El día fue largo, el dolor fue intenso,
pero ahora descansas, ahora reposas.
Dormida de cansancio yaces ahora en el sofá
y dos lágrimas extraviadas corren aún en tus mejillas.
Llorando dormiste en mis brazos.
Consuelo no pude darte,
en mí no lo encontraste.
Lloraba yo y te acunaba en mi pecho,
te daba mi calor,
mi abrazo con amor.
Mis lágrimas bañaban tu cabello...
Gotas de lluvia rodando sobre seda,
perdiéndose finalmente en el valle de tu espalda.
"¿Es el final?"- me atreví a decir.
"Calla"- musitaste, y me apretaste
con la poca fuerza que te quedaba.
Abrazado a ti disfruté hasta el último instante.
Aproveché cada milímetro de tu cuerpo,
sujetando tu figura, tu contorno.
Bebí de tus labios hasta la última gota de amor
que de ellos brotó para mí;
por última vez sentí tu calor.
Así, juntos;
tú conmigo y yo contigo
abrazados, pegados como uno sólo.
Así, la noche tenía luz,
y el día, sentido.
"Te amo", susurraste
y acariciabas mi rostro,
cubriéndolo con tu sangre.
Tus lágrimas en mi pecho se mezclaban
con el rojo escarlata que manaba de tus muñecas,
mientras las gritonas sirenas
de una retrasada ambulancia
hacían su entrada en la calle.
Te abracé, y te sentí fría...
y te abracé, sabiendo que sería la última vez.
Bowen Alanos |