¡Oh Tíndaris cuanto me holgara
en verte con el manto desceñido,
la cesta de la vid ante tu pecho altivo
y el rayo de sol que tus hombros dorara!
Muero de ambición en esta triste Roma
donde sólo el cielo es de laurel corona.
Evoco la mansa Luna en el firmamento
y el gemido de tu amor en el postrer momento
En el prado ameno junto a la fuente umbrosa
disfruté de tu cuerpo en lascivo abandono.
Mas ahora me aparta de tí piélago ominoso.
¡Oh inmenso mar que agranda mi zozobra!
Texto agregado el 14-12-2009, y leído por 337
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Lectores Opinan
18-09-2010
Bello.. no sé que más decir**************** vilyalisse
22-04-2010
Cuan interesante es el sentimiento de angustia del final del poema. *+*+*+*+* Rubinska
18-04-2010
Lo mejor que he leído hoy, sin duda. maria_eleonor
23-01-2010
no soy muy buena para la poesía, pero me ha gustado.
saludos! tigrilla