Humanas deidades aproximan mi alma,
nocturnas sandeces atestiguan tu verdad,
poderes innatos del sentir en lucha
tras interminables dudas de esperanza.
Te fuiste paseando lentamente
por mi playa aún desierta,
con la mirada baja, como antes
de que nuestros caminos se cruzaran.
Luciendo tu sonrisa dibujada
persiguiendo mariposas blancas,
meciendo pasados con brazos
cruzados, de petrificado amor.
Tan sólo lloré tu pena,
la mía ya la enjuagué
en mares cristalinos
de vida y verdad...
No sentiré más tu dolor
mientras provoque el mío,
Sé agradecida a esa vida
que te sonríe a pesar tuyo...
Salva lo que queda de tu alma
que ya dejé de salvar,
hazlo por tí, tan sólo,
como traté de hacerlo yo...
Por respeto a todo lo cierto
que rozó tu alma desnuda
mientras llorabas una verdad
que aún no te has confesado.
No sirve de nada la lucha por tí,
cuando hace tiempo que te rendiste.
Sólo frustración y dolor
que tu mirada reprocha sin piedad.
Esa cárcel de barrotes de oro
resplandece más que tu mirada,
que se sumerge, perdida,
entre escombros de pasado...
Allá lejos, en otro horizonte.

(03/06/04)