Competitividad –luchar para ganar-
Esta relacionada directamente con capacidad, aptitud, talento, idoneidad y competencia. Ser competitivo significa para una persona, aspirar a una misma cosa, igualarse en la perfección y propiedades. La competencia en si misma implica rivalidad, porfía y apuesta a asediar objetivos concretos.
La competitividad es un poderoso motor de búsqueda de todo aquello que se desea, muy peligroso y dificultoso de controlar para no ser dominado por los impulsos que genera, porque se sustenta en superar los logros obtenidos por los otros. Esto causa en una persona rompimiento de códigos y los límites son traspasados, porque ciertamente ser competitivo no siempre es garantía de éxitos.
La experiencia indica que se nenecita ser competitivo con uno mismo; poder lograr los objetivos personales superándose una y otra vez, enfocándose en la búsqueda de la perfección o lo más parecido a ella, permite a una persona acceder a las herramientas necesarias para moverse con soltura, pericia y habilidad en un ámbito competitivo. Es la forma de conocer el potencial con el que se cuenta, cuáles son las limitaciones y lo más importante crear códigos propios.
El logro de objetivos entre oponentes dignos, resulta beneficioso para todos ellos. La sana competencia es sinónimo de continua superación y excelencia en los logros obtenidos. Solamente cuando la competitividad se encuadra dentro del respeto mutuo, la confianza y la ausencia de acciones mal intencionadas, se logran beneficios.
Esto que en principio se muestra utópico, en la práctica cotidiana es la diferencia entre el éxito y el fracaso. Si bien en un enfrentamiento de este tipo pude haber un ganador y varios derrotados, también significa que se elimino la competencia y sin competitividad también se pierde la posibilidad de un progreso sostenido, el objetivo se cumplió y eso transforma éxito en un botín.
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