Me refugio del tumulto
de las risas y las voces
que se desbordan de las habitaciones.
Oculto,
me alejo de los resabios humanos
que llegan como ecos ajenos a mis oídos.
Parapetado a la sombra del nogal,
dejo vagar mi silueta
que se transmuta gracias a las estrellas
en espíritu invisible.
Observo mi alrededor
como un ente que no hubiese tenido
contacto con la tierra,
como un espectro
que solo toma contacto
con lo intangible,
con las ánimas y espíritus
que no encuentran reposo
tras sobrepasar la barrera de la muerte.
Texto agregado el 19-12-2009, y leído por 176
visitantes. (2 votos)
Lectores Opinan
14-01-2010
Siempre habrá alguien a tu alrededor para darte una mano. Hay que buscar.
Un abrazo azucenami
21-12-2009
Excelente final. Appassionata
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