Inicio / Cuenteros Locales / sendero / MIS VECINOS- EL ANCIANO
Para ir al centro del pueblo, había dos maneras, una la calle central, y la otra el atajo. Mi consultorio se ubicaba al inicio del atajo. Si abría la puerta y miraba la mañana, como era mi costumbre, veía la choza de doña Candy y, al fondo, la cañada; si giraba la mirada hacia la izquierda, veía un jacal de tarros donde vivía un anciano, con quien platiqué una sola vez. Inusualmente, vi gente que entraba y salía y, uno de ellos me dijo que el señor estaba en agonía. Me sentí ofendido de que no me hubiesen llamado, así que me hice presente, sino como médico, al menos como vecino. Blanca la luz que se filtraba por la pared de tarros y se atropellaba en la blanca manta que ellos usan. Acostado en un catre se despedía de unos amigos. El olor de los enfermos graves es evidente, la muerte se huele y yo no olfateaba. Delgado, fibroso, recostado sobre una almohada, lo saludé a su usanza: tocando la punta de los dedos y diciendo suavemente “Tlenn” No sabía que decirle y él fue quien rompió ese silencio que cuelga como muro. Nunca antes lo había tratado. Me miró con limpieza y en claro castellano me dijo:
— Voy a morirme. Todo lo tengo previsto. Mis hijos ya saben que les va a tocar a cada quien. Me iré limpio del corazón y de la conciencia, ya vino el padre panchito y me confesé.
—No te vas a morir —, le decía.
Lo miraba sereno, su voz calmada más que precaria. ¿Cómo se va a morir? No veía signos atrevidos de enfermedad.
— Así está dispuesto. Ya sé en qué lugar quedaré. Escogí estar en lo alto de la loma para que pueda mirar hacia mi casa.
Y es que el cementerio estaba en cerro, desde allí, su casa era visible. Era la única parte del paisaje que a mí me desagradaba.
—No te vas a morir, verás que mañana desayunamos juntos. Eso le dije y me despedí con respeto.
Nunca supe que sucedió. El anciano habló de la muerte como si fuese parte de la vida, como decir, mañana haré esto y lo otro. Cierto murió en la madrugada, claro de conciencia, fibroso como una raíz y está enterrado en la loma, viendo su casa.
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Texto agregado el 12-12-2009, y leído por 452
visitantes. (7 votos)
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Lectores Opinan |
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12-12-2009 |
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Sabio anciano y muy perceptivo capaz de llevar ese dialogo con todas las facetas de la vida sin tratar de huir de ninguna,muy bueno****** shosha |
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12-12-2009 |
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El texto se percibe como un trozo de un momento en la vida, como arrancado de algo más grande, pues no sabemos mucho del anciano, sin embargo, trasmites muy bien el curioso hecho de la agonía del anciano. Bien escrito. El final puede parecer como que ocultas algún dato al lector. En la parte que dices: "sino como médico", creo que debe de ir "si no". A mi parecer, la frase: "La ciencia no tiene todas las explicaciones", sobra, no aporta nada al cuento, si no estuviera ahí, no le quita nada. Muy certero el estilo minimalista de las frases, en relación al acontecimiento. josejulio |
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12-12-2009 |
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Hermoso cuento con una enseñanza"aceptar la muerte como una
parte de la vida" resignada y serenamente.Mis********* almalen2005 |
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12-12-2009 |
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La muerte llega de tantas formas, algunas veces tormentosas, tu vecino el anciano recibió la bendición de morir en absoluta conciencia de su partida, en paz y sintiendo la tranquilidad de saber que su labor ya la había realizado. Todos estos relatos que has escrito dejan una sensación de paz, de autenticidad poética, bellísimos, mis cinco estrellas. Ignacia |
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12-12-2009 |
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...en la loma, viendo su casa.Es como usted refiere, parte de la vida.gracias por la reflección. azucenami |
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12-12-2009 |
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Prisintio su muerte y pudo despedirse, que bendición. Saludos. Azel |
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12-12-2009 |
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Hermoso cuento de tus vecinos, me encanto!! amigo... este texto
nis5* y besos míos para ti
NILDA yo_nilda |
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12-12-2009 |
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Que precioso cuento, y que bella la naturalidad con que algunos aceptan la muerte. ***** MariBonita |
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