No desearas a tu padre Cap. 17
La voz de Joaquín llamo a Porfirio, el tolete recorrió los barrotes de las celdas cercanas avisándole que se acercaba el momento.
 ¡Porfirio López , a sesión –grito Joaquín con un dejo de indiferencia pero dentro de él se alegraba por el momento esperando que la vida por fin le diera tregua a aquel hombre.
Porfirio dio los últimos trapazos a sus viejos zapatos y el estomago se le inundo de emoción, Leonardo ya curtido por los años tomo del hombro a su amigo y le deseo en silencio toda la suerte del mundo.
Porfirio salio custodiado por Joaquín siguiendo el protocolo de prisión; siguiendo la línea amarilla, no era el momento para rebeldías.
Aquellos instantes se hicieron eternos, Porfirio repetía en su cabeza la lección repetida una y otra vez junto con Leonardo, el miedo es eterno compañero de los hombres, y en aquel momento ahí en aquel espacio, el miedo invadía en su totalidad al pobre de Porfirio.
Aquellos metros y las puertas de seguridad se hicieron eternas, apenas unos minutos y a Porfirio le parecieron siglos, sus pasos resonaban no solo en el eco de las frías paredes del presidio, también lo hacían en la cabeza y en la historia de aquel desgraciado, aquel momento era quizá decisivo, siempre dejo que la vida lo llevara hacia donde quisiera y en ese momento Porfirio se hacia cargo de su destino.
La puerta final crujió sus aldabas para abrirse y ahí detrás los rostros fríos de quienes determinarían, según su juicio erróneo o no el futuro de él, que nunca en su vida deseo tanto que la fortuna y la buenaventura estuviesen de su lado.
Camino despacio, como si con su lento caminar les demostrara que estaba en paz y que no quería más guerra con el mundo o con el resto de la sociedad, no fingía, ni actuaba, nunca aprendió toda su conducta derivaba realmente de su corazón…
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