Y ya era de día cuando abrió la gran puerta de madera y caminó fuera de las sombras.

El sol se había mostrado tras el bosque del Oeste, brillante y tibio en un cielo sin nubes.

Así cómo cerro sus ojos lentamente levantó la cabeza; gentilmente, el viento vespertino acarició su rostro y jugó entre su largo cabello.

El canto de las aves se había vuelto uno con los murmullos de la negra antigüedad, fundiendose con el ritmico sonido del pequeño riachuelo, el cual construía su camino en la distancia tras la humbilde granja.

Pero esto no siempre ha sido así...

Hace mil setescientos años, durante la celebración de las dos lunas, el enemigo sobrecargó a los aldenanos con poder bajo el manto de la oscuridad. Bravos hombres fueron partidos donde se hallaban en la fría y húmeda noche de otoño.

Los que aún tenían vida en las venas escaparon hacia la nada... pero se reunieron pronto y formaron una resistencia.

Muchos, entre ellos mujeres y niños; sólo armados con hachas, antorchas y pistolas... y parecía cómo si toda esperanza fuera abandonada.