolver 9 m.m. con
excepcional acierto, hacia un globo plástico sujeto a la cabeza de Calzoncito Flojo, su entenada.
Pescuezón Castillo, hábil e intrépido trapecista. Luego del diario entrenamiento concurre con sorprendente puntualidad al “consultorio” de don Siete Espíritus, curandero de la vecindad. Su aflicción, hernia inguinal, secuela de un brusco empellón con motivo de ruptura de uno de los extremos del trapecio mayor, desde donde se precipitó a tierra la trompuda Mariana, compañera de cabriolas del bizarro herniado.
Chico Virgen no experimentado mayores cambios con motivo de los entrenamientos circenses. Pálido, de manos largas y blanquecinas; voz gruesa y hablar claro y pausado; peinado con brillantina y raya a un costado; circunspecto y de elegante caminar:. ha tomado con extrema responsabilidad su papel de Maestro de Ceremonias. Al sastre Gaona se le ha encargado la reducción del terno de casimir negro, donado por la “people de la USA” –Así dice chico. Y que se lo “cruzó” el Señor Obispo Hugo Lino, su jefe.
El resto de la constelación de artistas, en mayor o menor grado están listos para hacer su debut. Existían una que otra dificultad - como en toda organización de seres pensantes – Dijo el grandote Guillermo Mora. Pero que no son de mayor trascendencia, como por ejemplo que el Patojo Manuel, que no es capaz de desenvolverse en nada. Necio reclama y otras veces suplica:
- ¡Quiero ser artista…!
Llegó ¡por fin! el día añorado. Se nos anunció que luego de ocho días, esto es el último domingo de éste mes de mayo y en honor al dia de la Madre, será la función de estreno.
El día era esplendido, claro, soleado y sobre todo alegre. Excelente para el festejo a nuestras madres y extraordinario para el debut de un circo ciento por ciento lojano, de nuestro circo. Titánica obra, ahora, de todos los pobladores del barrio Zamora.
A las once de la mañana, en la esquina de las calles 10 de Agosto y Olmedo, sonaban unos enormes parlantes, gentilmente cedidos por Dn. Manuelito. Se escuchaban, principalmente, marchas marciales las que eran interrumpidas por Chico Virgen, para anunciar:
- El circo “Águilas del Sur” en honor a las madrecitas lojanas, tienen el honor de invitar al culto público a la función de debut, ¡hoy! ¡si hoy! Tres de la tarde. Venga con su familia y admire a una constelación de artistas de la localidad: payasos, valerosos trapecistas, contorsionistas, equilibristas, prodigiosos magos, caballos amaestrados, lanzadores de cuchillos, estupendas bailarinas, etc., etc. Recomendamos comprar, con anticipación, los boletos en la tienda de las Srtas Esparza, local muy conocido en donde se expende, cotidianamente, la sabrosa fritada ARNISTA. Los precios son completamente populares. Se sugiere, así mismo, concurrir con media hora de anticipación con el fin de evitar aglomeraciones y más molestias.
Más allá, al finalizar la calle 10 de Agosto y junto al mismísimo río Zamora, que también es parte distinguida de nuestra vecindad . Se alza el circo “Águilas del Sur” que hoy se apresta a dar a Loja, un espectáculo de creatividad, de ingenio, de sacrificio y unión. Matizados con la más pura ingenuidad y ternura de niños y adolescentes
Supimos que se agotaron las entradas. Los dirigentes de nuestra empresa de espectáculos dispusieron a Pavo de a Real, a Memo Palacios y a Pipas, guardianes y encargados de ingreso del público, den prioridad para que entren los moradores del barrio. – El resto, así hayan comprado entradas, no pasarán, éstas serán habilitadas para el próximo sábado
Efectivamente, a las dos y cuarto el ayer establo y ahora cede del grandioso y colosal circo, estaba repleto de punta a punta. El bullicio de los presentes; la música, pasodobles, principalmente. Todo eran augurios de que la función iba a ser sin precedentes. Nunca se había dado en la ciudad un acontecimiento de ésta magnitud.
Allí estaban ellas, las madres del barrio, en primera fila. Cada una había llevado su respectiva silla, conforme les habíamos solicitado, motivados por la situación financiera del circo- Todas estaban lindas- como no va a estar, si son nuestras madres.
La Patoja Targelia se ha ubicado en el centro de las damas. Se la nota tranquila, sosegada, mansa y apaciguada. A ella no hay como llamarla por el apodo. Al Chapa Ochoa lo envió al hospital en una ocasión que jugaban fútbol la selección del barrio. Hasta los 45 mm del segundo tiempo empatábamos con los alverjeros – nuestros tradicionales rivales- luego de una heroica jugada del Pive Navas , se anotó el gol del triunfo.
- ¡¡ Goool !! ¡¡ golazo!! ¡¡ Patoja, Patojita gool!! – grito el Chapa, al tiempo que la abrazaba.
A la Patoja se le desfiguró el rostro, fue como si el cuerpo se llenara de una onda y criminal rabia y sin medir las consecuencias alzó un pedazo de ladrillo y con descomunal fuerza lo estampó sobre la humanidad del estupefacto Chapa. Para de inmediato reconvenirle
- ¡Chapa confianzudo, anda a ponerle apodos a la puta de tu madre!
Paró la música y todos callaron. Ávidos de espectáculo los ojos de la concurrencia se dirigieron a presenciar la entrada al centro de la platea, de chico Virgen, maestro de ceremonias el que dio la bienvenida a los concurrentes y anunció el inicio del acto. Previo al himno a Loja, el mismo que fue coreado por todos los asistentes.
Retumbó por los aires los acordes del pasodoble nacional “Sangre Ecuatoriana” inmediatamente salimos los trapecistas, equilibristas, domadores, lanzadores de cuchillos, contorsionistas, etc., etc. Con aire solemne y pausado; elegante caminar, pero abstraídos, como para darle mayor solemnidad al espectáculo. Los payasos y las bailarinas rompieron el protocolo y pusieron la nota de alegría, tan pronto como hicieron su ingreso.
El trapecista, Pescuezón Castillo: pantalón rojo, tipo torero; blusa floreada; llamativas manillas con decorados metálicos, se había colocado en las muñecas; cinturón de boxeador y calzaba negras botas de tela. Camina junto a la Trompuda Mariana, su compañera de aterradores lances. La misma que repuesta de sus magulladuras, luce un diminuto traje de baño, de dos piezas, color rojo sangre y zapatillas de valet, negras.
Apache Espinoza, el temerario lanza cuchillos. Vestimenta de indígena saraguro, corona de encantadoras plumas. Camina descalzo, lleva en una pequeña alforja , no menos de cincuenta relucientes y filudos cuchillos. Junto a él y asida, disimuladamente, al brazo va la Tuerta Maruja, ataviada de un llamativo taparrabos y en su frente plumas de princesa apache.
El Comandante Zaruma, cabalga el caballo de Dn Goyo. Pañuelo con los colores de la bandera de Loja, en la frente. Botas de gaucho argentino, cedidas, generosamente, por su padrino el Che Godoy. Pantalón azul y pechera celeste.
También desfila , el Viejito sobreviviente de la banda de Naún. Uniforme verde olivo, charreteras doradas, emblemas de comandante. Descomunal revólver al cinto. Cruzado el pecho con cananas repletas de balas. Calzoncito Flojo, su despampanante entenada. camina con dificultad esposada de manos y pies. Luce un insinuante traje militar, estratégicamente roto, que descubren su pecho y piernas de fémina excepcional.
De pronto suena estrépito un silbato que ordena la terminación del paseíllo de presentación. Lo que trunca la posibilidad de seguir describiendo al resto de desfile
Sale, nuevamente, Chico para anunciar la actuación del -Apache Toro con Sueño, el que lanza cuchillos sobre un tablero, a escasos milímetros de donde posa la virginal princesa apache Nube en el Ojo- Se apagan las luces y se prenden con fuego la parte superior de los cuchillos, que previamente han sido forrados con franelas. Estos son lanzados raudos hacia el tablero. La Tuerta Maruja, no se turba. La falta de luz, unida a su fuerte miopía, la aíslan por completo, de la cruel realidad que le asecha. El público aplaude, se pone de pie. Muchos de los concurrentes cierran los ojos, cuando el indio vuelve a arrojar una lanceta. Otros se tapan los oídos en la seguridad de que la modelo caerá dando gritos y atravesada de un filudo cuchillo. Nuevas ovaciones, vivas, calurosos aplausos. Apache fulgura.
A la par que se vuelven a encender las luces. Asoman los payasos que ahuyentan la muerte como por arte de magia.
- ¡ Ja ja… je je ! Miren como me piernan las tiemblas
¡ ja aja …lo que me suenan no son campanillas, son las marimbas de mi
mujer
Luego de tamaña insolencia, corren tras la cortina roja, de donde acabaron de ingresar.
Nuevo anuncio de Chico Virgen:
- Señoras y señores, preparémonos para con un fuerte aplauso recibir al “Halcón de las Nubes Lojanas” y su compañera, la única, la sin par, la intrépida heroína de los trapecios del austro ( del verdadero austro, no del falceta de los morlacos) la inigualable ¡ Mujer Fronteriza!
-¡Tum, tum, tun! – redoble de tambores y más aplausos
Asciende raudo, Pescuezón Castillo hasta lo más alto del circo. Al trapecio mayor, lo sigue fugaz, la Trompuda Mariana, la que se coloca en las cumbres, en el segundo trapecio. Ahora los dos valerosos están en sus sitios. Se persignan y empiezan su temeraria actuación.
-¡Bravo! ¡bravo! – gritan los primeros exaltados
El Pescuezón y la Trompuda, comienzan a mecerse, poco a poco, hasta lograr topar con sus cuerpos, los respectivos extremos de la carpa. Cada uno en su trapecio.
- Se suplica a los concurrentes hacer silencio, no emitir gritos, ni moverse de sus asientos. Una insignificante desconcentración sería fatal para los artistas. Así mismo, prevenimos, a cualquier persona del culto público que tenga problemas cardiovasculares, se sirvan no presenciar éste acto para evitar fatales complicaciones. La empresa no asume ninguna responsabilidad al respecto. Gracias – concluyó Chico Virgen.
Sonó un disparo y la genial trompuda se soltó del trapecio, flotando por los aires y contorsionando su cuerpo, fue a parar en manos de Castillo. Aplausos y más aplausos. No parando de mecerse, vuelve la sin par Mariana a abandonar por los aires su actual puesto, para volver a posarse en su original columpio. Nuevas ovaciones, gritos, flores, besos, para los gimnastas. El espectáculo comienza a tornarse en monumental, en grandioso, en admirable, en bello e inolvidable. Pescuezón y la Trompuda empiezan su ingreso a la inmortalidad. Nuevo disparo de Mandraque, con el que dispone a los ilustres volatineros, descender a tierra. El público está trémulo, inmóvil, …tarda minutos en reaccionar.
- Agradecemos y apreciamos, sobremanera, los aplausos del culto público lojano y les comunicamos que luego de la deslumbrante actuación del Halcón de las Nubes Lojanas y la Mujer Fronteriza. Ellos volverán en la segunda parte de ésta apoteósica función. A continuación nos complacemos en poner a vuestra consideración la actuación del “Chilalo del Sur” el que con sus melodiosas y sentidas canciones, reiterará nuestra admiración y gratitud a todas las Madrecitas, aquí presentes- dijo Chico
Era incontenible, realmente, y desde el inicio, mismo, del espectáculo, como el Patojo Manuel, rogaba, insistía, exigía que lo dejen actuar - ¡patojo, no seas necio!- le rogaba Chepino Pepe Mora – Para la función del próximo sábado te prepararemos y seguro saldrás a la platea
Del centro de escenario nos llegaban las canciones que el tieso Palacios, interpretaba “ Yo le pido a Dios rezando que mi mama no se muera, que viva junto a mi rancho como estampita siquiera …” Hombres, mujeres, niños lloraban, si, lloraban con las canciones del Chilalo del Sur. La Patoja era una de las más sensibles. De rato en rato suspiraba profundo y disimuladamente secaba las lágrimas, que como perlitas de plata, rodaban por sus mejillas.
- ¡Se salió el Patojo! ¡ Agárrenlo! ¡ Deténganlo!- gritaron Mandraque, Los Moco, Chepino .
¡Fue demasiado tarde…! El Patojo se paró en medio del ruedo, miró a un lado, miró otro. Se detuvo, para con ojos fijos y sobre todo dulces, identificar el lugar en donde estaba su ternura, su querencia. En otras palabras, su madre.
Caminó unos pasos hacia delante, llenó de aire los pulmones, alzó los brazos y clavó su mirada en los ojos negros de su amada. Para gritar duro, fuerte, muy fuerte y pausado
- ¡¡ V i v a l a P a t o j a T a r g e l i a !! ¡Carajo¡
Fue estrepitosa la risa que causó entre el público la actitud del Patojo Manuel. La aludida estaba sorprendida, sobrecogida, estupefacta, daba pequeños pasos hacia adelanta, hacia atrás. Miraba arriba, abajo, a un lado, a otro . Hasta que se decidió trozar contra el suelo la silla de madera que ocupaba. Hízoce del madero más grande y corrió en busca de su retoño. El ingenuo viéndose amenazado y como fiel conocedor de las ejecutorias de su madre, partió despavorido hacia lo alto del circo.
La concurrencia reía a más no poder, el circo se transformó en un alegre manicomio. ¡ De pronto! …todo empezó a temblar en forma imperceptible, primero, y luego con real evidencia.
Los pocos que inicialmente se dieron cuenta, se miraron entre sí. La algazara paró de súbito. Vino un gran suspenso. Ahora, todos sentíamos como nos balanceábamos.
- ¡Ay ¡ ¡Ay! ¿Qué pasa? – gritaron unos. Levantándose en busca de la salida.
- ¡Tranquilos! ¡Tranquilos! No pasa nada- decía Chico Virgen, turbado y nervioso.
-¡ Temblor! Si Dios mío ¡ Temblor! ¡Temblor! – gritaron todos
Efectivamente, siendo las 16h:30 del último domingo de mayo, lo que inicialmente creíamos era un simple temblor, se transformó en un movimiento sísmico de grandes proporciones, que segó la vida de miles de hermanos. Aquí nomás, en la parte norte del Perú, en donde fue el epicentro.
- ¡Virgencita del Cisne…ayúdanos! ¡Terremoto! ¡Terremoto! - Volvieron a gritar los concurrentes, a tiempo que salían despavoridos a las calles…sin atinar que hacer… o, a donde huir.
-¡Diosito! ¡Protégenos! ¡Ayúdanos!- imploraban, lloraban. Impresionados y presas de un terrible pánico.
De improviso, se escucho un terrible estruendo. Todos creíamos que se partió la tierra.
- ¡Señor! ¡Bendito Dios! ¡Virgencita del Cisne! ¡Ayúdanos! – gritamos todos
El horror era general, los gritos de angustia eran desgarradores, tétricos. No se podía distinguir si los eran de humanos o animales. Habiendo pasado algunos minutos nos pudimos dar cuenta que el estruendo había sido provocado por la violenta y aparatosa caída, de un enorme tanque metálico, otra hora, depósito de gasolina y en cuyo interior se había escondido el fugitivo Patojo.
El movimiento terráqueo, no paraba . Se comenzó a percibir un fuerte olor a caucho quemado.
-¡¿ Qué sucede?! ¡Señor, hágase tu voluntad! – exclamamos. Para inmediatamente tendernos en cruz y que el buen Dios, disponga de nosotros.
-¡Fuego! ¡Fuego… se quema el circo! – gritó alguien de entre la multitud
- ¡Corran! ¡Por favor salgan! ¡Salgan! – suplicaba Mandraque
Poco a apoco, el movimiento se fue aplacando. El circo ardía en inmensas lenguas de fuego. Todos nos miramos estupefactos, inmóviles. Hasta que alguien gritó:
-¡ Los bomberos! ¡Por favor…llamen a los bomberos!
Efectivamente, el Tnte. “Rotuto Silva” vitalicio comandante del Benemérito Cuerpo de Bomberos de Loja, llegó al mando de todo su regimiento, que no pasaban de nueve legendarios, viejos y barrigudos héroes de la Casaca Roja.
En cuestión de minutos, todo retornó a su habitual tranquilidad. Nuestro circo, es ahora un montón de humeante basura. El viento se lleva cruel, implacable y sin destino: cenizas y quimeras.
- ¡ ¿Y yo?! Yo la sigo extrañando ¡Ustedes ya saben a quién!
Piura, noviembre de 1994
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