Al atardecer lluvioso se sumó la nieve, de un invierno que azota Brasa de rojizos leños protegían la morada aquella tarde cuando cruzando interiores pude ver su silueta callada La desnudé con ternura y acariciando su fraganciosa piel me impregné en ella Confundidos en abrazo tradujimos la mirada silenciosa testigo que la pasión atrajo Inmenso calor fundió nuestros lados de intensidad creada por jadeante respiro Y dulces besos, cobijaron ese entonces Que, convirtió en fuego, a ese invierno que azotaba...
Texto agregado el 12-12-2009, y leído por 357 visitantes. (10 votos)