“Las espinas de la rosa”
-La rosa y la declaración de amor en la noche-
VI
-No se la razón por la que permanecía de pie delante de la puerta. Solo se que me canse de esperar esos 15 minutos que para mi fueron una eternidad ; suspire y me recosté en mi cama y coloque mi antemano sobre mis ojos que estaban cerrados, solo podía recordar lo que me había dicho Mónica, “ voy a hacer lo que sea para que tu estés conmigo”, no sabia si ella estaba jugando conmigo y realmente yo en mi ingenuidad me mantenía esperándola, tal vez ella ahora estaba riéndose a carcajadas de lo que me había dicho, si eso era cierto la verdad no tenia un adjetivo para esa acción que tuvo para conmigo.
En estos pensamientos me encontraba cuando tocaron a la puerta, mi corazón realizo algo fuera de serie, sentí que primero se detuvo unos segundos y después latió con fuerza, me levante y dirigí hacia la puerta, pregunte quien era la persona que tocaba, no hubo respuesta, podía sentir la presencia de la persona detrás de la entrada, tome con la mano la perilla y cuando me disponía a girarla, la voz de la persona que toco empezó a hablar.
-Soy yo, Mónica, me preguntaba si me abrirías o no, así que espero tu respuesta.
¿Debía hacerlo o no?, era lo que tenia que pensar y rápido, ya había meditado los pros y los contras de que ella pasara a mi habitación, así que actué, abrí la puerta. La luz del corredor me daba de lleno y dejaba ver la figura de Mónica ante mí. Vestida con una playera de tirantes roja con un pantalón de pijama doblado de las piernas hasta las rodillas, con su ser delgado y sus cuervas que se veían por encima de la ropa con sus senos dentro de esa playera, era perfecta en pocas palabras, no tenia vocabulario al verla frente a mi. Calzaba unos tenis blancos para correr y entre sus brazos cargaba una almohada con una funda de color rosa. Con mi mano izquierda me disponía a prender el apagador ala lado del ropero, pero ella ingreso y me aparto de mi cometido, para decirme.
-No, no la prendas, quiero estar así.
Me sentía nerviosa, ella cerró la puerta y me dijo que dormiría en la cama contraria a la mía, es decir dormiría en la cama de Lei. Cuando se sentó sobre el colchón se quito los tenis y puso su almohada en la cama y se coloco de costado, dándole la espalda a mi cama. Yo aun estaba de pie y viendo que ella se había acostado sin decir palabra, supuse que no tenia caso el hablarle o tratar de realizar una conversación, así que también me puse de costada de modo tal que mi espalada y su espalda coincidían pero en camas diferentes. “Esto es a lo que llaman tan cerca y tan lejos”, pensé en esos momentos, sin embargo sentía que no podía conciliar tan fácil el sueño, no distendí mi cama y ella tampoco lo hizo con la de Lei, así que estábamos bien las dos en esa obscuridad con un ambiente raro en el que podía oler so aroma. Al parecer ella también se había duchado previamente y la fragancia que se respiraba en la habitación era como el de la flor que ella me había dado y yo percibí cuando la coloque cerca de mi nariz. Ese olor combinado con este evento de tener a Mónica cerca de mi no lo toleraba del todo y me crispaba los nervios el hecho de estar así, sin embargo trate de conciliar un poco el sueño.
Mis ojos se cerraron para después de un tiempo despertarse al sentir que un peso extra en mi colchón; yo seguía de costado, el cuerpo de Mónica se puso de tras mío, podía sentir su respiración en mi cuello y el calor de su cuerpo invadir el mío, era evidente que ella no quería esperar mas. Un espasmo recorrió mi cuerpo cuando ella puso su mano tibia encima de mi brazo derecho que daba hacia arriba, después sentí como su cabeza se recargo en mi almohada y aun sentía su respiración caliente más cerca de mi nuca, mis mejillas estaban rojas y muchos escalofríos con cierto nerviosismo estaban presentes en mí ser.
Ella rodeo mi cuerpo con sus manos mi cuerpo, pasando su mano derecha por debajo de la mía y su brazo izquierdo hizo lo mismo por debajo de mi cuerpo hasta enredarme en ella.
Mi espalda que es la parte más sensible de mi cuerpo sintió cosquillas y algo de calor cuando los senos de Mónica, podía sentirlos a través de mi piel, no necesitaba mi tacto para sentir su pecho en mí. Una rara sensación se instaló en mi piel, era como cuando se te pone la piel de gallina y sientes calor y frio al mismo tiempo, además de que esa sensación recorrió mis piernas debilitándome los sentidos y haciendo mi corazón se acelerara…….Mónica era la persona que estaba provocando todo esto y no había hecho nada solo que abrazarme y hacer que sintiera su respiración detrás mío además de que mi espalda chocara contra sus pechos. Una marea de pasiones se arremolinaban dentro de mi, trate de hablar para hacer que parara, pero ella me detuvo diciéndome.
-Te quiero Natalia, así que solo por esta noche, déjame estar así contigo, déjame acurrucarme en tu vientre y en tu pecho y has lo mismo para que sepa que tú puedes llegar a ser mía y yo de ti.
Y un cariñoso beso en mi cuello se colocó por la obra de sus labios, la sangre se me subió rápidamente a la cabeza, no podía negarlo más, lo que sentía en esos momentos era una excitación que había llegado hasta mi sexo para acrecentar más la atmosfera de erotismo que ella había instalado entre las dos.
Sus labios estaban aun en mi cuello y de repente sus dientes alternaron en mordiscos que me hicieron suspirar confundiendo a mi mente acerca si quería que parara o no, solo puedo decir que cuando ella me mordía tiernamente mis ojos se cerraban y cada vez se avivaba un estremecimiento en mi cuerpo que me hacia temblar.
De repente sus mano dejaron de agarrarse entre ellas para dirigirse a los botones de mi pijama y los desabrocharon uno por un para que Mónica pudiera meter su mano en si interior y dejara al descubierto mi ropa interior y ella acariciaba mis senos por encima de mi sostén, haciéndome sentir mas rara y elevando la temperatura corporal de mi cuerpo con sus manos.
Yo aun me encontraba de costado y ella me giro con su mano derecha para enderezarme boca arriba, cuando hizo esto yo cerré los ojos y ella saco su mano izquierda de debajo de mi. La camisa de mi pijama estaba totalmente abierta y ella puso su mano en mi cara y la acaricio suavemente. Mi inocencia no me dejaba abrir los ojos y aquella exaltación solo hacia que me sintiera algo avergonzada, sin embargo Mónica me dijo:
-Abre los ojos Natalia, quiero que me mires cuando yo te estoy mirando y quiero que tú veas como estoy al estar cerca de ti. Así que no tengas miedo y abre los ojos.
Sus palabra tan dulces dichas con un tono tan tranquilo me diera algo de tranquilidad y lentamente los abrí, mis ojos ya se habían acostumbrado a la obscuridad y la cara de Mónica estaba frente a mi. Inmediatamente cuando abrí mis ojos, ella tomo mi mano izquierda y la llevo a su pecho, mi mano estaba cerrada cuando ella la tomo, sin embargo al ponerla sobre su playera, no solo sentí de nueva cuenta su suave busto si no que el palpitar de su corazón era igual o un poco mas rápido al mío, y trate de no contar la respiración agitada que tenia Mónica de la que me percate al tocarla. Lentamente mi puño se fue abriendo para poder sentir el latir de su corazón y después de esto acerco su rostro al mío y su boca me beso los labios. La humedad de estos rozaba las comisuras de mis labios. Mi nariz percibía de mas cerca su fragancia, y si, no me había equivocado al decir que era parecida a la de la rosa que ella me hacia entregado.
Después de besar mi boca ella se dirigió a mi cuello y lo volvió a atender de la misma forma en la que lo hizo cuando yo estaba de costado, una sesión de besos y de mordisqueos leves, mientras sus manos estaban en mi torso, para esto ella se coloco de tal forma en que yo acostada boca arriba y mis piernas estaban en medio de ella que se encontraba encima mío. La mirada perdida de una servidora se clavaba en el techo, mis manos habían perdido la fuerza para rechazarla y mi cerebro que mandaba señales para que mi cuerpo inerte se despabilara, pero no respondía, era como si Mónica tuviera la magia o la capacidad de inhibir mis reacciones instintivas para protegerme de algo.
Mientras ella me besaba y acariciaba el cuello, una parte de mi cerebro-la que no estaba enviando ordenes o mejor dicho la que no era racional después de todo- recordaba el primer beso que ella me había dado, tenia la misma consistencia al que me había dado en el kiosco y la misma al de los de ahora y recordé lo que ella me dijo cuando estábamos trabajando frente al invernadero, “porque el beso significo algo para ti Natalia”, abrí mis ojos mientras ella todavía estaba enredada en mi cuerpo y me di cuenta de que tal vez, solo por un poco en si para mi si significo algo, no podía definirlo con una palabra exacta en si miles de palabras invadieron mi mente y eso era lo que causaba confusión, tales como deseo, excitación y la que aun no me quedaba clara pero que cabía la posibilidad que era amor. No podía asegurar con certeza que me había enamorado de Mónica Díaz Fernández y mucho menos decir que ella estaba completamente enamorada de mí.
Después se incorporo y me miro y al verme ella se retiro de encima de mí y me dijo:
-¿porque no me detuviste?, acaso, ¿quieres que siga?
-No se, pero solo no quiero que te vayas esta noche y me dejes sola……así que por favor no te vayas y quédate conmigo.- le respondo mientras la tomaba del brazo.
Ella entendió lo que le dije y se acostó a mi lado de costado al igual que yo quedando encontradas, mi cara coincidía con la suya y solo se que ella me dijo mientras un sueño avasallador me entraba:
-No te preocupes Natalia, no te voy a dejar sola.
Y mis ojos se cerraron esa noche y aunque mi ser estaba presa del sueño me sentía rodeada de una aura que era cálida y que me envolvía en ella mientras la respiración de Mónica y la mía se hacían cada vez mas lentas regresando a la normalidad y un susurro que llegó a mis oídos y que no se si soñé o era suya la ardiente voz que me decía: “Te quiero, Natalia”.
Después de un buen rato de estar dormida, desperté sola en mi habitación cubierta por la colcha de mi cama, no había rastro de Mónica, así que me levante a ver si no se hallaba en el baño y tampoco estaba ahí, por la ventana, la recién salida luz del sol estaba presente y en el escritorio debajo de la rosa que había dejado en mi escritorio una nota escrita, la cual era en parte muy romántica si yo hubiera sido un chico, en ella estaba escrito: “Gracias por dejarme pasar contigo la noche, recuerda que te quiero y no dejare que nadie te quite de mi camino, así que ríndete y acéptame de una vez. Me fui temprano para no despertarte, estaré en el invernadero regando las plantas, te veré a la hora del desayuno, te quiere M.D.F”; y en el pie de la nota la figura de sus labios pintados con labial rojo.
Me puse toda colorada y claro que me agradaba que alguien se tomara esta clase de gestos conmigo, pero no sabia que pensar, así que no hice un gran espectáculo de esto, deje la nota en mi escritorio y vi el reloj de Lei, la hora eran las 8:00 de la mañana, dentro de media hora servirían el almuerzo, por primera vez estaba nerviosa por llegar a tiempo, así que primero realice la actividad de tender las camas ya que Lei llegaría esa noche y no quería supiera que Mónica había estado conmigo la noche del sábado y por supuesto que habíamos desarreglado, aunque la cama de Lei no estaba tan deshecha como la mía y me metí al baño no sin antes sacar lo que me pondría, restaba algo eufórica y no sabia que ponerme ese día, así que saque unos jeans de mezclilla negros y los convine con una playera amarilla después de tanto buscar lo que me pondría, así que me metí al baño. El agua caliente estaba mojándome y mis manos estaban repasando la figura de una servidora con el jabón, pero que se sintió extraña al pasar el mismo sobre mi cuello, recordé los besos y los mordisqueos leves de Mónica y la verdad siento algo de vergüenza al decirlo pero me excite al recordarlo.
Después de terminar de asearme me seque y cubrí mi cuerpo con la ropa que había destinado para ese día, y mientras estaba en eso, mi mente divagaba de lo que hubiera pasado si Mónica hubiera sido un poco mas agresiva en un sentido metafórico de la palabra ya que no es que quisiera que pasara en ese momento pero….. Solo me meso y acaricio mi cuerpo y que conste no quería nada mas, pero las preguntas me invadían la cabeza; “¿estaré preparada?, ¿me pondré nerviosa?, ¿sabré que hacer cuando yo tenga que hacerlo?”, todo esto era lo que me rondaba, pero si seguía haciendo una exhibición de esto, la verdad no creo que fuera bueno para ella y mucho menos para mi, llevándome a un desastre, así que decidió dejarlo en secreto. Un gran y romántico secreto.
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