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A Sebastian no le importa que el sol brille y se instale en la parte más alta del cielo. Él camina por calles grises y nubladas. Sus hombros se ven caídos. Sigue adelante sólo por hacerlo. El no está cansado de vivir, simplemente está harto de sobrevivir. Muy dentro de sus entrañas sabe que no le puede ir peor. Pero ya está cansado de hacer esfuerzos sin obtener resultados.
Sebastian perdió su fe en un volado. Y la esperanza en un burdel de focos rojos. Así que está seguro que el viento no volverá a soplar a favor. Ya no cree en momentos cercanos. Estos pensamientos se esfumaron con la última experiencia que tuvo, la misma en la que volvió a equivocarse.
Ya se cansó de culpar a todos de su suerte. Puede engañar a todos. Pero no puede seguir mintiéndose. Ya no quiere empezar de nuevo. La voz que escucha en su mente, desde la infancia, ha hecho que siempre se quede atrás.
No entiende porque fastidia a todo lo que se acerca y que no quiere perder.
Los años para Sebastian se han marchitado. No estima que tiene todavía un buen trecho que caminar. Ya perdió toda esperanza de ir por un sendero mejor.
En la soledad, Sebastían se ha fastidiado de ver las gotas de lluvia caer, mientras espera que el viento sople en otra dirección. Él se siente fuera de sitio y de todo lugar. Durante mucho tiempo ha estado en donde no debe estar. Se ha quedado ciego. No ve nada, no importa que lo que busca se encuentre tan cerca de sus sentidos y tan lejos de su corazón. Ya presta atención al juego, prefiere escapar.
Quiso ser rebelde y fue reaccionario. Y por ello, volvió a perder otra oportunidad. Simplemente se escapó de sus dedos, como el aire o la arena del mar. Sebastian pensó que podría seguir enfrentándose a todo y todos. Y al final de cuentas… simplemente cayó y se dejó pisotear. No entendió que no era recomendable arrastrarse por una caricia o por una simple mirada.
Sebastían perdió su apuesta en el laberinto de la droga y el alcohol. Perdió el volado en la maquinaria de la incertidumbre y se envolvió entre la encrucijada del miedo a la felicidad y a estar solo. Y no quiso ver que la peor soledad se encuentra si no se siente en soledad, estando con él mismo.
Ahora se interna en el camino sin barreras ni regreso. Con el simple deseo de volverse a encontrar….
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Texto agregado el 31-12-2009, y leído por 94
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Lectores Opinan |
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31-12-2009 |
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Un buen relato. Ojalá que Sebastian no seas tu mismo, es lo único que digo. Saludos. jonathanc |
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