Hoy fue un día bastante extraño y un tanto triste; como de costumbre yo estaba sola en la calle... todo oscuro... excepto por la compañía de mi poste y mi cuneta, mis dos únicos, grandes... e incomparables amigos...estabamos entonces los tres en la calle cuando lo vimos... lo vimos tirado en el suelo, inmóvil, quizás sin ningún objetivo en la ya no vida, sino tan sólo despertar la compasión de tres abominables seres, como lo son: un poste, la cuneta y yo... apenas lo vi una profunda tristeza embargo mi ser, sentí lástima de su existencia inacabada...y hasta sentí lástima de mi, lástima de estar ahí... de presenciar su fin... Me preguntaba mil cosas, trataba de imaginar como el pobre había llegado hasta allí, como había llegado hasta apenas unos pasos de un poste, la cuneta y yo, quizás algun viajante apresurado lo abandono allí... a medio vivir, a medio acabar... al parecer su fugaz vida se había apagado hace poco, quizás unos momentos antes de yo haber llegado allí... el poste me juro no haber visto nada... yo me sentía triste, no sabía a quien preguntar, a quien acudir para hallar respuesta a mis preguntas,... las cunetas no hablan, no ganaba nada con preguntarle como había pasado todo, como había sucedido este inimaginable crimen, sin embargo el poste me juraba y juraba no haber visto nada, hasta creí que pudo haber sido él, y sentí miedo de tenerlo allí alumbrandome, aborte la idea, pues el no tenía boca, ni pulmones... yo me sentía impotente ante tal injusticia...pero...quien cobraría justicia sino yo???...algo tenía que hacer!!! el merecía haber vivido más!! no a medias como quedo... a medias tendido en el suelo... y de pronto!... la cuneta me habló al oído!!!!!...y me dio la respuesta... hablo sólo para darme la salida!...claro!!...y así supe lo que tenía que hacer... dude un momento, pero sabía que eso era lo correcto...así que mirandolo, allí, tendido al lado de un poste, la cuneta y yo, sin pensarlo más lo levante del suelo, lentamente para no desparramar su alma, al sentirlo en mis manos, me sentí tan vinculada a él, y cada vez me convencía mas que debía hacerlo, así que saque de mi bolsillo el encendedor, lo prendí, y lo fume hasta la colilla, colillla que deje luego allí, y al verlo, sonreí... ahora parecía feliz... |