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En memoria de quien fue un gran amigo, publico este cuento, que seguramente pocos o casi nadie conocen. Lo escribió nuestro compañero cuentero Lobomexiquense, una noche cuando le dije que estaba desesperada porque, aunque le había solicitado a varias personas que me escribieran un cuento en el que se destacara el valor del trabajo, no había recibido nada y el plazo para entregar el capítulo a la editorial estaba por vencerse. En un gesto de querer ayudarme, él me prometió que no dormiría esa noche hasta que yo tuviera ese cuento y pudiera someterlo ante el juicio de los editores. Acostumbrada a leer anécdotas humorísticas para adultos de parte de nuestro amigo, confieso que me sorprendió recibir este hermoso cuento para niños. Cuando le notifiqué que la editorial había aceptado su cuento, él no podía creerlo y pensó que eran bromas mías. En fin, que hoy día, el cuento figura en la serie escolar Mundo para todos (6to grado) de Ediciones SM (una importante editorial en el mundo escolar). Lo dejo aquí para disfrute de todos ustedes.

La hormiga vanidosa
©2006, Humberto Zamora Cabrera (QEPD)
(Lobomexiquense)

Yo no nací para ser obrera, decía en voz baja una pequeña, pero vanidosa hormiguita, mientras caminaba hacia donde estaban sembrados los hongos, cuyo cultivo permitían alimentar a todo el hormiguero.

Tampoco me inscribiré en la academia militar, para ser una simple hormiga soldado, cuya única misión en la vida es proteger a los flojos pulgones, sólo porque dan ese jugo azucarado a las hormigas.

Yo aspiro a ser la reina de todo, nací para ser grande.

Esos pensamientos tenía, cuando la voz de una vieja hormiga la espantó, por no esperarla tan cerca de ella.

—Hormiga menor —,fue lo que la anciana pero aún fuerte hormiga le dijo—¿por qué vas caminando tan lento?
—¿Lento? No hermana mayor, no voy lento, sólo estoy aprendiendo a caminar como reina, como lo que voy a ser.
— ¿Tú la reina? No me hagas reír, pero si eres la más irresponsable de todas las hormigas jóvenes.
— ¿Irresponsable, yo? No, claro que no, sólo han sido accidentes, a cualquiera le podría pasar.
—No a cualquiera, te pasaron a ti.
—Nunca pensé que los pulgones pudieran ser atacados por las otras hormigas del hormiguero vecino.
—Tú estabas de guardia y te dormiste.
—Estaba cansada, todo el día coseché hongos.
—Tal vez, pero ya estaba encima el invierno y todas teníamos que trabajar más horas, y tú te dormiste, por eso los pulgones dejaron de producir alimento muchos días, y se salvaron porque tus otras compañeras los defendieron lanzándoles el ácido fórmico a las invasoras.
—Bueno, sí, pero a cualquiera le puede pasar.
—Sí, también dejaste de ponerles pequeñas hojas a los hongos, y se perdieron muchos de ellos.
—Cierto, pero nadie me dijo que tenía que ponerles las hojas. Adivina no soy—dijo altivamente la hormiga joven.
—Siempre tendrás pretextos, para no hacer las cosas bien, no entiendo cómo quieres ser reina, si no eres ni buena hormiga por lo menos.
—Las reinas no trabajan, sólo reciben alimento, por eso son las reinas.
—¿Piensas que la reina no trabaja? ¿Eso crees? ¡Qué equivocada estás!
—Claro que no trabaja, insistió en forma obcecada.
—¿Conoces el trabajo de la reina?
—Bueno, no exactamente, pero conozco, porque lo he hecho, el trabajo de las obreras, de las hormigas soldado, de las que alimentan a las larvas, que algún día serán hormigas, así que conozco todo, lo que hay que conocer.
—¿Quieres conocer a la reina?
—¿Te burlas de mí? Nadie se puede acercar a la reina.
—Yo sí, le dijo la hormiga vieja, así que hoy verás su trabajo, no porque merezcas ese honor, sino para que sepas realmente respetar a la madre de todas nosotras.
—¿Me llevarás al fondo del hormiguero, donde está la cámara real?
—Sí, vamos ya, dijo la hormiga mayor, al tiempo que la empujaba con sus antenas, que permitían la conversación que habían tenido.
—Esta es la cámara, entremos; ¿qué esperas?
—Pero aquí vive la reina, ¿no se molestará?

La hormiga veterana empujó nuevamente a la hormiga que quería ser reina.
El espectáculo era hermoso: una hormiga muy grande estaba al fondo de la cueva, muchas pequeñas hormigas casi corrían en su entorno, al lado se veían cientos de pequeños gusanos, que no eran otra cosa que las recién nacidas hormigas, llamadas larvas.
La reina volteó y fijó su mirada, en los recién llegados, saludando con una pequeña inclinación a la más madura.
—Fíjate en su trabajo, dijo secamente la hormiga grande.
—La aspirante a reina, se quedo impresionada, la reina depositaba en forma constante gran cantidad de huevecillos, cinco no, once, no, no, veinte...la hormiga joven perdió la cuenta.
La reina permitió ser observada, sólo de vez en cuando volteaba hacia las visitantes, su trabajo no le permitía ninguna distracción, pues sabía que el hormiguero dependía de la cantidad de huevecillos que ella depositaba en unas hojas debajo de ella.
La hormiga grande, se retiró lentamente, teniendo ahora que halar materialmente a la ahora sorprendida hormiga joven.
—Has visto su trabajo, dime, ¿crees que podrías hacer eso, con lo inmadura que eres?
—La hormiga pequeña, balbuceando preguntó, por medio de sus antenas, ¿no descansa nunca?
—No, nunca, desde que se arrancó las alas y fundó este hormiguero; también renunció a salir por el resto de su vida, de la cámara real.
—¿Alas? ¿ella volaba? ¿nunca más saldrá?
—Ella era una hormiga con alas, y voló en busca de tener una pareja, la consiguió y regresó sola a crear este hormiguero.
—¿Y su pareja?
—Murió al poco tiempo, había ya cumplido su misión, por eso ahora te vuelvo a preguntar, ¿quieres ser reina?
La joven hormiga, quedó pensativa y contestó poco después.
—No, creo que no, pues al ver a la reina, haciendo su trabajo, he comprendido, la razón por la cual, las obreras trabajan con tanto empeño, por que las hormigas soldado, luchan con toda valentía, y porque la pareja de la reina, muere después de estar con ella.
—¿Sí? ¿por qué crees que hacen todo eso?
—Todas somos importantes, la reina, las obreras, los soldados, los pulgones, todos hasta los hongos, somos una sociedad, y una sociedad es un equipo, todos hacen cosas diferentes, pero todos trabajan para un mismo fin.
—¿Y cuál crees que sea ese?
—Vivir, contestó la joven hormiga.
—La hormiga vieja, empujó ahora suavemente a la pequeña hormiga y le dijo, has dado tu primer paso para ser una reina.

La joven hormiga notó que algo empezaba a crecer en su espalda, parecían unas pequeñas alas. La hormiga vieja movió las antenas entusiasmada, había preparado a una futura reina.

Texto agregado el 29-12-2009, y leído por 438 visitantes. (13 votos)


Lectores Opinan
20-02-2012 Que emocionante .Vilma, quede con pena despues de leerlo. pantera1
12-07-2010 Descansa en paz amigo. Las personas que dejan algo a la posteridad, parten tranquilos a su morada eterna. Este cuento lo confirma. El_Quinto_Jinete
29-06-2010 Bello cuento. Gracias por compartirlo de esta manera. ***** arethusa
27-06-2010 1* MARDUK-FIRE2
01-02-2010 Ay lobito fuiste un grande y lo seras alla arriba tambien dios te tenga es su gloria mis************************** brillantes para tu cielo. Gracias Dainini por esta entrega besitos para ti amiga NILDA yo_nilda
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