Déjenme contarles esta historia, que llegó a mí desde un cuentista, que la oyó de otro cuentista, y así hasta quién sabe cuándo.
La Barcaza de los Muertos todavía vaga por los Mares del Sur. Su capitán, el estimado Goldfinder, ya no la gobierna. La Barcaza se mueve por sí sola. Pero Goldfinder la construyó luego del naufragio del Mil Soles, allá, cerca de lo que ahora es Isla Nueva.
De los 200 tripulantes, solamente sobrevivió Goldfinder, Vivió en una isla de compostura gótica, con cavernas heladas y árboles ganchudos. La soledad, el frío y la noche lo asesinaron. Acabó, pues, por perder el juicio.
Un día, el estimado capitán Loco coleccionó suficientes cuerpos muertos como para construir, con ellos, los ensambles necesarios para su barca. Los ató, los unió con troncos, y así, una barca construida de carne humana empezó a navegar los mares.
Cuentan que todavía se la ve. No tiene vela. En cambio, tiene mil ojos.
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