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Los ojos de la estatua del parque lloran cada noche su inmortalidad. Una madrugada el mar desbordo por los ojos de Romeo. Julieta, quien fuese un día su respiración ahora lo ahogaba con su ausencia; pues se había marchado a otra tierra, a otro lado del océano. Sobre el joven Romeo trinaba un gorrión un viejo blues. Las rosas del parque un día regaladas a Julieta por él; eran para su vista tan torturantes como mirar al sol de la tarde y al mismo tiempo eran sumamente tiernas. Un soplo que iba y venía le desvestía el alma; el silencio le murmuraba la voz de su amada y una mariposa le revoloteaba a su alrededor. Entonces bifurcando su vista entre la luna y las estrellas dijo Romeo:
¡Diera una eternidad de mí porque Julieta esta noche aun estuviera conmigo!
Lejos de allí, al otro lado del océano; una joven lloraba con los ojos expuestos al firmamento. Un gorrioncillo le guindaba una canción a su oído y un soplo hizo que una mariposa asombrosamente se recostase en su hombro. Entonces Romeo se tornó de piedra...
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Texto agregado el 18-12-2009, y leído por 299
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