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SEBASTIEN
IMPRESIÓN

Las gotas me escurrían por la cara que ya escurría a chorros, la lluvia era intensa, aun así sostenía el papel con la dirección que me salvaría, apreté la mano instintivamente, temía que la lluvia borrara las letras ahí escritas.
El estomago me gruñía, recordé el pollo que comí en el avión y sentí ganas de devolver hasta el desayuno.
Nada me recordaba a mi país mientras caminaba por las calles anchas, los enormes rascacielos al principio me habían parecido sorprendentes pero después de ver tantos me acostumbre.
Caminé varias cuadras aun no encontraba el lugar, en definitiva estaba perdido, haber tomado ese autobús no me había ayudado en nada, talvez me encontraba muy lejos de su casa y yo no tenia ni idea de donde estaría, seria mejor tomar un taxi, aunque así empapado como estaba, no me seria fácil encontrar uno, pero no perdía nada con intentarlo.
Levante la mano, intentando que al menos un taxi parara, tal y como había pensado ninguno se paró, todos se iban de paso. ¡Maldición! Me dije, justo cuando baje la mano un taxi se paró. Mire a ambos lados para ver si no era otra persona que estuviera seca la que hubiera parado ese taxi, no vi a nadie, abrí la puerta de atrás me metí, puse a un lado mi mochila y decidí saludar mas por cortesía que por otra cosa.
— Buenas tardes— Dije en Ingles, aunque el taxista reconoció mi acento por la forma en que me vio por el retrovisor del que colgaban muchos amuletos.
— Buenas tardes. — Contestó mal encarado, aunque su voz era amable—. Esta fuerte la lluvia, ¿no?
— Si un poco, disculpe me puede llevar a esta dirección. — Le tendí el papel que estaba un poco mojado en la mano, el señor lo leyó y puso en marcha el carro.
Verde
Verde
Verde
Rojo
El carro se detuvo ante el semáforo.
— ¿Queda lejos de aquí?— Pregunté
— No mucho amigo, 10 minutos talvez. — Arrancó el carro—. Disculpa que me meta, ¿A que has venido a America?
Me quedé perplejo, entendí perfectamente lo que me había dicho, era mi lengua, mi idioma, el que no pensé escuchar en mucho tiempo, si era griego.
— No pensé encontrar a...
— ¿A otro griego?, será una isla pero el mundo es muy pequeño, además no eres el único que quiere progresar, en caso de que sea eso a lo que has venido. — Me miró una vez mas por el retrovisor que ahora estaba un poco empañado.
— De hecho usted tiene razón.
— Pero no me llames de usted háblame de tu, dime Nico, larga historia.
— OK, gracias, mi nombre es Sebastien
— ¿Un griego con nombre francés?
— Larga historia
El taxi se metió por una calle que nos alejo de las tiendas y no acerco a donde solo había casas.
No habían avanzado mucho tres cuadras o cuatro a lo mucho cuando el taxi se detuvo.
— Es aquí amigo. — Dijo Nico volteando hacia una casa, o más departamentos.
— ¿Cuanto te debo?
— No es nada, un día he de necesitar tu ayuda, además la vida ya esta tan llena de mierda que no vale la pena echarle mas, pero toma este es mi numero, llámame cuando necesites algo, y no seas mal pensado, si no nos ayudamos entre nosotros estos gringos nos van a comer. — Tomé el papel y baje del coche.
— Gracias. — Fue lo único que dije al asomarme por la ventanilla, me quite y el taxi arranco.
Mire detenidamente la fachada, como si esperara que me invitaran a pasar. Intenté entrar pero la puerta estaba cerrada. “Diablos”, me dije.
Me senté en las escaleras, esperando a que llegara alguien que viviera en aquel lugar y explicarle mi situación.
Pensé en tantas cosas, que no me hicieron sentir mejor, sino todo lo contrario, me hicieron extrañar.
La noche llegó y con ella el frío que me recorría todo el cuerpo.
Alguien se acerco, por lo que me paré para dejarla pasar.
— Disculpe. — Hable un poco tímido, mientras una mujer abría la puerta, que al oírme hablar volteó.
— Diga. — Me dijo con voz cansada y con acento, que a pesar de eso sus facciones eran muy finas, europea definitivamente, me dije.
— Disculpe, ¿vive aquí Sophie Frangiudakis?
— Si, aquí vive, en el último piso, pero ¿Porque no intento tocar el timbre?— Me dijo viendo hacia un rectángulo, que era el timbre—. Parece que lleva rato afuera ¿no?
— Si, no lo vi, que tonto.
— ¿Y usted es?
— Soy su hermano.
— En ese caso pase, seguramente a su hermana le gustara la sorpresa.
— Gracias. — Le dije, tome mi maleta y la seguí hasta el tercer piso.

El lugar era acogedor y bien cuidado.
— Solo hay dos pisos más, el último es el de su hermana, fue un placer... ¿Como me dijo que se llama?
— Lo siento no le dije mi nombre, soy Sebastien Frangiudakis
— Griegos con nombres franceses.
— Así es.
— ¿Era su padre francés?
— No, mi abuelo materno lo era, se apellidaba Cannet, se mudo a Grecia, después de la Segunda Guerra Mundial, el escogió nuestros nombres.
— ¿Cual es su nombre?
— Ewa Podolski
— ¿Como el jugador de soccer?
— Así es.

El silencio que reino era incomodo, así que decidí romperlo.

— Bueno será mejor que vea a mi hermana, ella no sabe que estoy aquí y talvez mi madre le marque para decirle que he llegado.
— Buenas noches
— Igualmente. — Cargue mi maleta esperando que fuera la última vez de esa noche, escuché el cerrar de una puerta detrás de mí y subí las escaleras.

Toqué la puerta de la cual la música traspasaba.

— Voy. — Una voz divertida contestó, pero no era la de Sophie.
La puerta se abrió de golpe...

No era mi hermana, era mmm....., no sabía como describirlo, pensé que era un hombre de facciones demasiado finas, pero cambie de opinión al ver que tenia pechos, los cuales se trasparentaban por la simple camiseta que traía puesta.
— Disculpe. — Me aclaré la garganta—. ¿Vive aquí Sophie Frangiudakis?
— Espera—. Me dijo y se regreso por el pasillo. — Baby, hay alguien que te busca en la puerta. — Alcance a escuchar que le decía a alguien a quien no pude ver, por lo que asome un poco la cabeza.

Lo que siguió fue confuso, era mi hermana la que besaba a la otra chica, la mochila se me safó de las manos, Sophie volteó.

Tome mi mochila rápidamente y salí deprisa de ahí, comencé a bajar las escaleras rápidamente.

Aun no había llegado al cuarto piso cuando escuche su voz.
— Sebastien. — A pesar de eso di prisa a mis pasos—. ¡¡Sebastien!! Espera por favor, tengo que explicarte.

Me detuve en seco y la vi bajar corriendo tras de mi, me quede sin hacer nada, inmóvil al tenerla enfrente, había pensado en abrazarla, darle un beso en la mejilla, decirle cuanto la había extrañado, pero ahí me encontraba sin hacer nada.
— ¿Porque no me dijiste que venias?— Me preguntó.
— ¿Para que? Para que pudieras esconderla, esconder lo que eres. — Tenía mucho coraje, no supe realmente porque, solo sentía el enojo por todo mi cuerpo.
— ¡¡No!!... para... para al menos saber que decirte, tú crees que fue fácil para mí aceptar lo que soy.
— Y ¿que eres?, por que por la forma en la que actúas no eres nada que me hayan enseñado.
— Antes que otra cosa soy tu hermana, y lo que yo sea o haga o me guste no debería intervenir entre nosotros.

No supe que contestarle, en eso el ruido de una puerta abriéndose me distrajo, si salir a una señora ya grande de edad que parecía solo querer escuchar el chisme completo, pero que cuando noto que yo la observaba regreso a su casa cerrando de golpe la puerta.

— Me vas a dejar explicarte, ¿por favor?— Me dijo Sophie dándome la mano para que la tomara, no sabia si tomarla o no, pero decidí hacerlo cuando empezó a llorar.
Me llevo hasta su departamento.
Dentro en la sala ya estaba la otra chica vestida, con unos jeans rotos, una playera sencilla y un tenis sobre la mesa, en la que había un cenicero con demasiadas colillas. A simple vista se notaba que mi hermana había hecho la decoración, las paredes pintadas de morado claro y rosa, flores por todos lados, unas naturales, otras artificiales, fotografías mías, de mi madre, y de la familia, todas conocidas para mi, lo cual me extraño, ya que parecía no haber fotos de la familia de la chica, un toque muy femenino o eso aprecié a simple vista.
Sentí cuando mi hermana me pasó a un lado, la chica que estaba en el sofá se paró y le dio la mano, cuando Sophie se puso frente a ella, las dos caminaron hacia donde yo estaba.
No me había detenido a obsérvalas hasta ahora, parecía como si su unión fuera muy fuerte.
Mi hermana como siempre sus ojos verdes muy expresivos, los labios delgados, herencia de familia, el cabello castaño oscuro rizado al cual ya se le alcanzaban a ver las raíces negras, la nariz pequeña, alta y delgada, así como cuando se fue de Atenas, bueno ahora talvez ya un poco mas madura por así decirlo.
La otra, el cabello corto talvez hasta mas corto que el mío, pero disparejo, sus ojos al igual que nosotros verdes pero mas oscuros parecían sonreírme, al igual que su boca, su labio superior mas carnoso que el inferior estaban despegados, vi sus dientes totalmente blancos, alta un poco mas que mi hermana 1.75 talvez, pero mas baja que yo, y su caminar para nada femenino.
— Sebastien, ella es mi novia, Alex, Alex el es mi hermano Sebastien.
— ¿Que hay?— Me tendió la mano para estrecharla.
— Un placer. — Conteste estrechando la mano.
— Yo los dejo, supongo que quieren platicar y tendrán mucho que contarse. Buenas noches, y un placer conocerte. — dijo viéndome—. Espero que te quedes con nosotras. — Asentí con la cabeza y Alex se metió por una puerta abierta al fondo de otro pasillo y la cerró. Sophie se volteo para verme.
— Sé que esto no es lo que esperabas encontrar de tu hermana
— Pues dices bien, jamás pensé que tu...
Sophie lloró de nuevo, eso nunca me había gustado, me hizo recordar cuando después de la muerte mi papá yo había prometido cuidarla siempre, la estreche fuertemente entre mis brazos hice aun lado mi orgullo y dije.
— Supongo que me acostumbrare a llamarla cuñada, bueno, si es que me aceptas aquí después de haberles hecho pasar un mal rato.
— Claro que si, puedes vivir con nosotras todo el tiempo que quieras, solo que hay un problema. — Se despego de mi pecho para verme a la cara, al ver las lagrimas que le habían escurrido se las limpie y sonrío—. Tenemos un cuarto extra pero no una cama, no importa mañana te la compramos.
— No te preocupes, me puedo quedar aquí. — Dije, señalando con la cabeza el sillón más grande—. Pero hay algo mas que quiero pedirte.
— Lo que quieras
— Necesito conseguir un trabajo, pero solo tengo visa de turista
— Eso no es mucho problema aquí, Alex debe conocer a alguien que te pueda ayudar, mañana le digo, ¿Quieres algo de cenar?— Se metió por una puerta que estaba enfrente de su cuarto y sacó almohadas y cobijas, claro que en pleno verano, una sola seria necesaria.
— No, gracias—. Le respondí, y un largo bostezo me atacó.
— Estas cansado, mañana me platicas como te fue y como esta mama y las tías, descansa.
— Buenas noches So.
— Buenas noches Bastien.

Tan pronto vi que se metió a su cuarto, cerré los ojos y me quede profundamente dormido.


















ALEX
¿PORQUE NO?
Las cosas parecían haberse arreglado, eso pensé al verla entrar al cuarto mas contenta.
Se recostó a un lado mío en la cama.
— Necesito pedirte un favor. — Me dijo sonriendo, de la misma forma que siempre hacia para convencerme, de la misma forma que había hecho para enamorarme.
— ¿Que necesitas?
— Mañana, no vas a abrir la librería, ¿verdad?
— Ajá. — Realmente no le ponía mucha atención, ella era suficiente para que el mundo dejara de tener importancia.
— Podrías llevar a mi hermano a comprarle una cama y lo que él necesite.
— Si, seguro, bueno si a él le parece la idea, no veo inconveniente.
— Gracias, ah y otra cosa, crees que le puedas conseguir un trabajo entre tus amistades y conocidos.
— No tiene papeles ¿verdad?
— No, sabes lo difícil que es que te los den, solo tiene de turista.
— Y también sabes lo difícil que es conseguir un trabajo, en esas circunstancias.
— Se que conoces a alguien
— ¿Que sabe hacer?
— Estudio gastronomía, tenia su propio restaurante en Atenas.
— Bueno, haré un par de llamadas, pero primero... — Intente besarla pero súbitamente se paro y se fue al baño.
— Hoy no, no quiero incomodar más a mi hermano.

¿Hoy no? ¿Que mierda era eso? No poder tener nada de nada con mi novia no era justo.
Decidí que lo mejor seria dormir, acomode la almohada y me dormí.


Me despertaron los taconazos que iban de un lado a otro, abrió los ojos y la vi frente a mí poniéndose los aretes, no era nada nuevo que se le hiciera tarde, se acercó a mi, me besó y se alejó.
— Vamos a desayunar, hoy salgo tarde del trabajo ¿recuerdas?
— Si
— ¿Vienes?

Me levante mas a fuerzas que de ganas, camine hacia la barra de la cocina, me senté en una de las sillas que había ahí, Sophie se sentó a lado mío, pensé que ella iba a preparar el desayuno hasta que me di cuenta que el que lo preparaba era su hermano, tengo que admitirlo, seria talvez la segunda vez que comería hot cakes en ese departamento, desde que la ultima vez Sophie casi provocara que nos corrieran, Sebastien nos sirvió leche y jugo recién hecho.
— Gracias. — Le dije cuando me paso mi plato, olían riquísimo.
— De nada. — Me contestó y se volteó para seguir preparando más.

Sus ojos eran igual a los de Sophie, pero los de el eran mas grandes, su barba le había crecido, pero la forma de candado aun la tenia mas marcada, su cabello era solo unos centímetros mas largo que el mío, y totalmente lacio, su cejas eran tupidas pero no demasiado, la piel mas oscura que Sophie, si me gustaran los hombres diría que era guapo.

Comencé a comer antes de que se enfriara la comida.

— Esto esta rico, — Dijó Sophie
— Gracias. — Le respondió él—. ¿Que te han parecido?— volteándome a ver cosa que no esperaba.
— Excelentes. — Alcance a contestar con la boca medio llena de comida, me di cuenta que lo noto, porque rió socarronamente.

— Me tengo que ir. Cuídense. — Fue lo único que nos dijo Sophie antes de salir por la puerta.

Me sirvió otra porción, a pesar de no haberlos pedido, y se sentó también él a comer. No me gustaba su mirada sobre mí, como si yo fuera la culpable de lo que era su hermana.

— ¿Eres de Nueva York?— Me preguntó, mientras él sostenía su cuchillo en el aire con un trozo de fruta.
— Soy de Missisipi
— ¿Y tienes familia allá?
— No me gusta mucho hablar de eso.
— Ya veo. — Me dijo—. ¿Cuantos años tienes?
— Veintinueve y Sophie me dijo que tu tienes la misma edad, ¿cierto?
— Así es, ¿de que mes eres?
— Enero, ¿y tu?
— Febrero
— Soy del 31.
— ¿No? Yo soy del 1 de Febrero.

Los dos reímos, aunque enseguida callamos por la pena.

— Será mejor que me meta a bañar, y seguramente tu querrás ducharte también, el baño esta al...
— Fondo a la derecha, lo descubrí ayer.


Sophie me había dejado el carro, era un Jeep verde, había sido una mala idea porque una cama no cabria ahí pero en fin.

Llegamos al estacionamiento de la tienda.

— Oye. — Me habló
— Mande
— No creo tener tanto dinero.
— No te preocupes ya se nos los pagaras. — Mientras bajábamos lo oí murmurar algo como “no te quiero deber nada”, sinceramente no lo hacia por él, lo hacia porque era el hermano de la persona que mas me importaba.


Un chico nos atendió, se me quedo viendo, una costumbre para mi a estas alturas.
— ¿En que les puedo ayudar?
— Buscábamos una cama
— Por este lado...


Había olvidado lo que era salir a comprar con hombres en menos de cinco minutos, ya estaba pagando con mi tarjeta, y acordaron llevárnosla ese día mas tarde con un cargo extra.

Fuimos a una tienda a comprar comida. Eso le tocaba a Sophie, pero esta semana había estado muy ocupada con eso de que la hija de su jefe lo iba a reemplazar, su oficina era todo un caos.

Deje que Sebastien escogiera todo lo del mandado, después de todo él debía saber que se necesitaba.

La cuenta ascendió a 98 dls. Antes de que sacara mi tarjeta el pagó en efectivo y tomó las bolsas dirigiéndose a la salida, puso las cosas a la cajuela y se subió al coche.

Llegamos al departamento y de igual manera él bajo todo, hasta parecía que llevara a un taxista en vez de a la novia de su hermana.

Le ofrecí venir conmigo al centro, pero se rehusó alegando que mejor se quedaba a esperar a que le llevaran la cama, no argumente nada y me salí, ya había sido demasiado estrés por un día.

SOPHIE
UN PROBLEMA PARA TRES

La hija del jefe llegaría pronto, su papá, un señor ya entrado en edad quería jubilarse y no encontró a nadie mejor que a su hija para dejarle el puesto.
La oficina estaba de cabeza desde que se dio a conocer la noticia, mis compañeros de trabajo Andy y John apostaban con hacerse novio de la niña de papi, según me habían contado, tendría unos escasos 25 años y muy poca experiencia en el mercado de bienes raíces.
Sin embargo hoy para mí, era un día placentero, mi hermano estaba en casa y era como tener a toda mi familia conmigo.

Alex pasó por mí como siempre, no podía negarlo quería estar con ella, pero por ahora seria mejor evitarlo, dadas las circunstancias en las que habíamos sido criados Alec, Sebastien, Lily y yo, nuestra vista del mundo había sido muy limitada, supongo que me quitaron la venda cuando salí de mi lugar de origen.
En cuanto la vi, me di cuenta de que yo no era la única que se sentía un poco reprimida.

— ¿Porque no podemos?— Me insistió en el camino a casa.
— Porque ya te dije, mi hermano sigue siendo ortodoxo, aunque un poco liberal, aun así, lo que soy esta prohibido en nuestra religión.
— Osea que tanto tiempo conmigo, y te sigues considerando perteneciente a esa religión. — Me dijo reclamándome.
— Por supuesto que no, pero mi mama y mis hermanos lo son, y Sebastien es el único que no se ha casado pero vive con mi madre, y supongo que no ha abandonado esas ideas.
— No vale la pena seguir discutiendo.


Al entrar al departamento Sebastian nos sorprendió invitándonos a tomar asiento, sin que pasáramos a la cocina.
Me di cuenta de lo que preparaba, mi comida favorita, aunque para él y para Alex preparo carne.

Después de servir los platos, se quito el mandil, y se sentó con nosotros.

— ¿Como están todos Sebastien?— Pregunté, sentía verdadera curiosidad por saber de mi madre, la había dejado hacia mas de 5 años y la extrañaba realmente, las llamadas telefónicas, y las cartas no compensaban la falta que me hacia de abrazarla, aunque era mejor así, si madre llegara a saber lo que era y con quien salía, me negaría para siempre, preferí despejar esas ideas de la cabeza.
— Todos están bien, te mandaron regalos que no he tenido tiempo de darte, besos y abrazos.
— ¿Como están Lily y Alec?
— Bien, supongo que aun no se han aburrido de sus patéticas vidas.
— No hables así de ellos
— Entonces como quieres que hable cuando Alec esta casado con una persona a la que no ama y la otra no se aburre de su novio de primaria.
— Ellos han hecho lo que nosotros no.
— Tal vez tú no puedas, pero yo si puedo, aunque a diferencia de ellos, me voy a casar con alguien a quien yo quiera. — Había olvidado que Sebastien siempre había sido el mas orgulloso y ególatra de los cuatro.
— ¿Y a que te dedicabas en...? ¿En donde me dijiste que vivías?— Pregunto Alex, fingiendo interés aunque yo supe que lo hacia para que no siguiera discutiendo con el socarrón de mi hermano,
— En Atenas, tenia un restaurante de comida podríamos decir que internacional, servíamos pastas y pizza, hamburguesas, platillos franceses y griego, entre otras cosas.
— Y ¿Dejaste novia?
— ¿Quien? ¿Yo? no, bueno no era exactamente mi novia era mas bien como le llaman aquí los gringos...
— ¿Affaire?
— Si eso.
— Me dice Sophie que quieres un trabajo
— Pues eso espero, pero es difícil ¿no?
— Déjame ver, igual y no lo es tanto.

Sebastien nos sirvió el postre, aun no habíamos terminado de comerlo cuando el anunció que se iba a la cama, enseguida nosotros también fuimos a dormir

— Lo podemos intentar. — Me preguntó Alex por última vez.
— No. — Dije por última vez y me volteé para dormir.

La semana pasó sin contratiempo, y por primera vez desde que nos mudamos a vivir juntas tuvimos que hacer una compra realmente completa para toda la semana, Sebastien nos ahorraba gastos innecesarios de comida rápida, ahora el se encargaba de preparar el desayuno, la comida, y la cena, a este ritmo llegue a pensar en la posibilidad de que estuviéramos gordísimas en unos meses.

Alex aun seguía disgustada conmigo porque no le había podido cumplir sus caprichos, pero una semana era tiempo suficiente para pensar en como solucionar ese problema, aun así no tenia nada claro de cual seria la respuesta.

Sebastien llegó mientras Alex jugaba su videojuego favorito, uno que yo jamás había entendido, yo mientras terminaba de organizar mis tareas del trabajo que aun estaban pendientes.
Llegó mas sonriente de lo normal, abrió el galón de jugo que había en el refrigerador y lo tomó directo de la botella.

— ¿Qué te pasa?— Le pregunté
— Tengo una cita. — Me contesto de forma sarcástica
— ¿Y con quien si se puede saber?— Intenté no mostrar tanto interés, pero la idea de que él desapareciera por unas horas me caía como anillo al dedo, y supuse que Alex también se alegró porque vi sus sonrisa de reojo.
— ¿Recuerdas a tu vecina del tercer piso?
— ¿Ella?
— No. — Puso cara de ofendido—. Claro que no, veraz, hoy me invitó a tomar un café y como no tenia nada que hacer, pues acepté, estábamos ordenando en el mostrador cuando una chica, Daniela, es latina, no habla mucho ingles, mas bien portugués y español, como sea no se daba a entender con el chavo del café, entonces le ayude, después de un rato tu vecina me dejo ahí en el café porque se le hacia tarde para llegar al trabajo, bueno pues esta chica se sentó en la mesa donde yo estaba y empezamos a platicar de ahí salió la idea de salir a cenar pizza y a dar la vuelta, aun no conozco muchos lugares así que será algo cerca.
— ¿Un griego comiendo pizza?
— La pizza es universal hermana mía, así como las papas a la francesa.
— Disculpa que me meta, pero por lo visto hablas más idiomas aparte de ingles y griego ¿verdad?
— Habló francés, italiano y español, un poco de turco y portugués, tome clases de alemán pero no era lo mío, el idioma nazi no es algo muy fascinante que digamos.
— Eso es sorprendente, ¿Y tu porque no hablas otro idioma?— Esa pregunta iba dirigida para mi.
— No lo se, jamás me intereso mucho aprender idiomas y esas cosas, en cambio Sebastien cuando era mas joven tenia ganas de comerse al mundo. —
— Como todos los jóvenes Sophie, y aun tengo ganas de darle una buena mordida.

Me volteé para evitar sus miradas y preparar algo de comer, unos macarrones eran buena opción para una noche tranquila, estaban hasta el estante más alto, así que no los alcancé.
— Déjame ayudarte. — Alex llegó primero que Sebastien pero tampoco la pudo alanzar.
— Permíteme. — Dijo Sebastien

No tuvo que levantarse demasiado sobre la punta de los pies, rápidamente la alcanzo y se la dio a Alex.

— Gracias. — Dijó ella, que me la dio y se fueron los dos a ver la tele.

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Ale x me mataría, de eso estaba segura, subí corriendo las escaleras, abrí la puerta con la esperanza de que Alex no hubiera llegado aun, pero las luces de la sala y la cocina estaban apagadas, vi sobre la mesa de la sala, unos chocolates y un vino espumoso sin abrir y 5 botellas de cerveza abiertas vacías.

Entre poco a poco a la habitación, ahí estaba ella con las luces a medias, estaba recostada sobre la cama viendo la tele, eran poco mas de las 2 de la mañana, caminé sigilosamente, quise poner mi mano sobre su cabeza, pero al sentirme movió la cabeza con brusquedad, si, ya no había mas dudas estaba enojada conmigo, eso significaba que me costaría cambiar su estado de animo.

— Que bueno que ya llegaste. — Me dijo con una nota de coraje en su tono de voz—. Ahora si ya puedo dormir. — Apagó la tele y se metió a la cama.
— Perdón. — No me contestó, simplemente me ignoró—. Lo siento realmente, pero si me escucharas me entenderías.

Se paró de pronto y prendió bien las luces, cerró la puerta con seguro y se puso frente a mí, contuvo la respiración y finalmente habló.

— Sabes lo que fue esperarte por horas sin que aparecieras, y que mejor llegara tu hermano con su noviecita e hicieron lo que tu y yo no hemos podido en días, el escucharlos, ¿tienes esa diminuta idea?, no lo creo.
— L...lo siento.
— Es todo lo que puedes decir. — Me quede callada—. Bien, pues buenas noches. — Iba a la cama pero se regresó.
— Prefiero dormir en el sillón de la sala, no estoy cómoda aquí. — Tomó una colcha, una almohada y salió del cuarto, yo me quedé parada sin hacer nada.








ALEX
¡SORPRESA!

Miré el reloj
4:30 a.m.
Si seguían así romperían record, bueno en realidad no, Sophie y yo talvez ya lo habíamos rotó. Pero cuando tienes hambre todo se te antoja.
Cerré los ojos intentando conciliar el sueño, aunque supe que seria difícil.

Abrí los ojos de nuevo por el ruido pero esta vez era una hora mas razonable y un ruido diferente, ¡por fin se iba!, creí que ahora podría dormir un poco más, pero Sebastien comenzó a cocinar, empezó a oler rico, así que decidí pararme y ver que hacia, no había cenado nada y moría de hambre.

— Buenos días. — Saludó él sin voltearme a ver.
— Buenos días. — Volteó cuando le conteste.
— ¿Quieres que te prepare algo en especial?
— ¿Tú que vas a comer?
— Pan francés, huevo revuelto con tocino, jugo, leche y café, tengo mucha hambre, ¿quieres que te prepare lo mismo u otra cosa?
— Lo mismo. — Él tenía hambre por toda su acción de la madrugada y yo por no haber cenado nada.
— OK. — Me dijo con las manos en la cintura—. Empezaré de una vez.
— ¿Quieres que me salga?
— No quédate, hazme plática
— ¿Que quieres que te platique?— No sabía que de hablar.
— Lo que quieras, no me gusta sentirme solo. — Sonrió, pero su sonrisa era triste, me sorprendí realmente porque acaba de estar con una chica y se sentía solo, pero preferí no preguntar. — ¿En que trabajas?
— Soy, mmm....., bueno estudié fotografía, pero hace años que deje de hacerlo, no se, supongo que no era lo mío.
— ¿Te gusta la fotografía?
— Me encanta.
— Lo que tienes no es que seas buena o mala, simplemente necesitas que algo o alguien despierte en ti la pasión por la fotografía otra vez. — No supe realmente a que se refería, como si Sophie no fuera esa persona.
— ¿Quieres decir que tu hermana...?
— No a lo que me refiero, es a que necesitas que alguien te inspire nuevamente a tomar fotos, eso no quiere decir que no quieras a mi hermana, puede ser un desconocido que veas en la calle que haga que quieras fotografiarlo y de ahí no puedas parar, supongo que es algo así.
— Ya veo, bueno pero no ha aparecido ni me encontrado a alguien así, por lo tanto mientras tengo una tienda de libros y películas de culto, es bueno, eres tu propio jefe.
— Si, supongo que si, yo también era mi propio jefe, tenia un restaurante, no se si recuerdas.
— Si, ya lo recuerdo. — Tomo dos platos de la alacena y sirvió el huevo con el pan aun lado, me paso el jugo y la leche, confirmé una vez más que era bueno tenerlo, desayunaba algo rico todos los días desde que él había llegado.
Alguien corría por el departamento y no éramos nosotros, Sophie para variar iba tarde al trabajo otra vez.

— ¿Te preparo algo?— Le preguntó Sebastien.
— No gracias, ya se me hizo tarde y se supone que hoy si llega la hija del jefe, ayer la fiesta de bienvenida se canceló porque ella nunca apareció, todo parece ser que estaba en Suiza o algo así, y olvido que había una fiesta en su honor, esa chica es una irresponsable no se que va a ser del trabajo ahora que este ella, por eso llegué tarde ayer, porque se nos notificó de su chistecito hasta casi la una de la mañana. — Me volteó a ver como si esa fuera la explicación que me tenía que dar, aunque en realidad yo no le había pedido nada.
— Bueno, pero por lo menos tomate un café y pan, ¿te lo preparo?
— Ya que insistes. — Sophie tomó el lugar de Sebastien en la silla y mordió del pan que había allí, una vez mas me miró pero continué comiendo.

Se tomó el café como si fuera agua pura. Se levantó, le agradeció a su hermano y me besó la mejilla.

Sebastien notó la tensión entre nosotras, pero no dijo nada hasta que Sophie se fue.

— ¿Se enojaron?
— Ago así. — Le conteste como pude, porque mi boca estaba llena.
— ¿Por mi?
— No, últimamente hemos tenido problemas entre nosotras, no te preocupes. — En realidad algunas si eran por él, aunque otros ya los traíamos arrastrando desde antes.
— OK. — Y siguió comiendo.
— ¿Que vas a hacer hoy?— Le pregunté mientras me servía mas jugo.
— Pues supongo que nada
— ¿Quieres ayudarme hoy? Voy a la librería.
— Si, seguro. — Se levantó tomando mi plato y el suyo, alzó los hombros. — ¿Porque no?, pero déjame cambiarme ¿vale?
— Si yo necesito hacer lo mismo.

Salimos faltando 15 minutos para las 10, no era tan tarde, y mi librería estaba a 10 minutos en carro, fue una suerte que Sophie no se quisiera llevar el carro.

Me sorprendió ver a un repartidor afuera de la librería.

— ¿Alexandra Burwell?— Preguntó el chico cuando nos vio acercarnos.
— Soy yo.
— Me puede firmar por favor. — Traía un paquete, Sebastien lo tomó y le dio las gracias, el repartidor se fue enseguida.

Abrí la caja una vez que estuvimos adentro, era un libro de las mejores fotografías de parejas, supe de quien era sin ver la tarjeta.

— ¿Te lo mandó So?
— Si. — Dije mientras veía la tarjeta que venia dentro.

TE QUIERO

SOPHIE

— ¿Te gustó?
— Si, pero no me gusta que intente comprarme, ¿a ti te gusta la fotografía?
— Si, pero prefiero la pintura, siento que es mas el esfuerzo y el sentimiento del artista, solía pintar mucho cuando viví en Italia, cuando regrese a Grecia dejé de hacerlo.
— ¿Porque?
— Me enamoré, eso era mi inspiración, cuando se volvió una rutina, me di cuenta porque ya no pintaba nada, por eso me regrese a Grecia. — Sebastien estaba en cuerpo, pero supuse que su mente estaba en otro lado—. ¿En que tu ayudo?—. Preguntó para cambiar el tema.

Le dí instrucciones de que libros sacar y como acordarlos mientras yo atendía a los clientes.

Eran las 5 de la tarde y para haber sido miércoles, la venta había sido buena, decidí cerrara, tenia cosas que hacer.

— ¿Cansado?— Le pregunté cuando se acerco al mostrador
— No mucho.
— Bueno pues eso fue todo por hoy. — Saque cuarenta dólares y se los di, Sebastien dudo en aceptarlos. — Tómalos. — Así lo hizo.
— Gracias, no es necesario, suficiente con que me tengan en su departamento.
— No te fijes. — Le sonreí, parecía que al fin estábamos llevándonos bien.

Salimos y comenzamos a caminar hacia el estacionamiento, hacia mucho calor típico de mayo, subí al carro, pero él no, se asomó por la otra ventanilla.

— Te veo en la noche. — Me avisó.
— ¿A donde vas?— Pregunté, tenía miedo de que se perdiera.
— A conseguir un regalo.
— Bueno, no creo llegar ahorita a la casa, voy a ver a unos amigos, supongo que llegaré en la noche.
— Pero llegas a cenar ¿verdad?
— Si, voy a pasar por Sophie.
— Nos vemos entonces. — Se impulsó sobre sus manos para alejarse, dio la vuelta y se fue.


Pasé por Sophie, que en todo el camino a casa no dijo nada, subimos as dos a paso lento, con ganas de decirnos algo a menos de mi parte, pero no pude.
Le abrí la puerta y la deje pasar primero, las luces apagadas, menos unas luces de vela que provenían de la sala, una botella de vino, copas y solo servicio para dos personas en la mesa, y de pronto un grito de la cocina.
Fuimos a ver que sucedía.

— No, salgan, ustedes esperen en la sala. — Dijo Sebastien, sacándonos de la cocina.


Obedecimos, ahí esperamos en silencio, una vez mas las palabras que expresarían mi sentir en ese momento eran obstruidas por mis labios que usaban la razón de no hacer una cursilería o una tontería.

Entro Sebastien a la sala y puso música, que debía ser griega ya que no entendía nada.

— Se que no debo meterme, pero por lo que he visto ustedes no han tenido una semana fácil, y yo se lo que es eso, empezar a enojarte por cualquier cosa, si realmente se quieren no lo hagan.
— ¿Porque hay solo dos lugares para cenar?— Preguntó Sophie
— Así los acomode, porque hoy solo van a cenar ustedes dos, bueno yo también pero no aquí, yo voy a ir a ver a dar la vuelta por ahí. — Tan pronto termino de decir esto, se puso una chamarra de mezclilla ligera, y se encamino a la puerta—. Los platos están servidos, regreso tarde, cuídense. — Fue lo último que dijo antes de meterse las manos a la chamarra, prender un cigarrillo y desaparecer.
Opté por tomar la iniciativa e ir por los platos.
Hasta ahora entendí a que se refería con lo del regalo, se esmero por nosotras bueno supongo que mas bien por su hermana, me sentí triste, si mis hermanos me hubieran entendido como él entendía a su hermana, talvez estaría mas completa.

Lleve primero la ensalada, me senté frente a ella y comencé a comer.

— ¿Como te fue hoy?— Me preguntó para iniciar conversación, no lo había notado hasta ahora, tenía los ojos hinchados, talvez de haber llorado, talvez por mi culpa.
— Muy bien.
— ¿Te llegó...?
— ¿Tu regalo?— La interrumpí.
— Aja.
— Si, gracias, pero no tienes que regalarme nada para disculparte.
— ¿Te gustó?
— Si. — Dije fríamente, me dolía hablarle así.
— Que bueno.

La cena siguió tranquila o lo que sigue de tranquilidad, por que no hablamos mucho.

Cuando regrese con el postre la vi llorar.

— ¿Que nos esta pasando Alex?
— ¿A que te refieres?
— Seamos realistas ya casi nunca nos vemos, nos estamos distanciando.
— ¿Y es mi culpa?— Me hizo enojar, sentí que era mas un reclamo que otra cosa. — ¿Soy yo la que prefiere trabajar hasta tarde?, ¿Soy yo la que ya no esta? ¿Soy yo la que se satura de trabajo?
— No es tu culpa Alex, lo admito es mía.
Cuando dijo eso, lo sentí, sentí el miedo de poder perderla por mis tonterías, se suponía que yo la debía entender. Me acerque y la abrace, no solo eso, tenia ganas de acariciarla, de estar con ella.
— No es tu culpa, es de las dos, pero no me importa de quien se el problema, lo que me importa es encontrarle una solución, Te amo Sophie.
— Te amo Alex, siempre has estado para mí.
— Ese es parte de mi plan. — Despegue un poco la cabeza para verla a sus ojos, ahí estaban tal y como me gustaban.
— ¿Y cual es tu plan?
— ¿El de hoy o el de mañana?
— El de hoy
— Estar contigo
— ¿Y el de mañana?
— Vivir para hacer lo mismo que hoy.
— ¿Alex?
— Mande. — Le dije mientras acerque mi nariz a su pelo y olerlo, me gustaba todo de ella.
— Abrázame.
— Siempre.


SEBASTIEN
“CUAL ES EL PUNTO DE SER LESBIANA SI UNA MUJER VA A ACTUAR Y VERSE COMO UNA IMITACIÓN DE UN HOMBRE”

Regrese al departamento, ya era tarde, supuse que era una hora decente como para que ya hubieran terminado de... sacudí la cabeza, para borrar esas imágenes, imaginarte a tu hermana desnuda no es precisamente una imagen que quisiera tener en mi mente.
Abrí la puerta, y entre sin hacer ruido, me dirigí a mi cuarto, pero algo llamo mi atención, ellas estaban en la sala, vestidas, dormidas “¿Que diablos?”, pensé, uno que las deja aprovechar y no lo hacen.
Iba a dejarlas ahí, pero talvez estarían incomodas, cargue a mi hermana y la lleve a su cuarto, ahora tocar y cargar Alex no era algo que se me antojara, pero lo hice, me sorprendió sentir su piel tan suave, verla así dormida no la hacia parecer lo que era.

Volví a mi cuarto, intente dormir pero no pude, aun tenia su imagen en mi cabeza, leí un rato hasta que el sueño me alcanzó.

Una vez mas alguien corría, Sophie por supuesto, le regalaría un despertador con sonido más fuerte.
Supuestamente hoy si llegaba la hija de su jefe, aunque según me había contado en su trabajo ya hasta dudaban de su existencia, o eso decían en broma porque nadie la conocía.

Me levante, aunque no quería hacerlo, si no le preparaba el desayuno se iría con el estomago vacío, no valió mucho la pena haber desperdiciado mi tiempo, solo se tomó el café, besó a Alex enfrente de mi, me dio asco, tenía que reconocerlo, pero si quería seguir viviendo ahí tendría que acostumbrarme.

Alex y yo como un hábito ya, desayunamos con más calma, me pidió de nuevo que le ayudara en la librería, eso sonaba más interesante que quedarme a ver la televisión.

Llegamos a la misma hora o casi la misma hora que ayer, hubo movimiento, pero a la hora de la comida la gente desapareció.

— Tal vez no se prepara de comer, pero se donde encargarla, ¿que se te antoja?— Me preguntó.
Bajé la caja de libros que cargaba y me acerqué más a ella para ver que opciones me daba.
— ¿A ti que se te antoja?— Conteste con otra pregunta
— Lo que tú quieras
— ¿Pizza?
— Mmm..... — Supuse que no le agrado mucho la idea
— ¿Sushi?
— ¿Te gusta?
— Es de mis comidas favoritas
— También a mi me encanta, eso los tacos y la pasta me matan.
— ¿En serio?
— No me digas que a ti también...
— Me encantan, bueno jamás he ido a México a comer unos tacos realmente, pero en Atenas había un restaurante, el dueño era Mexicano se había casado con una griega, yo iba todos los fines de semana a cenar ahí.
— Que extraño, Sophie es completamente vegetariana.
— Lo sé, no se cuando le entró la aberración por la carne.
— Un día te voy a invitar a un lugar de comida mexicana buenísimo, bueno regresando a lo de ahorita, Sushi ¿verdad?, ¿con que lo quieres?
— Tu escoge por mi, no se que variedad tengan aquí. — Regrese a seguir acomodando libros.

Cuando llego el Sushi, decidió cerrar por una hora y fuimos a comer a la parte de atrás.
— ¿Alguna vez te han tomado fotografías profesionales?— Pregunte
— No, me gusta tomar fotos no que me las tomen.
— ¿Tu te has pintado?
— No soy bueno para hacer autoretratos.
— Cambiando de tema, hoy vamos a salir con unas amigas, ¿gustas?
— Son... — La idea de decirlo talvez la ofendería
— ¿Gays?
— Si, bueno unas son bisexuales, pero iremos a un bar normal.
— Supongo que estará bien.
— ¿Entonces es un si?
— Si
— Que bueno, porque, igual y ahí es donde vas a trabajar, bueno al menos en lo que te consigo algo mejor, pero si no te gusta no hay problema puedes seguir ayudándome.
— Gracias

Cerró a la siete para ir a cambiarnos. Mi hermana ya estaba entrando, cuando nos vio acercándonos para entrar al edificio, no supe si le dio gusto por ver a Alex, por verme a mi, o por los dos, pero sonrío, y eso la hizo verse mas guapa.

El bar no era grande pero si acogedor, los colores de un antro bohemio lo describían como tal. Alex paso a un lado de mi, atrás de ella iba mi hermana tomándole la mano, y yo detrás de ellas, siguiéndolas a una mesa que estaba casi al fondo pero cerca de la barra, a pesar de su estilo había muchos cuadros de pop Art, lo que me provocó un ligero mareo que rápido paso. A pesar de la poca luz, vi a sus amigas, y si soy sincero había unas que me gustaron, pero si eran lesbianas totalmente, era caso perdido intentarlo.
— Chicas, él es Sebastien mi hermano. — Me presentó Sophie con sus amigas—. Sebastien ellas son Heather. — Me saludó de beso la chica de cabello rubio, sus ojos azules eran grandes pero encajaban perfecto con el resto de sus facciones, demasiado delgada talvez, supuse que la chica que estaba a lado de ella era su pareja porque se presento sola al ver que le ponía demasiada atención a Heather.
— Soy Adrienne. — Me dijo, ella era un poco mas morena que Heather, no latina, descendiente de afroamericanos talvez, sus ojos verdes le iban bien con su tono de piel, y las facciones de su cara igualmente eran muy finas.
— Ella es Brooke. — Continuó mi hermana
— Hola. — Le dije a la chica que estaba a lado de Adriene, completamente diferente a las otras dos, ella era mas blanca pelirroja.
— Ella es Aitana. — Dijo Sophie, era española, lo adivine primero por el nombre y después por su físico, su piel apiñonada, su cabello lacio y castaño hasta los hombros, los ojos almendrado y la forma de su nariz no negaban su procedencia.
— Y yo soy Andreea. — Latina, adiviné de inmediato, por su acento, su piel dorada, la raza de bronce.
— Mucho gusto. — Les dije a todas.

Ellas ya habían ordenado yo solo pedí un vodka. Su plática no iba mas allá de sus relaciones personales, por lo visto no les gustaba mezclar el estrés del trabajo.

Mientras veía mi vaso ya medio vacío, vi de reojo que todas voltearon a verme o eso pensé, voltee hacia donde ellas veían, era Daniela.
— Hola. — La saludé con gusto, llegaba en un buen momento.
— Hola ¿bailamos?
— Seguro. — Hizo una señal al bar tender y la música cambio de ritmo, era música latina, lo primero que paso por la mente es que Daniela era algo del dueño.

Al principio fue difícil, yo jamás había bailado salsa o algo así, pero luego me di cuenta de que era como la música te hacia sentir, eso hizo que fuera mas sencillo.

Los ritmos eran muy variados, pero ya había tanta gente en la pista que no importaba que tuviera dos pies izquierdos.

Me pidió un descanso, y acepté, a mi ya me empezaban a doler los pies de tanto bailar, regrese a la mesa a sentarme.
Ellas no se habían movido de ahí, me senté y pedí simplemente agua.

— No sabía que supieras bailar ritmos latinos. — Me preguntó ¿Brooke? O era ¿Andreea? No supe realmente.
— Ni yo tampoco. — Le contesté.

De pronto Andreea, Heather y Aitana me interrogaban de mi vida. Intenté contestar todas sus preguntas pero vi que eso había irritado a las otras.

Una vez mas Daniela aparecía en un buen momento, pero eso cambio, tan pronto llegó se fue, solo había ido a despedirse, haciéndome prometer que le hablaría pronto. Yo no estaba buscando una relación estable, lo más probable es que no le hablaría.
Mire a Alex, su platica era interesante.

— No entiendo, a las mujeres que les gustan las mujeres... — Dijo Alex antes de ser interrumpida.
— Lesbianas, amor. — La corrigió Sophie
— No deberían vestiré ni intentar actuar como hombres
— ¿A que te refieres? — Preguntó Aitana—. Tú compras tu ropa en la sección de caballeros y tienes el cabello súper corto.
— Me refiero a las que se operan, no necesitamos algo más para el sexo.
— ¿Tu que piensas Sebastien? Todo esto debe ser nuevo para ti, ¿o no?, Quiero decir descubrir que tu hermana es lesbiana. — Cuestiono Adrienne para incomodarme
— ¿Que tiene de raro? Sigue siendo mi hermana. — Le conteste mientras vi a mi hermana sonreír.
— Pero. — Insistió Adriene—. Tu familia es muy religiosa, ¿cierto?
— Aja. — Le respondí de manera sutil.
— No se supone que están en contra de los homosexuales y todo eso, no se supone que Dios lo prohíbe. — Me miraba como esperando que yo no supiera que contestar, analicé mi respuesta antes de darla a conocer.
— Si Dios me pidiera dejar de querer a mi hermana por lo que es, no lo haría, sin embargo Dios es amor, y él no me pide que no quiera a mi hermana, es el ser humano que ha estereotipado el amor carnal de hombre y mujer y deja a otras opciones, sabiendo que puede haberlas, si tengo que cambiar mis creencias por mi hermana, no lo dudaría. — No había notado cuando Sophie se levantó de su silla hasta que sentí su calido abrazo.
— Te quiero mucho. — Me susurró
— A mi me habría tener a alguien así, me refiero a alguien de mi familia que me hubiera aceptado incondicionalmente. — Dijo Aitana
— Si, a mi también, digo no me rechazan pero evitan hablar de eso como para negarlo. — Habló Heather.
— No supe si vi bien, o era el alcohol pero Alex parecía haber dicho “Yo también”, después de eso vi que ella ya no estaba con nosotros, se quedo perdida, perdida talvez en un tiempo pasado.

Llegamos a la casa no tan de madrugada, Sophie se fue a dormir, mientras yo acepte la invitación de Alex de tomarnos una cerveza.
Mis ganas de preguntarle sobre su pasado eran muchas y talvez las respuestas serian pocas.
















ALEX
No fue fácil

Le destape la cerveza a Sebastien, nos sentamos en la sala, no supe bien porque estaba ahí conmigo, solo estaba ahí sin decir nada, sin juzgarme.

— No me respondas si no quieres. — Me dijo al poco rato sin atreverse a mirarme a los ojos.
— Dime. — Intenté sonar dulce, aunque eso no se me diera bien.
— ¿Que es lo que sucedió para que nunca menciones a tu familia? — Su pregunta fue directa, dudé en contestar, pero decidí hacerlo.
— ¿En serio quieres saber? — Le sonreí sarcásticamente.
— Si te sientes bien contándomelo.
— Va a ser largo así que déjame ir por otra cerveza. — Entré a la cocina y saque las cervezas, mismas que puse en la mesa de la sala y me senté.
— Gracias. — Dijo terminándose la cerveza que tenia en las manos abriendo otra.
— Empecemos, soy de Missisipi, no se si sepas pero el sur es conocido por su poca tolerancia a lo diferente, en fin, vivía con mis papas, mis dos hermanos y mis dos hermanas, éramos cinco. Mi infancia supongo que fue normal, no te voy a negar que a veces yo misma me preguntaba que pasaba conmigo, pero el problema empezó en secundaria y me di cuenta de que no me atraían los hombre sino las mujeres, intente convencerme de que era normal que estuviera confundida por eso de la adolescencia, pero no fue así. — Le dí un trago a mi cerveza—. En la prepa me acepte pero no salí del closet, mi familia es cristiana y pues ya sabes casi son las mismas reglas, la homosexualidad es pecado.
— Así es en casi todas las religiones.
— Aja, bueno, supongo que mi padre empezó a notar algo raro en mi, porque empezó a hacerme citas con chicos del templo, salía con ellos por no defraudar a mi padre, en cierto modo yo había sido su consentida por sobre mis hermanos, talvez era porque me parecía mucho a él o no se. En el ultimo grado de preparatoria la conocí, empezamos a salir como amigas, no supe si ella sentía lo mismo por mi, pero a pesar de las murmuraciones que hacían mis compañeros en la escuela ella no hacia caso, para no hacértela larga, fue un día que nos habíamos quedado hasta tarde jugando volleyball, ya no había nadie en los vestidores, cuando la besé, tampoco supe si fui correspondida, yo sentí que si, pero salió corriendo, ahí empezaron los problemas, su novio iba en la escuela y le contó, porque esperaron a que yo anduviera sola y ... — No supe si debía continuar o no, el recordarlo aun me provocaba algo que no se describir. Sentí la mano de Sebastien sobre mi hombro, su reacción fue la de un amigo.
— No continúes si no quieres. — Me dijo.
— Estoy bien, ese día mi papa iba a pasar por mi, al ver que no salía entró por mi y vio a los chicos que intentaban violarme, que puedo decir a eso te expones cuando eres diferente, mi papá los asusto y ellos salieron corriendo, solo John se quedó para decirle “Solo le estábamos reafirmando su sexualidad” y se fue, mi papá e dejó ahí, sin decir nada.
Cuando regrese a casa después de vagar por rato pensando que iba a ser o que iba a decir, mis hermanos me esperaban con una maleta y 50 dólares, desde entonces no he sabido nada de ellos. Me costó pero salí adelante por mi, creo que hizo mi personalidad mas fuerte, solo Sophie me ha podido ablandar un poco, desde que la conocí supe que si se podía dar amor sin esperar nada a cambio y me prometí que iba a estar para ella siempre que lo necesitara.
— Yo creo que el amor es verdadero, cuando el amor de los dos es más fuerte de la necesidad del uno por el otro.
— Talvez, pero yo sin ella estaría perdida.

Le ofrecí irnos a dormir, iba a entrar al cuarto cuando me habló

— Dices que vas a estar ahí para ella, pero ¿Y quien va a estar para ti? — Dijo y cerró la puerta de su cuarto.

Me metí a la cama y abracé a Sophie, quería sentirla cerca, sentir que nunca se iría lejos de mi.


Vi el reloj y me levante aprisa, por supuesto Sophie no estaba, salí a la sala y solo estaba Sebastien recogiendo un poco, que buen partido sería para una mujer.

— Tu desayuno esta en el microondas. — Me dijo, mientras yo caminaba como zombie, con los brazos colgando, estaba muy cansada, las pesadillas no me habían dejado dormir bien. Me senté y él también se sentó.
— ¿A que hora se fue Sophie? — Le pregunté.
— Iban a dar las nueve, se le hizo tarde ya sabes. — Me volteó a ver—. ¿Quieres que te acompañe a la librería?
— Si, oye ¿te gusto el bar de ayer?
— Si, el ambiente es muy relajado.
— Saliendo de la librería iremos otra vez, pero esta vez a que hables con el gerente, talvez ese sea tu nuevo trabajo.
— Me parece bien.

El día trascurrió sin nada fuera de lo normal, cuando íbamos hacia el bar note a Sebastien un poco nervioso.
— Relájate. — Le aconseje
— Se nota que estoy nervioso ¿verdad?
— Me recuerdas tu hermana el día de su entrevista para su trabajo.
— ¿Nos parecemos tanto?
— Solo un poco. — De hecho solo era el físico, el era paciente, y ella desesperada, él era mas ordenado y Sophie era un caos, pero mi caos personal.

Aun no había llegado Dylan al restaurante, por lo que nos sentamos en una mesa.
— ¿Y no has querido averiguar que fue de ellos? — Me preguntó.
— ¿De quienes? — Le contesté
— De tu familia.
— Ahh. — Nunca antes lo había pensad—. Ellos me enterraron ¿no?, porque no habría yo de hacer lo mismo.
— Porque talvez a diferencia de ellos podría interesarte un poco.
— ¿A que te refieres?
— Que podrías interesarte en que ha pasado con ellos, el enojo y el coraje son sentimientos de arrebato, se pasan.
— No me interesa Sebastien, ellos me negaron, y no te voy a mentir me dolió, pero tuve que superarlo y axial lo hice.
— Te entiendo pero...
— Pero nada Sebastien, ellos son mi pasado, lo escogieron ellos y no me queda mas que respetar su decisión... — Lo vi con intenciones de seguir discutiendo cuando Dylan entró, salvándome.
A Dylan yo le tenia un gran aprecio, él fue el único que me apoyo cuando llegue a Nueva York.
— Hola guapa. — Me saludó
— Hola Dylan. — Vi la cara de Sebastien y me di cuenta de que no era lo que esperaba—. Él es Sebastien.
— Déjame adivinar hermano de Sophie ¿cierto?
— Mucho gusto. — Lo saludó Sebastien aunque no creí que el gusto fuera cierto.
— Permítanme. Dijo y se retiro para traernos unas bebidas.
— ¿Es gay? — Me susurró Sebastien, claro que después de ver como caminaba Dylan y sus poses, la respuesta a la pregunta era más que obvia, pero no tuve tiempo de contestarle porque Dylan regresó con las bebidas.
— Me dice Alex que estudiaste Gastronomía
— Así es
— Ya veo ¿Te gustaría un trabajo en la cocina?
— De preferirlo por supuesto que lo haría, pero aceptare cualquier cosas que usted me ofrezca.
— No me llames de usted, háblame de tu, mi nombre es Dylan McAvoy pero dime Dylan, regresando al trabajo, de momento solo te puedo ofrecer un puesto de bar tender, pero si pruebas que eres digno te ascenderé, ¿que dices?
— Me parece bien.
— Ahora ¿cuanto quieres ganar?
— Ahora eso no Dylan. — Intervine.
— Vale, vale, ya lo negociaremos él y yo, entonces preséntate mañana a las 5 p.m., te quedaras con el turno de 5 p.m. a 1 a.m. y aunque parezca raro descansaras los sábados y los lunes, el lunes es porque ese día no abrimos. — Sorbió lo poco que le quedaba de cosmopolitan y se fue.
— Vamos que ya es tarde y hay que pasar por Sophie. — Le dije a Sebastien.


Había tráfico y no habíamos hablado nada.
— Si es gay. — Le dije para romper la tensión—. Pero no te preocupes no te hará nada.
— Si no hay problema.
— Dylan ha sido un buen amigo de Sophie y mío.
— Ya veo
— ¿Que te ocurre?— Le pregunte sin esperar una respuesta.
— Una tontería nada de importancia. — Me dijo, si él decía eso es porque así era, cuando un hombre te dice eso, es porque en realidad no es nada.

Entramos al edificio donde Sophie trabajaba, ahí estaba Kathy la recepcionista.
— Buenas noches. — Salude por cortesía.
— Bunas noches. — Dijo ella que talvez había reconocido mi voz ya que no me volteo a ver y siguió tecleando en su computadora.
— Hola. — Saludo Sebastien, Kathy lo volteó a ver enseguida.
— Hola, ¿En que le puedo ayudar? — Preguntó ella demasiado amable y con una voz chillona que martirizaba mis oídos.
— Vengo con ella. — contestó Sebastien
— ¿Esta Sophie? — Pregunté
— Si en su oficina. — Respondió sin apartar la mirada de Sebastien, que la ignoraba por completo, cosas que me provocó una gran alegría.
— Sígueme. — Le dije a Sebastien.

Mientras caminábamos por los pasillos, noté la mirada de las chicas que trabajaban ahí, pero no sobre mí sino sobre Sebastien, que seguía sin notarlo.

Entramos a la oficina y la cercanía de Sophie con otra chica me extraño.











SOPHIE
SENTIMENTALISMO

No los esperaba pero me alegro verlos, me acerque a Alex y la bese sin importarme que ahí estuviera mi nueva jefa. Extrañaba sus labios, su forma de besar, me detuve antes de hacer otra tontería. Volteé para presentarlos.

— Alex ella es mi jefa, Anne Johnson, Anne ella es Alex, mi novia y él es mi hermano Sebastien. — Vi como Alex la recorrió con la mirada, mi jefa era mejor que su padre, alta, delgada, con su pelo oscuro ondulado, con los pechos operados eso era obvio, pero sin exagerar, aun me preguntaba que medida seria, la cara de actriz, bueno de modelo talvez, no tenia porque negarlo cuando la conocí me llamo la atención, y al ver la reacción de Alex cuando se la presente pude ver que ella notaba algo, tendría que aclararle que no tenia nada de que preocuparse, ella seguía siendo la única.
— Mucho gusto. — Saludo Anne sin mucho entusiasmo y sin estrecharles la mano, se limitó a un ligero movimiento con la mano—. Bueno Sophie te encargo checar la casa, buenas noches. — Salió tan deprisa que no me dio tiempo de contestarle.
— ¿Nos vamos? — Preguntó Alex
— Que buen trabajo tienes So. — Dijo Sebastien, intentando hacer más ligera la tensión que aun había.
— Gracias. — Dije y me acerque a mi escritorio—. Ya nos vamos solo denme unos minutos.
— So... — Habló Sebastien de nuevo.
— Mande
— ¿Donde esta el baño?
— Saliendo de los elevadores en este piso, a la derecha.
— Gracias
Salió de la oficina y Alex se sentó mi silla, comenzó a dar vueltas sobre la silla mirando al techo.
— Que confianza hay entre tu y la señorita Johnson, como para que se acaben de conocer ¿no?
— Alex no empecemos, hasta donde se vive con su novio y están por casarse.
— ¿Y por eso pone su mano sobre tu hombro?
— Alex, estábamos trabajando.
— Si yo tratara así a todas las que van a la librería...
Sebastien entró corriendo, y un poco nervioso.
— Nos vamos. — Articuló las palabras tan deprisa que casi no le entendí.
— ¿Que te pasa hombre? — Preguntó Alex.
— Las chicas de aquí están locas So.
— ¿Que te hicieron? — Pregunté intentando aguantar la risa, pero por su cara, no se necesitaba mucha imaginación.
— Dos se metieron tras de mi al baño, pero yo ni siquiera lo note hasta que salí.
— ¿Y?
— ¿Tu para que crees que se hayan metido?
— ¿Para? — Alex hizo un movimiento con la mano hacia arriba y hacia abajo,
— Aja
Alex y yo no s quedamos mirándonos y soltamos la carcajada contenida, era tan sexy cuando se reía así.
— ¿Y que les dijiste? — Preguntó Alex aun riendo
— ¿No me viste entrar aquí corriendo?, no les dije nada.
— Vaya vaya con el casanova. — Dijo Alex
— A mi no me dio risa, ¿nos vamos ya?
— Vámonos pues, pero quien sabe si nos dejen salir contigo. — Dije mientra apagaba el monitor.
— Es en serio So, eso me dio miedo.
— ¿Que? ¿Las hijas de Zeus no son tan aventadas? — Preguntó Alex refiriéndose a las griegas.
— No, bueno... tal vez. — Contesto Sebastien encontrándole al fin lo gracioso al tema.

Alex y yo tuvimos que cubrir a Sebastien, pero a pesar de eso, vi como se lo comían al pasar por ahí. Salimos ilesos.

— Les invito una hamburguesa. — Dijo Alex al acercarnos al carro.
— Pero yo no... — Intenté alegar.
— Tú comes papas. — Me interrumpió Sebastien
— No, a ti te invitamos una ensalada o algo así. — Me defendió Alex.
— No se porque no te gusta la carne So.
— Ya vez, talvez soy adoptada. — Dije sin indignarme
— Eso explicaría muchas cosas. — Dijo Sebastien abriéndome la puerta del carro.

Llegamos a pedir las hamburguesas, Alex siempre insistía en sentarse en las mesas que estaban por las esquinas, Sebastien no puso objeción a pesar de que yo sabía que eso le disgustaba.

— ¿Te aceptaron en el bar? — Le pregunte a Sebastien, mientras Alex había ido a pedir las hamburguesas.
— Si, pero no sabia que el gerente era... — Aun se le dificultaba decir esas palabras.
— ¿Gay?
— Axial es.
— No pensé que se sorprendería tanto. — Dijo Alex que acababa de regresar.
— Es muy buena persona Bastien. — Le dije para reconfortarlo.
— Y no lo dudo. — Se quedó mirando por el espejo. — ¿Y a ti que tal te fue en el trabajo? — Dijo de pronto para cambiar la conversación.
— Bien, parece que me van a ascender...
― ¿Que no la viste? Se lleva de maravilla con si jefa.
— ¿Vas a seguir con eso? — Ya me estaba hartando de su conducta tan infantil.
— Creo que es lo que no me gusta de una mujer. — Dijo Sebastien de pronto.
— ¿Que? — Pregunto Alex
— Que se refiera hacia mi como su propiedad.
— A mí si me gusta que me cuiden. — Le contesto Alex.
— No creo en los celos, para mi significan inseguridad.
— Para mi significan que le importo a la persona que quiero. — Dijo Alex poniéndose a la defensiva, el ambiente se puso denso debido a la tensión que había entre los tres.
— ¿Tu que piensas? — Pregunto Sebastien.
— Creo que los dos están locos de remate, quiero decir, esta bien tener celos pero no excesivos, tiene que haber una balanza, porque si no celas a tu pareja, quiere decir que no te importa; pero si la celas demasiado. — Volteé a ver a Alex, para ver si captaba la indirecta—. Tal vez sea porque sientes una inseguridad por que se vaya, y la pierdas para siempre porque no confías lo suficiente en ti y tampoco en ella, por otra parte confiar demasiado en alguien te puede cegar, ósea tiene que haber un punto intermedio, pero como a los seres humanos nos gusta blanco o negro, si o no, no hemos creado un mas o menos, porque a la vez eso reflejaría la inseguridad que...
— Sophie, So, So. — Alex me hablo para dado cuenta de que había empezado a hablar por hablar.
— Sophie creo que realmente se te ha zafado un tornillo. ― Me dijo Sebastien, con un tono que no parecía el de él, totalmente burlándose de mi, me provoco enojo y coraje, primero querían mi opinión y ahora que se las daba se burlaban, los ojos se me llenaron de lagrimas, talvez era mi sentimentalismo de niña tonta pero no lo pude evitar.
― Con permiso. ― Dije, y camine hacia el baño
― Eres un bruto, es tu hermana y la conoces. ― Pude escuchar como le reclamaba Alex, pero el resto de su conversación se perdió cuando entre al baño, no había nadie, me recargue sobre el lavabo y cerré los ojos, escuche la puerta del baño abrirse.
― Tu hermano esta loco, no le hagas caso. ― Alex me abrazo por la cintura.
― No es eso. ― Le respondí, lo que me pasaba era otra cosa, algo que me había sucedido en la tarde y no sabia si contarle o no, algo que me había provocado un malestar y no porque se hubiera tratado de mi.
― ¿Qué tienes So? ¿Sabes que sea lo que sea me lo puedes decir? ¿Verdad?
― Lo sé, y no es nada malo, bueno, es solo que hoy me marco mi mamá.
― ¿Y por eso estas triste? ― Me miro como si fuera una tontería lo que me pasaba.
― Olvídalo Alex. ― Me escape de sus brazos como pude y salí del baño, Sebastien ya había empezado a comer su hamburguesa, me senté a un lado de él y en seguida Alex se sentó enfrente de nosotros.
― Perdón So… ― Sebastien hablo como pudo, porque tenia la boca llena de hamburguesa y papas, en cuanto pudo pasar el bocado me abrazo y me susurro “Te quiero mucho”.
― No te preocupes Sebastien, es cosa mía, cosa de mujeres.
― No preguntare mas, eso es terreno peligroso, come tu hamburguesa.

Alex no hablo mas, solo Sebastien y yo pero de cosas irrelevantes.

Llegamos al departamento y Alex se fue derecho al cuarto, cosa que Sebastien iba a imitar pero lo detuve.
― Podemos hablar, ― Supliqué
― Seguro So, ¿Qué pasa?, ― Me dijo cariñoso, y nos fuimos hacia la cocina.
― Me siento mal
― ¿Qué es lo que sucede? ― Preguntó preocupado
― Mamá me hablo por teléfono hoy.
― ¿Y que te dijo?- Aun seguía con el seño fruncido, signo de preocupación en él.
― Me dijo que Lily se casa…
― ¿En serio?
― Si
― Eso no es lo que te preocupa ¿verdad? Después de todo ya se había tardado.
― Tienes razón, no fue eso
― ¿Entonces?
― Creo que mamá jamás va a aceptar lo que soy.
― So eres su hija y te ama
― No estoy segura Sebastien. ― Evite su mirada, hasta que me hizo verlo cuando con su mano me tomo del mentón y me movió lentamente.
― Te dijo algo más ¿cierto?
― Recuerdas a esta chica María, la hija de los Andreatos.
― ¿Qué pasa con ella?, lo ultimo que supe fue que se iba a casar.
― No se caso, se fue con una chica, y se lo dijo a su novio una noche antes de la boda, por supuesto es el gran escándalo.
― ¿Y eso que tiene que ver contigo?
― Si hubieras escuchado a mamá expresarse de ella, hablaba como si fuera el diablo, que no había salvación para ella, que todos veían con malos ojos a su familia desde entonces, fue horrible. ― Mis lagrimas salían sin que yo pudiera detenerlas, Sebastien me abrazo, eso me reconforto.
― So, no te preocupes ahora.
― ¿Que no me preocupe?, Sebastien mi mamá hablo sobre la posibilidad de venir antes de la boda.
― So, relájate si eso pasa, ya te ayudare a pensar en algo, cuentas conmigo.
― Te quiero Bastien.
― Yo también So, yo también.

Esa noche la pase en cama de Sebastien, como cuando éramos pequeños, y yo lo consolaba después de uno de los merecidos regaños que se llevaba de parte de mi papá, solo que esta vez era diferente, muy diferente.
























SEBASTIEN
La guerra de los sexos…
Jamás será ganada

Pedro, el español, se acerco mientras servía unos martinis. Pedro era el mesero o cuando había mucha gente en el bar lo mandaban a ayudarme, ya tenia un mes trabajando y ya conocía por lo menos de vista a todos los que trabajaban conmigo.
― ¿Sabes quien juega mañana? ― Preguntó
― ¿Quién juega que? ― Conteste con otra pregunta.
― Gracias. ― Dijeron las chicas de los martinis y se fueron.
― El juego de futbol, mañana juegan España contra Grecia.
― No sabía, he estado desconectado un tiempo.
― Ya veo, en fin, Elliot, Pierre y yo queríamos saber si lo podemos ver en tu casa, ya sabes reunión mañana es lunes.
― ¿Por qué no lo hacen en casa de alguno de ustedes?
― Mi esposa nos correría.- Dijo Elliot, que era aparte del gerente el único americano que trabajaba con nosotros, había llegado sin que yo lo notara, pero sin duda ya debería estar acostumbrado a su loción que siempre me calaba en la nariz.
― Yo tampoco puedo, mi novia va a llevar a sus amigas.- Pierre, que con su acento francés hacia que se me dificultara entenderle, también se unió a la conversación, después de todo el era uno de los interesados.
― Ten cuidado con eso. ― Dijo Pedro burlándose ―. Entonces que dices Sebastien?
― No lo se. ― Dije sin mentir, no sabia si eso le parecería bien a Sophie y Alex, pero recordé que iban a salir, Sophie había mencionado algo sobre que había pedido el día libre.
― Di que si.
― Vale esta bien.


Llegaron puntuales, a Pierre y a Elliot no les importaba el juego pero para Pedro y para mi era nacionalismo.

Ganó España y eso hirió mi ego, ansié la revancha para demostrar la supremacia Griega.

― Relájate. ― Dijo Elliot, porque no encargamos una pizza y jugamos póker.
― ¿Tienes el numero?
― Pedro, España ganó y como buen vencedor te toca encargar las pizzas.
― Pero si he ganado
― Lo siento así es esto.

Nos sentamos alrededor de la mesa, Elliot sacó su baraja de mujeres desnudas y nos dispusimos a jugar.

― Hay que apostar, ― Sugirió Pierre con una mueca irónica.
― No traigo mucho dinero. ― Dijo Elliot
― No te preocupes me pagaras la próxima semana.

Tocaron la puerta.
― Pizza. ― Dijo una voz femenina.
― Voy. ― Grité, abrí la puerta y la sorpresa fue inmensa, eran Alex, Sophie, Aitana, Heather y Adrienne.
― ¿Esto es para ti?- Pregunto Sophie, con las cajas de pizza en las manos.
― Si. ― Contesté
― ¿4 pizzas?
― Si
― ¿Con quien estas? ― Cuestiono Alex, haciéndome a un lado para pasar, pensé que los correría pero no lo hizo.
― ¿Qué juegan? ― Pregunto Aitana
― Póker. ― Contesto Pedro, que tenía la mirada sobre las cartas, el gesto ceñudo de concentración y las gotas de sudor resbalándole por las patillas.
― Sebastien me enseñas. ― Dijo Aitana, jalándome del brazo para que me sentara junto a ella.
― Si, seguro. ― Respondí y tome mi lugar pero ahora con ella sobre una de mis piernas, Adrienne no lo tomo muy bien por su expresión, no supe porque, ya que hasta donde tenia entendido, ella salía con Heather.
― ¿Podemos jugar? ― Pregunto Alex
― Por supuesto. ― Contesto Pierre, talvez esperando que ellas hicieran lo mismo que Aitana, pero se equivocaron y eso provoco mi risa interna, acercaron unas sillas, se quitaron las chamarras y sacaron los cigarros.
― Empecemos. ― Dijo Elliot, cogiendo una rebanada de pizza.

Sophie y Heather trajeron más cerveza y se sentaron en la alfombra alrededor de la mesa, pero cerca de donde estaban Alex y Adrienne, respectivamente.

El juego se torno disparejo, y para ese entonces ya debía la mitad de mi sueldo a Alex y Adrienne, Aitana y yo tomamos la decisión de retirarnos, ya me había acostumbrado a que estuviera sentada sobre mí, pero no me esperaba sus caricias en mi oreja, aunque también me gusto. Pedro y Elliot fueron los siguientes en desertar.
El juego era entre Pierre, Adrienne y Alex, todos decidieron apostarlo todo en una ultima jugada, Pierre se burlaba como si el triunfo fuera suyo, Adrienne tomo de su cerveza y sonrío ligeramente, mientras que Alex estaba concentrada en su juego, con una mano sostenía las cartas y con la otra acariciaba el cabello de Sophie como si fuera un amuleto de buena suerte.

Pierre fue el primero en bajar las cartas, su jugada era alta, Full, parecía muy difícil que le ganaran.
― Creo que gane. ― Dijo Pierre con satisfacción.
― Piénsalo mejor. ― Añadió Adrienne, bajando sus cartas, era Póker, se abalanzo sobre el dinero de la mesa, pero Alex interpuso su mano.
― Esto aun no acaba. ― Continuo Alex bajando Flor imperial ―. Creo que gano yo.
― Eso fue interesante ― Continuo Pierre, después de regresar del shock de haber perdido contra mujeres.
― ¿Qué es interesante?- Le cuestiono Alex mientras contaba el dinero que había ganado.
― Que me hayan ganados mujeres
― ¿Y? ― Adrienne alzo un poco las notas de su timbre.
― Las mujeres y el juego es como el agua y el aceite, no se llevan
― Pierre, creo que ellas han probado que se llevan de maravilla y que nosotros tendremos que aprender a perder. ― Dijo Elliot, aunque no supe si por quedar bien, por mandilón, o si en realidad eso pensaba.
― No mi estimado amigo, veras, las mujeres son inferiores en esto para nosotros. ― Dijo Pedro dándole la razón a Pierre.
― ¿Y quien lo prueba? ― Heather habló, aunque hasta ese momento se me había olvidado que estaba ahí.
― Yo. ― Respondió Pedro ―. Mira las mujeres son muy buenas para otras cosas, no para el juego, talvez para la cocina, las tareas de la casa, las cosas manuales…
― Para el sexo. ― Grito Pierre, provocando un estallido de risas por parte de ellos y mía.
― Aunque no todas eh. ― Pedro seguía la provocación, eso le iba a salir caro ―. ¿Tu que dices Sebastien? No tengas miedo, que no te harán nada.
― Yo digo que hasta este momento no hay nada de que me pueda quejar, aunque hay otras cosas.
― ¿Coincides en que las mujeres son inferiores en algo? ― Pregunto Elliot.
Dudé mi respuesta, si decía que si era ponerme a la comunidad entera de mujeres en contra, pero si no seria un traidor.
― Dejémoslo recapacitar su respuesta. ― Dijo Alex
― Algo bueno de los hombres es que no somos bipolares cada mes. ― Pedro anotó un punto a nuestro favor.
― Por eso son tan simples, y aburridos. ― Dijo Heather ―. ¿Sabes que hace una neurona en el cerebro de un hombre?
― ¿Fiesta? ― Intento adivinar Pedro.
― Ecoooo. ― Aitana que aun seguía conmigo rió discretamente, pero las demás lo hicieron públicamente ―. ¿Y sabes que hacen dos? ― Ninguno le pudimos contestar, lo mas probable es que nos iba a ofender ―. No se ha dado el caso.
Esta vez para mi molestia Aitana rió con ellas.
― Ríen de nervios. ― Se defendió Elliot ―. ¿Sabían que la inteligencia de las mujeres es como el área 51?
― ¿Por qué? ― Preguntó Aitana, cayendo en la broma
― Todos hablan de ella pero nadie sabe si en realidad existe.
No se porque recordé que el que ríe al último ríe mejor, y así fue.
― Yo siento curiosidad. ― Dijo Pedro, esta vez más serio.
― ¿De que? ― Preguntó Alex
― De los bisexuales, me refiero a que porque no se pueden decidir, a mi me daría morbo tirarme a una bisexual.
― Yo soy bisexual. ― Dijo Aitana, con tono neutral.
― ¿En serio? ― Elliot estaba sorprendido, ya lo había atrapado varias veces mirándola, supuse que le gustaba, y no era para menos, no traía brassier y eso provocaba la apreciación de su cuerpo aun mas, 5 de los 6 botones desabrochados de su playera tipo polo morada, y sus ojos tan expresivos, queriendo decir todo y sin usar la boca para decirlo.
― ¿Y luego? ― Preguntó Pedro, con curiosidad.
― Y luego ¿Qué? ― Continuó Aitana.
― ¿Qué te gusta mas?
― ¿A que te refieres?
― Se refiere a que si prefieres un pene o una vagina. ― Dijo Adrienne que ya parecía molesta con esa conversación.
― Oh, a eso, creo que por eso soy bisexual, me gustan los dos.
― Pero debes tener mas inclinación hacia alguno de los dos ¿no?, ósea ¿prefieres alguno de los dos? ― Pedro al parecer quería ver si la podía convencer de que se acostara con él.
― No, bueno hombre y mujeres son diferentes, eso esta claro, pero me gustan los dos, cada uno tiene sus pros y sus contras.
― ¿Cómo que? ― Pierre tampoco se daba por vencido
― Pues las mujeres saben tratar a las mujeres, en el sexo también, sabe que puntos realmente provocan un orgasmo, y se dan cuenta cuando estas fingiendo, y a los hombres los engañas más fácilmente.
― Claro que nos damos cuenta, si gritan como locas. ― El comentario de Pedro solo nos hizo gracia a nosotros, pero note la media sonrisa de todas ellas como queriendo decir que éramos unos verdaderos idiotas.
― Los hombre son los mas fáciles de engañar, solo tienes que gritar para que sientan que lo han hecho todo bien, aunque en realidad ni siquiera te dejan cerca, por eso de un hombre a un consolador que lo encuentras del tamaño que quieras, mejor el consolador. ― Las palabras de Heather hicieron eco en mi cabeza.
― ¿En que piensas Sebastien? ― Preguntó Alex que lo más probable fue que había notado mi perdida de noción.
― En eso.
― ¿En que? ― Elliot también parecía interesado en mí.
― Pues que somos demasiado egoístas, creemos que como nosotros estamos satisfechos damos por sentado que ellas también lo están, que si nosotros estamos contentos ellas también lo van a estar, y si estamos tristes o deprimidos hacemos todo lo posible por evitar que ellas se den cuenta, así no seremos “débiles”, que el sexo no solo es cuestión de minutos es todo un reto, que no necesitamos entenderlas simplemente mirarlas, porque su lenguaje es demasiado difícil de entender, pero si las miras, si las observas aunque ellas sepan que eres un completo idiota, también saben que estas ahí y no solo un animal que quiere comer y coger.
El silencio se quedo en la habitación después de mis palabras.
― Sebastien creo que eres puto. ― Dijo Pedro
― No yo creo que él es el primer hombre que conozco, capaz de aceptar o que siente y sabe que si no puede contra nosotros, simplemente ha declarado tregua. ― Aitana me defendió.
― Salud por eso. ― Alex levanto la cerveza.

Toda la platica me hizo recordar las palabras de un amigo mío, “La guerra de los sexos no puede ser ganada porque hay demasiada fraternización con el enemigo”.








SOPHIE
Después de tanto

Septiembre ya había llegado. El trabajo cada vez me absorbía más tiempo. A pesar de eso mi poco tiempo lo pasaba con Alex y Sebastien.
Miré mi reloj, eran las nueve, apagué la computadora, tome mi nuevo bolso Louis Vuitton que Alex me había regalado y me encamine a la salida cuando escuche que alguien me llamaba
― Sophie, Sophie. ― Gritó Anne, me gire para verla, deseé que no me pidiera quedarme otra vez, si lo hacia tendría que decir que no, cancelar otra cita con las chicas y Alex, provocaría que me aplicaran la ley del hielo.
― Dime.
― ¿Ya cenaste?
― No, aun no.
― Te invito a cenar, vas a pensar que es un poco inapropiado, pero mi novio salió de la ciudad y no quiero estar sola.
― Seria un placer, pero quede de ver a mi novia y a mis amigas.
― Ya veo
― Pero porque no vienes conmigo, te aseguro que a ellas les agradara la idea.
― ¿Estas segura?
― Por supuesto.
― Esta bien. ― Dijo sonriente- ―. Voy por mi bolsa y bajo ¿vienes en carro?
― No, pensaba tomar un taxi.
― Toma las llaves. ― Buscó en su bolso y me las entrego ―. No tardo.

Camine por el estacionamiento y fácilmente encontré su carro, un mercedes negro del año no pasa desapercibido.
Me subí del lado del copiloto y espere a que bajara.

Parte del trayecto solo se escuchaba la música de Sarah Brightman, una canción me gusto, le pediría el disco en cuanto bajáramos.
― Sophie. ― Dijo lentamente.
― Mande
― ¿Cómo sabes que aun estas enamorada de una persona?
― Mmm... no lo se.
― ¿Aun amas a tu novia?
― La adoro. ― Dije con franqueza.
― No hablo de adorar o idolatrar o querer, hablo de amar.
― ¿Por qué la pregunta?
― Mi novio y yo hemos terminado con todo eso, ahora es un fastidio estar juntos, inventamos cualquier excusa para evitar vernos, discutimos todo el tiempo, siempre llega muy tarde a la casa, pero no es él, es mi indiferencia, es simplemente que y… ya. ― Las lagrimas pasaban por sus mejillas y el nudo de la garganta no la dejaba continuar.
― Tal vez los dos necesitan algo nuevo. ― No supe si me escucho. ― Es por aquí. ― Dije señalando la calle donde estaba el bar.

Cuando llegamos aun no estaba lleno, porque encontramos lugar en el estacionamiento, tardamos en bajar, ella aun seguía triste, puse mi mano sobre su hombro, esperando que no malentendiera las cosas.
― Vamos, intentaremos pasar un buen rato.

Alex se paró al verme, pero se sentó de golpe, supe la razón de su acción, Alex insistía en que Anne estaba enamorada de mi.

― Hola So. ― Saludaron las chicas al verme.
― Hola a todas. ― Les hice un ademán con la mano y voltee a buscar a Sebastien, ahí estaba en la barra, le mande un beso con la mano, y el se quedo viendo a mi jefa, extrañado, pero no me dijo nada. ― Chicas ella es Anne Johnsson, Anne ellas son Brooke, ella es abogada; Heather, es la encargada de vestirnos bien, es diseñadora; Adrienne es psicóloga, aunque no muy buena porque no se entiende ni ella misma; Aitana, que no se realmente a que se dedica porque cambia de trabajo cada mes; Andreea es maestra de kinder; y Alex ya la conoces es mi novia.
― Hola, mucho gusto. ― Le dijo Anne y les dio la mano, e excepción de Alex que se paro y se fue a la barra donde estaba Sebastien atendiendo a una jovencitas, sentí coraje y frustración jamás le había dado motivos para que desconfiara de mi, me senté en vez de irla a buscar, iría mas tarde, cuando se le pasara su berrinche.

Pedro nos atendió toda la noche, me di cuenta que era porque aun tenia la esperanza de conseguir algo con Heather.
Anne al parecer cambio de humor y ya pasada la mitad de la noche acepto bailar con Adrienne, para enojo de Heather y alegría de Pedro que se acerco a platicar con ella sin que Dylan los viera.

Eran las 2 a.m. de acuerdo a mi reloj, mire a mi alrededor en busca de Alex pero fue en vano, intente buscar a Sebastien pero ya no estaba en la barra, solo Pierre, Elliot y otro que no conocía.

― ¿Aitana? ― La llamé, pero ya no estaba a mi lado, mira hacia la entrada y ahí estaba, regreso con nosotras y tomo su lugar junto a mi ―. ¿A dónde fuiste?
― Sebastien me pidió que te avisara que iba a llevar a Alex al departamento, que no te preocuparas.
― ¿Alex esta mal?
― Se le pasaron un poco las cervezas. ― Dijo nerviosa y pidió otra margarita a Pedro que puso cara de pocos amigos.
El tiempo transcurrió lentamente, pero en cuanto pude llegue a casa, gracias a Dios, Pedro se ofreció a llevar a Heather y a Brooke a sus casas, después de que nos diéramos cuenta de que Adrienne y Anne habían desaparecido sin decir nada.

Las luces estaban apagadas y no se oía nada, en mi cuarto el silencio reinaba igual.
Un ruido del cuarto de Sebastien llamo mi atención, entre lentamente, ahí estaban, Sebastien me hizo señas de salir del cuarto y de no hacer ruido. Él salió detrás de mí.
― ¿Qué le paso? ― Le pregunté en cuanto cerró la puerta.
― Se le pasaron un poco las copas, eso es todo.
― Sebastien dime la verdad se que no se habría puesto así solo por unas cuantas copas de mas.
― Te lo voy a decir, pero no le reproches nada ¿esta bien?
― Vale, dímelo.
― Estando en la barra de pronto la perdí de vista, al no verla con ustedes fui al baño a ver si estaba, y si ahí estaba pero estaba inhalando coca, no se que problemas tengan pero si esta así por tu culpa, piensen mejor las cosas.
― Otra vez esta usando eso. ― Dije mas para mi que por darle una explicación a él.
― Eso quiere decir que ya lo había hecho.
― Si, cuando la conocí lo hacia eventualmente, pero desde que nos mudamos a vivir juntas dejo de hacerlo.
― Oye ¿Sabes donde Vivian sus padres?
― ¿Por qué?
― Me la traje porque estaba alucinando, llamaba a su papá.
― Sebastien no te metas en eso por favor, creo que ya te ha contado su historia ¿no?, así lo quiere ella.
― ¿Sabes o no?
― No, no lo se.
― ¿Tienes el numero de Dylan?
― Debe estar en mi agenda, ¿ya puedo ver a Alex? ― Pregunte con impaciencia.
― Si quiere, pero no la despiertes.

No le respondí, y entre al cuarto, puse el seguro para que no entrara, me quite la ropa y me acosté junto a ella.
― ¿Sebastien? ― Pregunto Alex, llamando a mi hermano.
― No, soy Sophie, Sebastien va a dormir en nuestra habitación, nos va a ceder su cama por esta noche. ― Se giro para darme la cara.
― ¿Qué hora es?
― No te preocupes aun es de madrugada. ― Moví mi mano hasta ponerla en su mejilla ―, ¿Cómo te sientes?
― Un poco mareada pero nada más. ― Sentí su mano sobre mi cintura ―. ¿Sophie?
― Mande. ― Le bese el cuello, sabía que eso le gustaba, pero quito su mano de mi cintura para tomar mi cara en sus manos.
― Sophie, perdóname.
― Alex, te amo, pero ya cállate. ― La bese para que dejara de hablar, puse su mano sobre mi pecho, pego su cuerpo aun mas al mío, y después de tanto tiempo sin haberla sentido, sin haberla besado como ahora, me sentí feliz, libre de estar con ella, Sebastien apareció por un momento en mi mente, y deseé que entendiera con encontrar la puerta cerrada, olvide eso de pronto al sentir los labios de Alex en mi cuerpo.

Me desperté primero, los calidos brazos de Alex aun me rodeaban.
― No te levantes. ― Me susurró en el oído, tome mi reloj, ya pasaban de las diez.
― Alex ya es tarde y tengo…
― Que ir a trabajar. ― Dijo ella, en un intento de terminar mi frase.
― No, tengo hambre, ¿tu no?
― La verdad si.

Salimos del cuarto pero no escuchamos ruido, tal vez seguía dormido me fijé en el cuarto mientras Alex intentaba cocinar algo de lo que había aprendido con Sebastien. No estaba ni en nuestro cuarto ni en la sala y comencé a preocuparme hasta que Alex me habló.
― So, Sebastien va a llegaren la noche.
― ¿Cómo sabes?
― Dejó un papel en el refrigerador.
― ¿Sabes a dónde fue?
― No, no tengo idea.
― Mmmm…. No quiero ser mala onda pero creo que podríamos aprovechar, hace mucho que no teníamos la casa para nosotras solas.

Alex se acercó a mí lentamente contando cada uno de sus pasos, me cerró el paso con los lados, un beso estaba bien a esa hora de la mañana, pero algo nos interrumpió, el sonido del teléfono.
― No contestes ― Suplicó.
― ¿Qué tal si le pasó algo a Sebastien? ―

Tomé el teléfono, la voz del otro lado me hizo despertar.
― Hola mami ― a pesar de tener tiempo hablando inglés, toda una vida en griego no era fácil de olvidar, Alex supo quien era porque no entendía ni una palabra en griego.

Perdí la noción del tiempo, ya llevábamos una hora hablando cunado lo dijo, sus palabras desequilibraron mis pensamientos, no supe que decirle, ni siquiera noté cuando se despidió y colgó.
Aún sostenía el teléfono, Alex se acercó y colgó.
― ¿Qué pasa? ― Preguntó Alex, no respondí, el eco de las palabras de mi madre aún daban vueltas por mí cabeza, como iba a lidiar con lo que venía. ― So, ¿qué pasa?, me estas asustando. ― Alex me exigía una respuesta pero yo aún no estaba lista para darla, necesitaba hablar con Sebastien, ¿dónde se metía cuando más lo necesitaba? ― ¡Sophie!, ¡Reacciona, dime ¿qué pasa?!
― Necesito sentarme.
Alex me ayudó a caminar hasta los sillones, se metió a la cocina y regresó con un vaso de agua, me lo puso en la mano, pero no lo soltó, temiendo tal vez que lo soltara. Tomé un trago y lo puse sobre la mesa.
― So, ¿qué te dijo tu mamá?
― Alex, mi mamá va a venir.
― Perfecto, ¿en cuánto tiempo? ¿Un mes?
― Alex… mi mamá llega mañana en la noche, solo hablaba para que la pasáramos a recoger, llega a las siete.
― Ya veo ― Dijo pensativa, no me veía, su mirada la clavó en la mesa, pero sin ponerle atención. ― ¿No crees qué?
― No creo que ¿qué?
― Sea tiempo de decirle la verdad.
― No Alex, la conozco y jamás me aceptará, lo que soy va en contra de la religión, es un pecado.
― Y entonces, ¿qué sugieres?
― No lo sé.
― ¿Quieres que me quedé en casa de una de las chicas hasta que se vaya?
― No sería justo y no es la solución, necesito hablar con Sebastien ― Dije con determinación.








ALEX

Ya eran las once y Sebastien no aparecía, eso empezaba a preocuparme un poco, porque quien sabe donde andaría o que le habría pasado y otro poco porque Sophie estaba preocupada.
Después de la llamada de su mamá, estuvo distraída toda la tarde hasta que se metió al cuarto y no había salido desde entonces. Los dedos ya me dolían de quitar los botones del videojuego, deje el control a un lado y cerré los ojos.

Escuché la chapa girar y supe que era él.
― Hola ― le dije, su cara de cansancio no delataba gran cosa de donde pudo haber estado.
― Hola. ― Me dijo con una nota de decepción y melancolía al final de sus palabras.
― ¿Dónde andabas?
― En…
― ¡Sebastien! ¡Al fin apareces! ― Era Sophie que acababa de salir del cuarto, abrazo a su hermano, Sebastien la miró sorprendido.
― ¿Qué tienes So?
― Sebastien y Alex… ¿Me quieren? ― Se colocó frente a los dos mirándonos.
― Sabes que sí. ― Hablé por Sebastien y por mí.
― ¿Harían cualquier cosa por mí?
― No me espantes So, dime ¿Qué pasó?
― Sabes que lo haríamos. ― Dije.
― Necesito que pretendan ser una pareja. ― Eso fue como un balde de agua fría que nos cagó a Sebastien y a mí.
― ¡¿Qué quieres que hagamos qué?! ― Preguntó exaltado Sebastien.
― Sebastien, mamá habló hoy, llega mañana.
― ¿A qué viene?
― Lily se casa en tres semanas ¿recuerdas?, mamá viene para asegurarse de que vayamos.
― El novio de Lily, Andreas ya pagó los boletos de ida.
― Pero supongo que solo compró los boletos de ustedes dos ¿no? ― Aun me parecía que podía encontrar una esperanza.
― Sí, pero Alex esta es la perfecta oportunidad para que me conozcas realmente, que conozcas el lugar donde nací.
― Sophie, no te quiero desanimar pero eso que nos pides que hagamos no funcionará. ― Sebastien no estaba convencido y yo menos.
― Alex, Sebastien, ¡por favor! ― gritó con desesperación y le siguió su llanto que ya conocía bien, y que siempre tenía un efecto sorprendente en mí. ― So, fingiré que soy la novia de tu hermano pero no iré a Grecia ― En mi interior si quería ir, pero por otro lado era exponernos.
― ¿Es tu última palabra?
― Sí, Sophie. ― Crucé los brazos y miré a Sebastien, esperando su respuesta.
― Sebastien, ¿me vas a ayudar? ― Sebastien escuchó a Sophie y levanto la cabeza sin ver nada, solo estaba pensando.
― Lo voy a hacer Sophie, pero algún día tendrás que decirle la verdad a mamá.
― Lo haré en cuanto pase la boda.
― ¿Lo prometes?
― Sí.

Yo no estaba muy segura de que lo hiciera, pero si lo hacía, yo sería una de las personas más felices del mundo.

No pude dormir bien, el hecho de conocer a la mamá de Sophie me ponía de nervios, Sophie tampoco pudo dormir y al parecer Sebastien tampoco, porque cuando salí por un vaso de agua a mitad de la noche, vi por debajo de la puerta que las luces seguían prendidas. Las siguientes dos semanas serían las más largas de mi vida.

El plan ya estaba organizado, Sophie iría por su mamá y Sebastien y yo esperaríamos con una cena en el departamento.

Salí de trabajar temprano para estar lista, Sebastien había conseguido que Pedro trabajara por él medio turno. Llegué al departamento y él ya estaba ahí.
― Ven, tienes que ver algo. ― Me tomó de la muñeca y me llevó hasta el cuarto de Sophie. ― Te mandaron un regalito. ― Me dijo, tenía una mueca sarcástica y contenía la risa.

Me acerqué a la cama donde había bolsas y dos cajas de zapatos, una era de la tiendo donde yo compraba mi ropa, la otra no la identifique. Me acerqué a la bolsa que ya conocía.
― Primero lee la carta. ― Me dijo Sebastien al ver mis intenciones.
― ¿Cuál carta? ― Pregunté.
― Esa que esta sobre la cama ― desdoble la hoja usada y vi la letra de Sophie.

La última frase de la carta no me espanto, agarre la bolsa que decía mi nombre. Saque primero los jeans, no estaban tan mal, solo por los adornos que traían al frente y en las bolsas traseras. Metí la mano nuevamente y saque una blusa rosa, que no estiraba mucho y era muy chica para mis gustos, pensé que era todo pero la bolsa aún pesaba !!Perfecto!! Lo que me faltaba, un collar, anillos y pulseras, después de eso los zapatos no podrían ser peor.

Sebastien aún me observaba y su mueca aún era sarcástica y socarrona aunque me molestó, por otro lado, Sophie jamás sonreía así, y me gustó.
― ¡No te pases! ― Exclamé al abrir la caja, y fue en ese momento cuando Sebastien se echó a reír a todo pulmón.
― ¿No… no…. no te… te…gustaron? ― dijo entre risas.

Eran unos zapatos como los que usaba Sophie últimamente, totalmente de piso y totalmente era algo que yo no usaría en mi sano juicio.
― ¿Qué tiene de malo mi ropa?
― Pues no era algo que mi mamá esperaría de mi novia.
― Pero no soy tu novia.
― Por dos semanas aparentaremos que lo eres, mi amor, además, de por sí mi madre me va a dar la regañada de mi vida. ― poniendo los ojos en blanco.
― ¿Por qué te va a regañar?
― Porque se supone que estamos viviendo juntos sin casarnos.
― ¿Y?
― Es pecado, pero es peor ser homosexual para mi religión.
― ¿Y por qué nos has aceptado?
― ¿A ti y a Sophie?
― Porque amo a mi hermana, y a ti porque también amas a Sophie y ella te ama a ti. ― me dejó pensando, mientras él tomaba sus cosas, en eso algo hizo clic en mi mundo.
― ¿Sebastien?...
― Dime.
― ¿Dónde voy a dormir?
― Pues conmigo, ¿dónde pensabas? ― Tardé en reaccionar ― Oh!, y Sophie pasó tu ropa a mi cuarto y te compró ropa como la de ahorita para que la uses estos días.
― ¿Cómo sabes? ― Articulé difícilmente.
― Porque ya fui al cuarto ― iba saliendo cuando detuvo la puerta ― Báñate, es probable que lleguen como en 2 horas y tenemos que ponernos de acuerdo en algunas cosas.

Salí del baño y le puse seguro a la puerta, por 2 semanas este no sería mi cuarto.
Me miré al espejo cuando estuve lista, no me vi ahí, vi a una muchacha que no era yo, solo se parecía, suspiré, me resigné y acepte mi suerte.

Caminé como zombie hacia la sala, donde ya estaba Sebastien, usando el tipo de ropa que yo debería usar.

― ¡Wow! ― Exclamo y se echó a reír. ― Si me gustas para novia. ― dijo pero se quedó pensando en lo que acababa de decir, no le tomó mucho retomar su mueca burlona.

Hicimos un breve plan de cuanto llevábamos de novios, donde nos conocimos y cosas por el estilo, ahora sólo faltaba esperar, ya fuera bueno o malo.

Los minutos se me hicieron eternos viendo los lugares vacíos donde deberían haber estado las fotografías de Sophie y mías. Escuché el entrar de la llave en la chapa y brinque.
― Relájate, todo va a salir bien. ― Me dijo Sebastien; y pasó su mano sobre mi pierna pero de inmediato la quito, se paró y yo lo imite.

Sophie entró con una maleta por delante y otra por atrás, seguida de su mamá. Me di cuenta que se parecía a ella, no el vivo retrato ya que la nariz de su mamá, se parecía a la de Sebastien, sus ojos eran grises y su cabello rubio; viéndolo bien no se parecían físicamente mucho, solo tenían la misma expresión, había un aire entre ellas muy parecido, que Sebastien no, supongo que él se parecía a su padre.
― Sophie sonrió cuando me vio, Sebastien corrió a abrazar a su madre y regresó a lado mío.
― Mamá. ― le llamó para captar su atención. ― Ella es Alex, mi novia.

Su mamá me vio de arriba abajo, espere que tal vez no le gustaba para su hijo, como todas las madres, esperaría otra cosa, se acercó poco a poco.
― Bienvenida a la familia. ― Me dijo, y me abrazó, lo sentía cálido y sincero, como desee que alguna vez mi mamá me hubiera abrazado así, se separó un poco. ― Ahora ya nada más me falta una, no es que apruebe tu relación libre Sebastien, pero ya hablaremos.

La cena estuvo deliciosa y el plan que habíamos hecho Sebastien y yo, funciono hasta que toco un tema delicado: mi familia.
― ¿Dónde viven tus padres? ― Preguntó.
― Son de Missisipi. ― Contesté por educación y sentí la mirada de Sophie y Sebastien.
― ¿Y cada cuándo los ves?
― Basta. ― Dijo Sebastien y después alego algo que no entendí, Sophie se paro de pronto, para intentar calmarlo, no entendí porque se puso así.
― Lo siento, no sabía. ― Se disculpó su madre.
― No se preocupe. ― Le sonreí.
― Pero no me llames de usted, me hace sentir vieja y apenas voy a cumplir 55.

Pronto llegó mi trauma, iba a ser la primera vez en toda mi vida que iba a dormir con un hombre, mejor dicho a lado de un hombre; y no era cualquier hombre, era el hermano de mi novia.

Fue algo incómodo para los dos, pero en cuanto el se dio la vuelta a la izquierda se quedó dormido. Yo intente hacer lo mismo y mi esfuerzo sirvió.

Era sábado, la mamá de Sophie tenía ya una semana con nosotros y por alguna extraña razón se había a empeñado en conocer a la jefa de Sophie. La idea de una cena no me llamo mucho la atención, y el que Sebastien trabajara en sábado me sirvió de mucho.
Mientras el trabajaba yo iría a tomar algo con las chicas y llegaría tarde a casa.

Vaya con mi plan, Heather y Adrienne cortaron, Andrea tuvo que ir a Chicago a no se que diablos hacer y solo Aitana y Brooke me acompañaron a tomarme unos tragos pero no duraron mucho y ahí me encontraba yo subiendo las escaleras hacía el departamento, y preparándome para ver a la jefa de Sophie.

Abrí la puerta y solo escuché risas, una me era conocida la otra para nada, la mesa estaba limpia a excepción de las copas de vino vacías.

Las carcajadas eran de la cocina no entré, me asomé sin que me notaran, ¿por qué ponía sus manos sobre Sophie? No lo quise saber, salí sin que lo notaran.


El bar estaba cerrado, pero al parecer estaba dentro porque vi varios carros entre ellos el del novio de Dylan, Jorge. Si bien Dylan era el que mandaba en la relación, consentía mucho a su novio. Toque y nadie abrió, así que tuve que marcar para que alguien se dignara a abrirme, pero nadie contestó, de pronto escuché ruido en la parte de atrás, alguien iba a salir.

Lo que vi ya lo sospechaba desde antes, y fue en ese momento cuando entendí el porque Aitana se había ido tan deprisa, sus brazos alrededor del cuello de Sebastien mientras se despedían, eso lo entendía, lo que no entendía era el porque no me habían contado.

Salieron hacía el carro de ella, mientras yo lo esperé, venía medio borracho, lo supe porque no me veía pasar a 4 metros de mí.
― Hola, amor mío. ― Le dije.
― ¡¿Alex?! ― Dijo tan exaltado que jure se le había bajado la borrachera. ― ¿Qué haces aquí? ― Cuestiono nervioso.
― No te preocupes no le diré a nadie lo que vi.
― ¿A qué te refieres?
― Tu y Aitana.
― Oh si eso, te lo iba a contar.
― Relájate, mejor invítame a pasar.
― ¿Alex ahora qué tienes? ― Ahora él me cuestionaba sobre mi estado de ánimo.
― ¿Me vas a invitar o no? ― No quería que me siguiera preguntando.
― Después de ti. ― Dijo abriendo la puerta.

Ocho hombres dentro de los cuales dos no eran realmente hombres ya que solo su anatomía decía eso.

― Hola. ― Los saludé y solo unos me devolvieron el saludo, los otros veían a Jorge cantar en el karaoke. Me sirvieron Tequila y me uní a su festejo sin razón.

Las horas se pasaron y noté que Sebastien y yo, ya estábamos muy tomados cuando empezamos a cantar en español, o por lo menos eso intentábamos.

Las letras de la pantalla se movían, y todos los otros ya estaban con una botella cada uno, incluido nosotros.

Dylan llamó para pedir taxis, el de nosotros fue el segundo.

Sebastien me sostenía y yo a él, ambos carcajeábamos al vernos, casi caíamos. Entramos a su cuarto y nos dejamos caer sobre la cama, estaba muerta y no recuerdo otra cosa que haber dormido.

Ya eran las tres de la tarde cuando me despertaron el sonido de alguien tocando la puerta del cuarto.
― Pase. ― Dijo Sebastien todavía con los ojos cerrados.
Sophie entró y estaba hecha una furia.






SEBASTIEN
Damas de honor.

Sophie empezó a gritar tanto que me hizo sentarme sobre la cama, Alex que estaba a lado mío, se tapaba lo que parecía el pecho con la sábana.
― ¿Dónde andaban? ― Gritó una vez más.
― Cálmate Sophie ― dijo Alex ― tú mamá podría escucharnos.
― ¡Me vale un verdadero cuerno! ¿Por qué están los dos desnudos?
― No estoy desnudo. ― Dije, levante la colcha, y confirme, traía aun puestos mis boxers, aunque el que Alex no trajera más que su calzoncillo también me hubiera hecho dudar. La discusión hubiera continuado, pero de pronto mi mamá entró con una charola con comida y por lo visto para los dos.
― Sophie, deje el café en la mesa, ¿me lo podrías traer?
― ¡Madre!
― Anda se buena, ve sus caras. ― Dijo refiriéndose a nosotros.
― ¡Esto no ha acabado, quiero una explicación cuando vuelva!
― ¿Qué explicación quieres Sophie? Sabes que yo no aceptó mucho esto, pero son una pareja, creo que está bien que se diviertan de vez en cuando.

Escuché el azotón de la puerta cuando Sophie salió, mi cabeza daba vueltas, mi madre salió y nos dejó dormir otro rato, aunque ni Alex, ni yo pudimos dormir otra vez, reímos al imaginar lo que Sophie debió pensar al vernos así y aunque no recordábamos gran cosa, el no haber tenido nada que ver, ella estaba muy presente en nuestras mentes.

Aún no era tarde, y Alex se empeño en que saliéramos con mi madre a dar la vuelta, y enseñarle algo de la gran manzana.

En el Central Park, caminamos largo rato sin hablar, y para que hablar si lo hacía, lo más probable sería que terminaría vomitando mi desayuno.
Alex le mostraba a mi mamá el parque y le contaba lo que para ella era poco y para mi mucha información sobre esto.

Yo iba a paso más lento que el de ellas, distraído, más bien pensando, y lo mortificante no es que estuviera pensando en Aitana, sino en Alex. Un hombre me distrajo.

― ¿Una flor para la novia, amigo? ― dijo mientras me enseñaba las rosas blancas, rosas, rojas y amarillas, lo dudé, pero sería un buen gesto, levante la cabeza y vi a mi madre y a Alex esperándome.
― Dos rojas, por favor.
― ¿Tiene dos novias? ― Dijo extrañado.
― Una es para mi madre y la otra para una amiga.
― Esa amiga, ¿es su novia?
― Algo así. ― Dije dudando mi respuesta.
― A la madre se le dan blancas y a la novia rojas.

Acelere el paso hacia ellas y tal como el hombre me había dicho, mi madre me la agradeció y Alex la tomó, la olió y sonrió, jamás la había visto así.

Regresamos al departamento, Dylan nos había dado el día libre, había nuevos en el bar y ellos se quedarían a cargo.
Sophie llegó aún hecha una furia, la cena consistía en lasaña y vino tinto.

Me levanté y recogí los platos de todos, quité el resto de la comida de los platos y los puse en el fregadero, los lavaría al día siguiente, voltee y vi a Alex caminando hacia mí, me abrazo.
― Gracias. ― dijo susurrando.
― ¿Por qué?
― Nadie me había regalado una rosa, jamás pensé que se sintiera tan bien.
― Lamento interrumpirlos ― dijo Sophie, que había llegado sin que nos diéramos cuenta, Alex se volteó para verla ― ¿Ustedes van a servir el helado que compré?
― Sophie, espera, necesitamos hablar.
― No importa, lo sirvo yo. ― Dijo ignorando por completo a Alex.
Salió de la cocina y nosotros detrás de ella.
― Alex ― dijo mi madre con emoción. ― Había esperado que estuviéramos todos juntos para decirles algo.
― Dilo ya, madre. ― Exigió Sophie.
― Ten. ― Dijo dándole a Alex un boleto de avión.
― ¿Qué es? ― Preguntó Alex.
― ¿No es obvio?, te han invitado a la boda de nuestra hermana. ― Sophie se levantó y se fue a su cuarto.
― No entiendo lo que le pasa a tu hermana Sebastien, lo que yo creo es que necesita un buen marido.
― Yo iré a hablar con ella. ― Se ofreció Alex.

Entretuve a mamá mientras Alex salía y no esperaba lo que mamá me dijo.
― Te veo feliz, hijo.
― Lo estoy, mamá.
― Sebastien, se que odias hablar de esto, pero ya estoy grande y no me gustaría morir sin ver a todos mis hijos casados.
― Madre, no hay tanta prisa, porque no estás vieja.
― Hijo, creo que Alex es una buena mujer para ti.
― Y lo es, pero no estoy listo para casarme.
― Alex salió de pronto de la habitación, y se fue, no supe porque, pero tuve la necesidad de ir con ella. ― Mamá, déjame ver que pasa.
― Sebastien no eches a la basura la plática que acabamos de tener.
― No lo haré. ― Salí tan rápido como pude, no me hizo falta ella estaba en las escaleras, con el cigarro en la mano, me senté al lado de ella.
― Sebastien, no la entiendo. ― Levantó la cara para verme, las lágrimas escurrían por su cara, la abracé para consolarla.

No noté cuando se quedo dormida, la cargue para llevarla a dormir. La recosté sobre la cama, y ahí la deje. Salí a la sala y me senté, estaba confundido, ¿por qué me había preocupado cuando salió?, ¿por qué me entristeció verla triste?, ¿por qué me importaba más de lo que debía? Lo cierto era que no lo sabía, pero sabía de una persona que podía ayudarme.

Me quedé dormido, sin haber llegado a una conclusión, dormí mientras recordaba su cara recargada sobre mi hombro. Sentí unas manos firmes, pero la reconocí, era Sophie.
― Lamento el escándalo de ayer Sebastien. ― Exclamó mientras se sentaba frente a mí.
― Sophie…
― No me digas nada, se que es una tontería, pero no sé, verlos en la cama…
― Sophie, si supieras la razón de porque estábamos juntos esa noche.
― Pues no sé, Alex se negó a decírmelo.
― Sophie, Alex te vio con Anne en la cocina…
― ¿Fue eso?
― Después de eso, me buscó en el bar, y ahí estuvimos.
― Le debo una disculpa ¿verdad? ― Arrugó el entrecejo, siempre había odiado pedir disculpas, preferiría dar un regalo esperando que se captara el mensaje.
― Sería lo más lógico.
― ¿Podrías hacerme un favor?
― En lo que pueda, sabes que lo haré.
― Mamá, esta dormida, si despierta, me avisas.
La voltee a ver, se levantó y se metió a mi cuarto.

Más tardo en entrar que en salir.
― ¿Qué pasó? ― Pregunté aún adormilado.
― Que te importa Sebastien ― Se metió al cuarto, ya no supe cuando se fue.

Sophie se llevó a mamá a recorrer tiendas y Alex salió para atender no se que asuntos, recién había contratado a alguien en su librería y necesitaba instruirla o algo así había dicho antes de salir.
Tenía tiempo que quería pintar mi cuarto, fui a un Wal-mart y escogí las pinturas azul rey y rojo me convencieron.

Comí un sándwich antes de empezar a pintar, saque mis discos y me puse a escuchar música.
― ¿Te puedo ayudar? ― Preguntó Alex, que estaba en la puerta.
― Por supuesto.

De pronto sonó una de mis canciones favoritas.
― “Oh mia bella amora, no, no mira…”
― No sabía que cantaras. ― Dijo embarrándome pintura en la nariz.
― Claro, escucha: “Mi sono innamorado di Marina una ragazza mora macarina”
― No cantes. ― Dijo, manchando mi playera.
― Tu canta conmigo. ― Mi brocha manco sus jeans y sus tenis.

Alex y yo cantábamos recargados en la pared cuando mi mamá y Sophie entraron al cuarto.
― Pero, ¿qué les ha pasado?

― Cantábamos. ― Dijimos Alex y yo.
― Ya veo. ― Exclamó Sophie.
― Báñense, porque voy a preparar la cena. ― Dijo mi madre antes de salir del cuarto.
― ¿Se van a bañar separados? O ¿Eso también lo van a hacer juntos?
― Sophie, te amo. ― Dijo Alex, se paró y la beso, Sophie se la hubiera tragado pero Alex se detuvo. ― Pero odio cuanto te pones celosa sin razón. ― Alex estaba de mejor humor era obvio, tomó la toalla y se metió a bañar.
― ¿Crees qué tiene razón? ― Sophie tenía las manos en la cintura y me miraba como pidiendo perdón.
― Sophie, creo que la tiene y esta en todo su derecho.

Esa noche no pasó a mayores, yo aún necesitaba hablar con alguien y ya conocía a alguien con quién podría hacerlo.


La espere en el café de siempre, a través de la ventana vi pasar a mucha gente, una pareja me llamó la atención, dos mujeres tomadas de la mano, ninguna parecía lo que era, me pregunté si así eran Sophie y Alex antes de que yo llegará
― ¡Sebastien! ―Grito Aitana al verme.
― Hola. ― Sonreí a medias.
― Vamos a mi departamento.
Me tomó del brazo, tomamos un taxi, no dijo nada durante el camino.

Ya era muy noche, desperté en su cama, Aitana tenía unos pechos increíbles, totalmente naturales.
― ¿Quieres? ― Me ofreció su cigarrillo, ella tomó una carlada y me lo dio, yo la miraba, mientras tomé de su cigarrillo.
― ¿Qué miras? ― Preguntó.
― ¿En serio eres bisexual? ― Mi pregunta fue directa, ella frunció los labios.
― Sí, ¿por qué?
― No lo sé, aún no lo creo.
― ¿Quieres escuchar mi historia?
― ¿Todas las lesbianas tienen historias?
― No solo las lesbianas, todos tenemos una historia, lo que pasa es que la gente solo se interesa en las heterosexuales pero, ni modo, ¿la quieres escuchar o no?
― Te escucho.
― Como sabes, soy de España, mi madre es italiana y mi padre español, nací en Sabadel pero me mudé a Barcelona cuando era aún muy chica, mis papás son unos católicos aterrados , o lo eran, yo me descubrí cuando me enamoré de Marian, estaba de intercambio y asistíamos a la misma clase de pintura. ― Los ojos se le llenaron de lágrimas, mismas que rápidamente se limpió con el dedo. ― No es una historia feliz, ella prometió regresar.
― ¿Y lo hizo?
― Sí, y con su novio Phillipe.
― ¿Y qué hiciste?
― Me acosté con él.
― ¿En serio?
― Hubieras visto la cara de Marion cuando nos vio y luego la de Phillipe cuando me despedí de ella la besé en la boca. Después de eso, salí del clóset con mis padres, se molestaron, pero no me dejaron, estudié periodismo y aquí me tienes.
― ¿Cómo conociste a Adrienne y a Alex?
― A Adrienne, porque me acosté con ella y a Alex porque ella y Adrienne ya se conocían.
― Sí Alex cruda no conoces a Adrienne, es capaz de hacer que cualquiera heterosexual o lesbiana ande con ella, y le encanta. ― De pronto se puso sentimental. ― Sebastien te voy a extrañar, te vas pasado mañana, ¿verdad? ― Asentí con la cabeza. ― ¿Regresarás?
― Claro. ― Dije.

Me dejó en el bar, tenía que trabajar por lo menos ese día, antes de irme. Dylan era buen jefe, nos dejaba hacer lo que quisiéramos sin salirnos del límite.
Antes de bajar del carro, me besó.
― Regresa Sebastien. ― Dijo y se fue, entre al bar, ya había gente, el tiempo si no paso volando por lo menos lo hizo muy rápido.

Alex pasó por mí, no hablamos casi, ya hasta estar cerca de la casa.
― ¿Sebastien?
― Dime. ― alcé la vista y me encontré con la de ella, sus ojos tan verdes, me hicieron apartar la vista.
― No lastimes a Aitana. ― Su voz ronca sonaba seria.
― Tenlo por seguro. ― Respondí.









ALEX

Aún me dolía mi trasero cuando recogimos las maletas, Sebastien y Sophie me guiaban ya que no entendía ni una palabra en griego. Reconocí a la hermana de Sophie que nos esperaba, y no porque la hubiera visto en fotos, si no que era parecida a sus hermanos.
― ¡Hola! ― Gritó en inglés porque la entendí, saludo a todos de beso y abrazo, pero se detuvo cuando me tuvo enfrente. ― Así que eres tú.
― Lily, ella es mi novia. ― Dijo Sebastien.
― Bienvenida. ― Repuso ella, abrazándome efusivamente también.

Me puse mis lentes negros al salir del aeropuerto, Sebastien subió las maletas a una camioneta, yo me disponía a subir al asiento trasero, pero Lily la hermana de Sophie, me mandó de copiloto con Sebastien.


Texto agregado el 21-12-2009, y leído por 108 visitantes. (0 votos)


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