Has visto a ese espeluznante monstruo salirse del espejo y atravesar a toda prisa tu habitación para instalarse en el rincón que queda justo frente a tu cama. Ha venido a asustarte. Ha mostrado su lengua morada, sus peligrosos dientes y ese ojo maligno en medio de su pecho. Ha usado su voz chillona para decirte algo en un idioma que no entiendes. Te has pellizcado para darte cuenta de que sí estás despierto y no has podido contener el miedo y has gritado. Has gritado con fuerza.
Entonces han venido tus padres a socorrerte. Inquietos han encendido la luz y tú, ciego, has perdido de vista al ente horripilante. No sabes dónde se ha escondido, si debajo de la cama, en el clóset o si habrá vuelto al espejo. Le dices a tus padres que un engendro horrible estaba en tu cuarto y te gritaba cosas que no entendías. Has dicho que no sabes dónde se escondió cuando ellos entraron, si debajo de la cama, en el clóset o si habrá vuelto al espejo, porque salió del espejo. Tus padres entonces han intercambiado una mirada y una sonrisa de mutuo entendimiento y te han dicho que tales criaturas no existen. Tu mamá ha abierto las puertas del clóset para tranquilizarte y tu papá ha mirado debajo del lecho con el mismo fin. Tú has puesto velozmente los ojos en el espejo y no había allí nada, sólo reflejos de cosas normales: las de tu cuarto. Te han dicho que no debes temerle a esas cosas.
Después de un rato se han ido. Pero te diré algo, algo que no quiero que se te olvide: Cuando tus papás se miraron y sonrieron lo hicieron porque sabían qué estaba sucediendo; cuando tu papá se asomó debajo de la cama vio al monstruo y éste le guiño el ojo en su pecho. Tú no miraste porque, claro, tú confías en tu padre. Pero allí estaba. Verás, lo que sucede es que nosotros, los adultos, vemos siempre a esos monstruos y ellos nos acorralan, nos amenazan constantemente, nos obligan a vivir como si nada. Nos dicen que los tranquilicemos a ustedes, que les mintamos cuando alguno, como tú, logre captarlos. Porque algunos niños llegan a verlos.
La próxima vez que algo así te suceda, vendrán tus padres y, según las órdenes de los esperpentos, te llevarán a dormir con ellos a su cama. Dirán que lo hacen para tranquilizarte, pero en su cuarto habrá muchísimas más bestias y es probable, muy probable que no duermas. |