Desde ese día sólo hubo desencuentros.
El teléfono fue el único testigo al que insultar
y las paredes, melladas por mis puños,
guardaron silencio.
tus ojos se cruzaron alguna vez con los míos,
nuevamente pero en desencuentro,
sin querer ver la sonrisa expectante
y la palabra escondida.
Desde entonces
no podría haber más cosas en mi cuarto
además de un garabto tuyo en la pared,
recordándome ese amor que no fue
y el encuentro que ya no sería
Texto agregado el 28-12-2009, y leído por 128
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Lectores Opinan
25-04-2011
Me gusta como escribes,tu estilo es diferente.
Mis estrellas son tuyas******
Victoria 6236013