Niebla borrosa de la hoja ardiendo
di tres pasos y mis piernas huyeron
despavoridas
arrancaron de mi esta vez
que soy el que vive aquí arriba
¿me ves?
en el palomar alborotado que cría ideas
pasos infames y desertores
que renegaron de su dios
(o sea de mí)
cuando fue la caída fulgurosa
de las amuralladas enredaderas de fuego
para soltarse y correr a la otra orilla
a descorchar lugares nunca vistos
ignorados-desterrados-ninguneados
por los últimos hombres
Humo zigzagueante en su asunción
por el crepitar de la semilla burlona
mira cómo me vine a quedar sólo en esta vuelta
(quizás la última o la penúltima)
desparramado sobre un cuchepo
con hedor a orín y a puro prejuicio
sólo valido del pensamiento y la razón
con la mano sucia por el piñén de una moneda
se aburrió el caminar y se perdió a lo lejos
sin un giro de vista sobre los hombros
así, como un inmaculado maricón
que antes de huir
marca sus huellas con sangre gruesa
sobre el mantel blanco de mi ceguera
en desagravio por tanto calambre
y tullimiento
Texto agregado el 19-12-2009, y leído por 348
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