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Un pájaro herido cayó al depósito de agua del Teniente coronel Fidalgo; dando sus últimos estertores con las propias alas quienes acariciaron la pared de granito, para recién luego ahogarse. Cuando Fidalgo abrió la canilla una pluma de improviso salió quedando atascada a merced del exterior.
Entonces resolvió el problema de falta de lapicera pudiendo concretar la ansiada carta que dará comienzo a un nuevo golpe de estado.
Es una proclama que hará extensa a otros extrayendo fotocopias de la misma.
Luego de cumplida la tarea Fidalgo marchó hacia el coche, encontrándose con un neumático totalmente desinflado; enseguida llamando a la grúa del seguro, que con él atrás, dentro de su rodado, hiso recorrer la ciudad en busca de un lugar donde resolver el asunto. Siempre pensando en las consecuencias de tan férrea actitud subversiva de querer destronar la prestigiosa democracia.
Pero una piedra se estrelló contra el parabrisas, lo que no impidió continuar la marcha,
siguiendo obnubilado observando la rajadura crecer sobre el vidrio.
Aun así sus ojos irritados adquieren el color del diablo, del borracho recién despertado de dormir.
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Texto agregado el 29-12-2009, y leído por 170
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