No sé por qué publico escritos en esta página si yo a veces los considero basura. Quizás porque deseo hacer un Backup, o porque de alguna manera quiero compartir con el resto de humanos y seres que sepan leer y usar el internet mis cuentos o pendejadas varias.
Me encanta recibir comentarios, opiniones, dudas, inquietudes, regaños, críticas, y cosas que se les pueda ocurrir. No se repriman conmigo: Déjenlo salir todo… (¿Este mensaje para quién va dirigido? ¿Acaso para el servidor en donde se va a alojar este escrito?).
I
—Do, mi, sol, do, mi, sol, ¡Uff…Doo! ¡Miii! ¡Soool, Ahhhhh…! ¡Do-Re-Mi-Fa-Sol, Sol Sostenido, La Sostenido-Re-Fa, Si Bemol-ayyyy…! ¡No quiero esto un momento más!—Grité, jadeante.
—¡No! ¡Sigue corriendo! ¡Sigue hasta que tus piernas se quiebren en el incesante vaivén del recorrido eterno del piano sin subterfugio! ¡Tienes que sangrar! ¡Tienes que sufrir! ¡Sin piedad!
Aquello era insufrible. Estaba bajo el yugo implacable de una voz espectral e invisible, corrosiva, maldita; una voz que un buen día entró a mi cabeza una mañana oscura y pesada de un Abril cualquiera, y me dijo en tono excitante:
—¿Te gustaría obtener el dominio completo sobre el elemento que transforma las ideas en melodías extáticas, armonías alucinantes y contrapuntos abstractos e impredecibles, a tal punto que tu vida sea todo un vórtice de júbilo y grandeza personal?
— Espera… ¿Quién eres?
—¿Lo quieres o no?
—Bueno, sí, pero…
—Entonces, ya está decidido.
En ese momento pensé en el hecho de que escuchar una voz dentro de mi cabeza que me ofrezca semejante don no es cosa de cualquier mañana oscura y pesada… ¿Me estaba volviendo loco? Creí que sí, eso era: un producto de mi trasnochada imaginación, no podía ser otra cosa… no quería, no quería pensar en la posibilidad de que aquella voz tuviera un origen diferente al de algún delirio que —esperaba— fuera pasajero… pero he de aceptar que, maldita vanidad, sí, sí, aquella idea resonó en mi cabeza, me inquietó, me hizo sentir ansioso… convertirme en la música que toco… probablemente ha sido el sueño de mi ilusoria vida. Y ahora esa voz, esa voz salida de no quiero saber dónde, me estaba ofreciendo eso, y yo le creí. Le creí y no pensé en lo que vendría después. De haberlo pensado... pero no lo hice. Rayos.
II
—Si ya está… si ya está decidido… ¿Qué tengo que hacer ahora? —Pregunté a la voz o a lo que fuera que estaba aquí dentro.
Silencio. Luego me vi envuelto en un aglutinamiento de sombras gelatinosas que, en un proceso de simbiosis, se apoderaron de mi cuerpo hasta sumirme en un sueño anhelado y asfixiante. Al despertar noté que me encontraba atascado entre las comisuras de dos gigantescas estructuras de marfil blanco y negro…
—Ahora deberás recorrer, desnudo, este camino a través de estas teclas, hasta que la carne viva de tu ser entre en contacto con la materia que de música se compone. ¡Quítate la ropa! —Ordenó la voz, envuelta ahora en un fortísimo atemorizante.
Mis piernas estaban atascadas entre las teclas de un inmenso piano. Era un piano adusto, torcido, manchado de… ¿Sangre? ¿Sangre ajena? ¿Propia? No quise pensar más en eso; tan solo vi un camino rojo que señalaba un recorrido, que sugería un pasado lleno de sufrimiento y un agónico devenir.
Me quité la ropa y traté de andar. Era lógico que no podía hacerlo, estaba atorado, imposible moverme. La voz insistía, cada vez con más fuerza. ¿Por qué esto me pasaba a mí? Lamenté haber deseado tal estupidez, tal arranque de megalomanía. Quería volver a mi vida normal, a mi triste ir y venir de todos los días, cualquier cosa era mejor que este excruciato… Quise gritar como lo hago ahora, ¡Auxilio!, ¡No quiero!... habría dado igual, y lo sabía.
III
Olvidé lo que sucedió después, al menos en un sentido práctico. Habré perdido las luces o algo así, no puedo ni quiero recordarlo. Solo tengo una leve imagen, un destello de memoria. Creo que algo de mi salió y se expandió sobre el piano… no, no tenía cuerpo, era puro sonido, pura vibración sonora, casi mística, que fue andando el camino coagulado, cambiando de forma, de acordes, de arpegios, hasta perderse de vista dejando una huella melódica. De ese evento a mi actual vida ha pasado ya un tiempo. Hube de asimilar mi realidad, creer en ella, acostumbrarme a ser parte del espectro sonoro. No es tan malo estar así, después de todo eso quería. Ahora seré parte de la escala musical, seré escuchado en todo el mundo. Como mínimo la horrible voz se fue… imagino yo que estará en busca de más víctimas. ¡Qué bien!, podré tener al fin compañeros.
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