Sin más remedio que extrañarte en la fría mañana de mi cuerpo lleno de Eneros desde mis torpes labios... Te extraño Porque no hay pedazos en mí que no te compongan ni argumentos que no te haya escuchado cientos de veces. Te extraño Porque no vuelas para alcanzarme una nube ni caminas sobre las aguas turbias del Jordán como un rostro sin nombre. Volví a la tierra santa y ya te habías ido cual albatros en su vuelo rasante. Llegué tarde. Muy tarde. Te extraño Porque desde entonces no tengo más remedio que extrañarte.
Texto agregado el 17-12-2009, y leído por 174 visitantes. (7 votos)