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Inicio / Cuenteros Locales / 3dgar / Cthulhu, Dios del Caos y La Destrucción

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Bitácora Nº114, 21 de enero de 1969:
“Justo como me lo habían descrito; ante mis ojos se erguía majestuosa una extraña pirámide.
Llegué a ella con la información que había recogido a lo largo de los años de investigación que tomó llegar aquí.
Creo estar totalmente cerca de un descubrimiento asombroso que cambiará totalmente la forma de pensar de la raza humana; pero necesito más provisiones y unos cuantos equipos de investigación por lo que descansaré y continuaré mañana”


-Eso es todo lo que encontramos sobre Jhon Harrington—dijo el oficial de marina— Solo firme aquí y tendrá en su poder el manuscrito.

-Si, claro. Gracias, oficial.

Hace unos cuantos años mi tío Jhon Harrington nos había dicho a nosotros, sus leales aprendices de marinero, que se había topado con una isla, la cual se empecinaba en encontrar durante tanto tiempo. Pero nos pidió que nos quedáramos en el embarcadero y que sólo él fuera en esta aventura. Le pregunté el por que y me había respondido que necesitaba de una tripulación de apoyo para cuando llegara allá y dijo que sería una pérdida de tiempo que le acompañáramos.
Todos tuvimos que aceptar de mala gana solo por que él era el capitán. El caso es que, ya han pasado 3 años desde la desaparición del capitán y la tripulación y yo ya estábamos decididos a investigar que le había pasado a el capitán.
Como yo era el de más alto rango después del capitán quedé al mando de la tripulación; nadie se opuso por que sabían que estaba en lo correcto.
Después de 3 días de preparación en los que tuvimos tiempo de ajustar los desperfectos del barco y tomar provisiones para un largo tiempo ya que no sabíamos que nos esperaba.
Yo, por mi parte, había tomado las coordenadas y apuntes que mi tío había dejado en un mapa que hallé en su casa. Este dichoso mapa mostraba la ubicación exacta de una isla que se encontraba en el Océano Atlántico a unas considerables millas de Cabo Blanco.

-¡Bien! ¿Listos para partir? Entonces, muévanse que será un largo viaje.

-¡Si, señor!—Había respondido la tripulación— al mismo tiempo el primer oficial, mi viejo amigo Tommy se me había acercado para preguntarme algo.

-¿Tienes idea de que nos espera exactamente en esa isla?

-Honestamente, no. Pero estoy seguro de que mi tío no se habría arriesgado solo por una tonta leyenda. ¿No crees?

-Si, ¿pero que tal si nos sucede lo mismo que a él?


-Solo Dios sabe nuestro destino, amigo mío. Así que déjate de tonterías y ponte a trabajar que recién empezamos.

-¡Si, señor! Solo dime el rumbo que tomaremos.

-Seguiremos en línea recta hasta la isla de mercantes y luego viraremos a estribor rumbo al oeste.

-¡Está bien Paul!— Dijo Tommy enfilando rumbo a toda marcha—

Dos días después de haber comenzado nuestra travesía, me había despertado por los gritos del vigía que pronunciaba las gloriosas palabras: ¡Tierra a la vista!
Subí arriba a ver y efectivamente una enorme isla de exuberante y frondosa vegetación se encontraba allí justo frente a nosotros.
Pocos minutos después desembarcamos con todo lo que podíamos necesitar en nuestros bolsos y manos. Yo tenía aún en mis manos el mapa perfectamente detallado de la isla, tal como mi tío planeaba su viaje; seguimos el mismo trayecto, pasando por toda la jungla hasta llegar a un lugar en el que la vegetación era tal, que no permitía llegar los rayos del sol al suelo.
Ante nuestros ojos estaba ahora la gran pirámide que había mencionado mi tío en el manuscrito que me habían dado. Era impresionante, debería de tener unos 10 metros de altura y cada lado media aproximadamente unos 100 metros. Pero lo más extraño era que no tenía una entrada, al menos visible. Por lo que decidimos excavar por debajo de ella.
Mi tripulación constaba de 15 marineros expertos, además de ser totalmente leales a mis órdenes y muy capaces.
Al mediodía ya habían llegado muy profundo, hasta que uno de ellos dijo que había agua. Y así era; supuse que era un río subterráneo, por lo que les dije que trajeran todas las cosas y se preparan para sumergirse.
Así lo hicieron todos, y luego de un largo trayecto nadando, llegamos a una gruta en donde había tierra firme. Todos nos dispusimos a explorar lo que parecía ser un templo.
Extrañados mirábamos las extrañas figuras en los muros a lo largo del camino. Intuí que sería la historia de la antigua tribu que habitaba esta isla, ahora en total abandono.
Puedo decir que era algo parecido a hechos cronológicos que explicaban el origen de la isla y mostraban a un ser al cual ofrecían sacrificios en signo de adoración. Todos estaban tan impresionados como yo.
Continuando con nuestra expedición, llegamos hasta una extraña puerta gigante de piedra sólida.
Tommy me dijo que tal vez debería de haber un interruptor o mecanismo para abrir la puerta. Supongo que lo único que hice fue buscar a un lado de la pared para encontrar el mecanismo de apertura y efectivamente, debajo de una espesa capa de musgo se encontraba una muesca en la roca que presioné y así como así, la enorme puerta se había abierto.
Miré las caras sonrientes de la tripulación que con ojos brillosos corrían hacia dentro del templo; extrañado por la actitud de los hombres, observé adentro y descubrí el por que de su enorme alegría. Todo el lugar se encontraba repleto de oro, piedras preciosas y cualquier tesoro valioso que alguien pudiera desear.
Cada uno de los marineros había tirado todas las provisiones de sus bolsos y se encontraban cargando todo lo que podían llevar de aquel glorioso lugar.
Yo ya había fijado mi atención en un tesoro que se encontraba justo en medio del templo, sobre un pedestal. Era algo parecido a una llave, pero enorme; de oro puro con incrustaciones de rubíes y diamantes y con una extraña figura grabada, algo parecido a un pulpo hecha de esmeralda.
Sin que nadie lo notara, tomé mi preciado tesoro y lo metí en mi mochila; pero al momento de hacerlo se escuchó en lo más profundo del templo una puerta abriéndose; produciendo el mismo estruendoso sonido que había hecho anteriormente la puerta de piedra que habíamos abierto.
Todos apuntaban sus miradas en dirección al oscuro rincón de donde provino el ruido. Me quedé congelado al contemplar a lo que había salido lentamente y con pasos pesados de aquel portal.
Al principio no habíamos visto nada pero al acercarse a la zona donde nos encontrábamos, el ser fue totalmente iluminado por la luz de las antorchas que se encontraban en los muros.
Sería muy difícil describirlo completamente, pero lo recuerdo como un ser totalmente fuera de lo común; debía de medir unos dos metros y medio como mínimo. Su cuerpo era totalmente abominable, con piernas y brazos desproporcionadamente grandes y el torso cubierto por una especie de armadura y su cabeza asemejaba a la forma de un pulpo, justo igual que la imagen que observé en la llave de oro.
Todos gritaron del terror que producía tal abominación, a solos unos pocos metros de distancia. Nos apresuramos a sacar nuestras armas y a darle con todo lo que teníamos, pero parecía que no servía de nada, ya que la creatura seguía avanzando en nuestra dirección, hasta que le lancé una granada, cosa que lo detuvo por unos instantes tumbándolo, pero supuse que serían solo unos minutos; y así fue, al poco tiempo ya se había repuesto.
Les indiqué a todos que debíamos escapar ya que no teníamos oportunidad de vencer a tal monstruo. Todos nos dirigimos de nuevo hacia la entrada junto al río, no sin antes dejar toda la carga explosiva que poseíamos para tratar de acabar con el terrible ser. Al salir todos por el agujero que habíamos cavado, activé la detonación de las bombas, lo que produjo el derrumbamiento de la cueva y un desgarrador grito gutural proveniente del interior.
Todavía con un temor incontenible de que eso no sería suficiente para acabar con el ser, salimos lo más rápido posible de la isla y nos embarcamos devuelta hacia nuestros hogares pero con la feliz satisfacción de que llevábamos infinidad de tesoros. Felicidad que se vio quebrantada al ver como de en medio de la isla se levantaba una extraña nave; por unos momentos todos quedaron atónitos ante el terrible espectáculo que se producía ante nuestros ojos, pero así como apareció la nave, desapareció en la oscuridad de la noche sin dejar nada más que una estela de luz de un extraño color verde.
Todos se habían tranquilizado y ya se encontraban festejando en el barco por nuestra fructuosa aventura, que nos había dejado tales riquezas. En cambio yo aún temía, por ese ser desconocido; por lo que al llegar de nuevo a la ciudad decidí investigar a fondo y descubrí que ese ser era una creatura mitológica a la que las antiguas tribus consideraban como el Dios del caos y la destrucción que solo despierta una vez cada 10.000 años y su nombre era Cthulhu.
Temeroso por lo que pudiera suceder, con la riqueza que ahora poseía me había trasladado a Europa, buscando un nuevo lugar para comenzar una nueva vida llena de riqueza y comodidades.
Así pasaron largos años, hasta que abrí el lugar secreto en donde había guardado la llave de oro, que por cierto extrañamente ahora, la verde esmeralda que poseía estaba brillando.
Ahora estoy totalmente recluido en un lugar seguro que construí, contando los día hasta que llegue Cthulhu. Se que ya se aproxima ya que despertó de sueño profundo solo para destruir completamente a la humanidad.

Texto agregado el 25-12-2009, y leído por 77 visitantes. (0 votos)


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