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SAGA : SIETE PECADOS CAPITALES
IRA
Fernando, propietario y dictador de una página muy conocida, hace unos días me chicoteó amablemente un guante por la cara y he asumido desafío.
El que quiera meter la cuchara respecto a los siete pecados capitales, bienvenido, sea del Foro que sea. La idea fue de él y creo que podemos interactuar todos para divertirnos o abochornarnos, llegado el caso.
La cosa puede ser en verso o prosa, en serio o en broma y terminará cuando las velas no ardan o nos aburramos de darle a la manija. La única condición es que la obra refiera a uno solo de esos pecados y no vale repetir el plato.
No hay premio, escarapela, cocarda, beso de la maestra ni nada por el estilo. Mucho menos un carné a la excelencia. El asunto creo yo, es interesantísimo y convoco a todos los autores del ecumene literario.
Se puede criticar por supuesto y poner cara de enojado pero, se ruega con el mínimo respeto porque es posible entre gente razonable sin que eso suponga pacatería santurrona.
Libertad en la libertad.
Recuerden que los pecados capitales son los sigujientes a saber: LUJURIA – GULA – AVARICIA – PEREZA – IRA – ENVIDIA – SOBERBIA.
Vale decir en el mismo orden que utilizó el papa romano san Gregorio Magno para designarlos. Es oportuno acotar aunque nos es novedad que desde entonces la humanidad le ha dado una pelota bárbara y se ha comportado oomo una monadita. Estas son pecados del pasado.
Creo que la materia da lugar para mechar amor, sufrimiento, mordiscones, relamidas, un par de piernas bien torneadas, una actitud seria y responsable, toques de talento indiscutible y cuanta cosa es posible hacer dentro de este desafío sin pistolones ni pisotones en los callos; al menos confío en mis amigos. Todos podemos pasarla bien. Si el tema no entra enfilo para la cucha y me echo a dormir. Si prende podemos proyectar una recopilación sin fines de lucro y no sé cuantas cosas más.
Pero despacito. Primero vamos a ver como lo encara la plétora de escritores con los cuales me honro en compartir muchas páginas. De más está señalar que es un juego verbal cuyo propulsor no desea en modo alguno atacar ninguna creencia ni alterar el orden de las cosas.
La cuestión es escribir donde y cuando sea y darle para adelante con altura de miras.
Yo empiezo porque es más fácil.

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La mujer con notorias muestras de cansancio soporta estoica sobre el regazo, un niño de entre nueve y diez años. El viaje es cansador y el calor abruma. El conductor del bus hace las veces de cobrador lo cual contribuye al tránsito paquidérmico que nos caracteriza como el Obelisco a Bs.As.( y Mirta Legrand desde hace más de un siglo).
Aquí, en Montevideo, se sigue cobrando el costo del traslado al contado y los pobres trabajadores del transporte, de vez en cuando reciben un garrón como se dice por acá. Una bala, una puñalada y el más reiterado: Las viejas que reclaman el cambio justo. El promedio por día es de treinta y cinco. Me agradará confirmar el dato para el lector atento a estas cosas y especialmente los que haya clasificado el manicomio en que casi todos los nobles obreros del volante terminan sus días.
El siglo XXI no llegó a Montevideo.
Para colmo hay un sinfín de modalidades que la Comuna de izquierda ha diseñado para aliviar el presupuesto del indigente: Hay boleto combinación con otras líneas, boleto para el jubilado, boleto para el paralítico, boleto para el estudiante, boleto para las fans de Luis Miguel…¡Qué sé yo¡ El sistema es pesado y el ómnibus (colectivo le llaman en Argentina ) no arranca hasta que no haya subido al elefante la caterva de pasajeros que lo aguarda ansiosamente, y el funcionario hubiese cobrado las tres cuartas partes de la cola.
La hago corta: El transporte colectivo montevideano es esencialmente torturante y cuando algún manguero se sube con la “viola” y “rasca un tema“ para el respetable auditorio de este colectivo” a cambio de algunas monedas, el asunto puede tornarse verdaderamente angustiante. Uno desearía que en esos momentos apareciese el Rey de España y espetase al humilde trovador el sosegate que éste le propinó a Chávez en oportunidad muy cercana y notoria. Ojo - que esto no tiene una pizca de mala fe respecto al Exc.Sr. Presidente de la República Bolivariana de Venezuela – ojo. Es meramente una chanza ilustrativa.
Pero volvamos a la dama con el niño.
Se trata de una viuda cincuentona. Lleva atado fuertemente el cabello azabache con una cinta verde que le estira el pelo cual una pista de hielo negra y brillante. Ha conformado con el resto del pelo una cola que cuelga por debajo de la nuca y en la punta se enrolla. Orejas pequeñas pegadas al cráneo, adornadas con piedrecillas engarzadas en hilos de cobre. Los ojos enormes y penetrantes se ven realzados con el proverbial tratamiento cosmetológico que la mujer que se precie, normalmente y sin excepción, proporciona a sus pestañas y párpados. Las arrugas insignificantes no distraen la agradable perspectiva de una boca carnosa y sensual. Sin barriga a la vista y con unos pechos (que más se quisiera alguna jovencita) en cuyo valle se pierde un crucifijo de plata brillante, trataba de tranquilizar al niño que la humedad y el calor habían transformado en un gato furioso. Se trata de uno de los nietos que vive con ella y la madre, desde que ésta fue abandonada por el caretón de siempre, que le dio por cargar con una cajera de supermercado.
Acá estas chicas muchas veces trabajan más de diez horas y la mayoría son rebonitas. Acostumbran sentarse sobre una banqueta alta y salvo que sea chueca, les da por andar de minifalda y con los botones de arriba de la blusa desencontrados con el correspondiente ojal. A mi me cobran lo que quieren y me despiertan del letargo casi siempre del sigujiente modo: “Cabashero…me hace el favor de pasar que hay gente esperando ¿me hace el favor? (“baboso”). “Ah, si, disculpe señorita, estaba pensando en Jorge Luis Borges cuando dijo…Qué me importa ese jugador de fúbol, me quiere hacer el favor de moverse…tengo novio y me va a llevar a la tele para que me hagan un “cástin”. Estoy cansada, preocupada, tengo que ir a hacer pichí y no puedo y usted mirándome la…Está bien, disculpe, disculpe.

- Tranquilizate Guille…ya vamos a llegar. ¡¡Mirá que estás pesado ¿eh?¡¡ Era para fajarlo con una piña de bronce al “nene”
-
Se levanta una señorita de lentes que hasta entonces ocupaba el asiento de la ventanilla. El nene le pellizca la cola a la señorita de lentes. Ésta no le pega un zurdazo en la pera al nene porque realmente le gusta que la pellizquen por esas inmediaciones. La viuda se corre y el asiento de al lado es ocupado por un hombre.
- Pedmizo señoda…
Por el rabillo del ojo observa que calza zapatillas deportivas y las piernas muy peludas son gruesas y musculosas. No era joven pero tampoco un viejo. El pantaloncito deportivo le llega a las rodillas.
- Es suyo… replico la mujer mirándolo a los ojos. Tendría su misma edad (calculó). Ojos claros, piel tostada y un bigote de comandante de tropa que le cubría prácticamente el labio superior y naturalmente todo el área entre la nariz y la boca, bien recortado y blanco como la nieve.
El cabello entrecano del hombre nace a mitad de cráneo y se entrega mansamente a la nuca conformando unos rizos suaves, tipo angelito de mármol. Luce una camiseta con el escudo del club Rentistas (popular club del barrio Cerrito de Montevideo que milita en primera división). Sobre uno de los dedos la doble sortija indica “urbe et orbi” que también es viudo.
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En una vuelta el niño lo calza al tipo con una patada de karate en el hígado, harto de que la abuela lo mantuviese aprisionado sin moverse.
La oportunidad había llegado…
- ¡¡Ay¡¡disculpe señor. ¡¡Pero Guille te dije que te quedaras quieto¡¡…Disculpe caballero.
- No paza nada…zon cozas de niñoz. El ambiente está pezado y elloz pobezitos no entienden de modalez. No ze peocupe buena zeñoda
- Le agradezco mucho, es muy gentil…y para peor este viaje tan largo (
- A sí…vivo muy sola y creo que todavía me merezco alguna compañía interesante…
- Ya lo quedo…uzted ez una pedzona muy atayente. Estaba penzando en invitadla a zalid un día de éztos…¿Qué le padeze?.
- Por mi…encantadísima, pero ”Carlitos”… recién nos conocemos. Hay que ir despacito por las piedras y más tratándose de personas digamos…maduritas, como usted y yo.
A todo esto sube el inspector que controla los boletos expedidos y el horario del conductor.
“Carlitos” extrae de un bolsillo del pantaloncito el trocito de papel correspondiente y espera la llegada del funcionario con atención.
Alguna vez voy a referirme a este reflejo condicionado de los uruguayos. Cuando sube el inspector a controlar los boletos todo el mundo se lo muestra sin chistar. El uruguayo respeta más este acto religioso que la Constitución de la República. Si la gente va en el bus parada, desde afuera un funcionario golpea con la punta de un bolígrafo una ventanilla y como sumisos corderos el gentío se va corriendo hasta apretarse y hacer lugar a los que ascienden. “ “Guambia ¡ che¡ los juanetes son míos” Estoy convencido que este es un fenómeno para estudiar.
Bueno, basta de sociología y sigamos con el relato.
- Abuela…- el niño acerca la boca al oído de la abuela. “¿Qué es eso que le cuelga al señor del bolsillo y que me quiere morder?”
- ¿Cómo?…La viuda mira con estupor hacia el lugar que le señala el nieto horrorizado. La dentadura postiza de “Rodríguez” había salido despedida cuando realizó el movimiento de extraer el boleto de marras y uno de los ganchos se prendió de alguna hilacha (o algo así) del pantaloncito del galán.
- Hay qué lástima…ya estamos por llegar y la conversación se había puesto muy linda. Permítame pasar señor Rodríguez que nos bajamos en la próxima parada.
El hombre, absolutamente ignaro de la sonrisa que le colgaba imprudentemente del pantaloncito, trató de tirar un lazo final para no perderle pisada a la viuda:
- Pedo, al menoz deme zu teléfono, algo pada comunicadme con uzted.
- Rodríguez, ando en la mala: Hace tres años que no pago el teléfono y me lo cortaron.
- Abuela este es Fránkenstein, abuelita…tengo miedo.
- Como Frankestién te voy a dejar el culo de las patadas que vas a ligar cuando bajemos…guacho de mierda…

Texto agregado el 24-12-2009, y leído por 90 visitantes. (0 votos)


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