La Tensa Espera

Un niño espera ansioso sentado frente al árbol de Navidad. Observa el gran paquete con su nombre e imagina no sólo lo que contendrá, sino que de qué fantásticas formas su vida cambiará gracias al mágico contenido de esa misteriosa caja. Envuelto entre coloridos papeles y cintas, se esconde un futuro aún desconocido para él, pero lleno de hermosos momentos, eso es fácil de adivinar.

Mi futuro es aún desconcertante. Los cambios al final de esta espera también me llevarán a un nuevo futuro, a un futuro sin ella. Estoy también ansioso porque esta tortura termine, pero estoy tan acostumbrado a ella que me asusta imaginar que ya no la tendré más.

La espera de un pescador paciente es aún más desconcertante. Él ni siquiera puede asegurar que se producirá un cambio. Su anzuelo puede nunca ser mordido, su día completo puede terminar en ninguna captura, su futuro puede no cambiar luego una jornada completa dedicada a su labor. Quizá para él es el momento de la espera aquello que busca, su cambio de futuro se produce gracias a su espera y no está dirigido por el resultado de ella.

A diferencia del pescador, mi espera es sólo una tortura más para terminar con la tortura que me trajo hasta acá, para deshacerme finalmente de ella.

La preñez de una madre primeriza tampoco se puede compara r fácilmente con mi espera. Ella recibirá un hermoso regalo al final de tanto tiempo y yo quedaré más vacío. El mundo nos prepara para las esperas que nos regalan algo al final y no para aquellas que nos quitan. Si bien ella me ha provocado infinitamente más dolor que placer, no puedo dejar de recordar todo el tiempo que ha estado conmigo, no siempre fue malo.

Presiento que mi condenada espera está llegando a su fin. Escucho algo por los altavoces escondidos en algún rincón de la blanca habitación, un poco apagado por las voces que emite el televisor al que nadie presta atención. Me están llamando – Señor Manríquez, por favor dirigirse a la consulta número tres – dice una monótona voz que parece provenir desde ese futuro que sigue a las esperas.

La ansiedad se transforma definitivamente en miedo. Camino tembloroso, pero dispuesto a enfrentarme a un desconocido futuro sin mi muela. Es una lástima, pero esta vez ya no quedaba otra posibilidad más que la extracción.

Jota