Un rostro rojo,
un anciano furioso se transforma.
Con el tiempo ya no duerme,
se enciende su cama, con el frio de la soledad.

Oportunidad de reencontrar,
a aquella musa.
Esa que en sus ojos puedes todo ver,
tan claros como la saliva, como la vida misma,
goteando desesperada... Que vida ¿no?.

Muerto y viejo,
aún con ganas de más.
Con todo lo que quieras tener,
con todas poderte acostar.

Aún no es lo mismo...
no siento nada de verdad,
¿Se me ha escapado la suerte?
Ella aún viva está,
mientras yo aquí arriba,
sin poderle acariciar.

Espero a que el tiempo muera,
para tenerte aquí conmigo,
volverse joven e ignorante,
tan solo dejarse llevar por miradas.
Hagámoslo hasta que la próxima vida inicie,
y terminar quemados en nuestra excitación.
Como siempre debió ser.