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ANACLETO PLAZIBAT, "Comisario Importado".

De profesión domador de caballos, analfabeto, gordo y manso, sargento de la comisaría del pueblo, ascendido a comisario por falta de postulantes.

Se sienta todas los mediodías a tomar mate en el negocio de diarios de su mujer. Un parador de trenes abandonado junto a no mas de veinte casas que representan toda la integridad de la aldea al costado de una ruta provincial.

"Desde un auto importado baja un hombre de impecable traje y compra el diario, en primera plana se destaca el único "orgullo" que le regaló el gobierno al pueblo: las fotos de un vehículo accidentado a la vera de uno de los caminos de acceso al pueblo.
Mientras la mujer se lava las manos, Anacleto recibe la paga del diario, lo guarda en su bolsillo arrugado y se sienta nuevamente".


Siesta de verano. Calor irresistible en medio de una provincia árida, desolada por la administración central y los favoritismos politicos.

En los pueblos de campo nunca sucede nada. ¿Qué podría acontecer que no hubiera sucedido ya a lo largo de tanto tiempo?.
Sin embargo, el aire estaba enrarecido, como amenazando algún tipo de tormenta.
Los perros de "la María Rosa", ladraban y molestaban a los pocos chicos que jugaban sobre la calle.
Llegó la noche y todo volvió a la calma, había sido solo un presentimiento de campo esto de la tormenta.
Pero algo sucedió y no precisamente esa tarde sino en la noche del día siguiente.
Algo sucedió aunque nadie en el pueblo se percató de ello, salvo los perros que estuvieron ladrando hasta la madrugada.
Solamente existió algún sobresalto, un ruido extraño que despertó a algún que otro vecino, pero como siempre pasa, no se le presta mucha atención, se da vuelta en la cama para continuar con "la tarea de dormir".
No se supo el porqué, pero durante tres días los animales estuvieron alertas, a partir de la tercera noche se tranquilizaron y continuaron con "la tarea de dormir".

La gente de los pueblos acostumbrada al olvido unitario, trata de no mirar ni escuchar.
Es mejor y mas sano, ignorar o hacer que se ignora.
Cuando algún habitante de la aldea, observa algún acontecimiento distinto, pasa rápido, observando solo de costado, con el rabillo del ojo.
Ha ido pasando el tiempo.
El pueblo continúa con la opaca, silenciosa rutina de los pueblos de campo.
Nunca sucede nada.
Salvo esos trajes de corte extranjero que enfundan los funcionarios, investigadores y fiscales, cuando por algún "vuelco del destino" deben justificar con su presencia la explicación de un acontecimiento que los obligó a ensuciar el brilloso lujo en sus zapatos.
Salvo también, cuando luego de tres largas semanas, deben ingresan esas enormes bolsas negras en el interior de las impecables y modernas ambulancias.

Desde un auto importado baja un hombre de impecable traje (chofer del gobernador comentan algunos, otros aseguran que lo es del Ministro de Seguridad, y agregan: el gobernador no pudo venir, temía inferir un gasto abultado al presupuesto provincial, por ese motivo tampoco intentó una llamada de larga distancia para avisar del acontecimiento a los deudos de los accidentados, política de ahorro presupuestario, le llaman).
El hombre compra el diario, en primera plana se destaca el único "orgullo" que le regaló el gobierno al pueblo: las fotos de un vehículo accidentado a la vera de uno de los caminos de acceso y un monolito con una cruz que anunciará el lugar donde "El político y sus treinta mil efectivos" escribieron una nueva página en nuestra historia: Política Argentina: Capìtulo 24, Plazibat, Una Familia Destrozada.

Mientras tanto Eunice, su mujer, se lava las manos, Anacleto recibe el costo del diario, lo guarda y se sienta nuevamente a cebar su mate y
observar como el hombre elegante se sube al auto importado y se aleja rápidamente sobre el asfalto "impecable" de la ruta provincial.
De profesión domador de caballos, analfabeto, gordo y manso, sargento de la comisaría del pueblo, ascendido a comisario por falta de postulantes, tiene el presentimiento de que ocurrió algo, de que algo se le ha pasado entre las manos, desde que los perros de la María Rosa han dejado de ladrar, sin embargo no existe tormenta sobre el cielo claro y además....

¿Qué podría acontecer que no hubiera sucedido ya a lo largo de tanto tiempo en ese, su pueblo de campo?.


Texto agregado el 13-12-2009, y leído por 246 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
23-04-2015 ¡Cómo me gustó!!! ¿Porqué tan pocos comentarios? He de leer cada uno de tus textos, me encantan! MujerDiosa
10-01-2013 Un Comisario Importado y una narración impecable. te dejo mis 5*s. Shou
13-12-2009 .|. Pene
 
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