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Noche.



Es de noche nuevamente, como ayer, igual que anteayer, igual que hace una semana atrás. No soporto esta oscuridad, el frío y esta extraña sensación de continuidad que me destruye que me mantiene despierto y me somete al silencio. La luna no ilumina este lugar y las nubes pasan rápidas por el cielo.

El panorama a través de la ventana no me da muchas esperanzas para terminar con esta situación. Veo a mi madre parada junto a la reja, esperando a que vuelva mi padre de su trabajo, no debería hacerlo, ya que se escucha por la radio y también en televisión, sobre el peligro que se corre en este sector de la capital, sobre todo por la noche, de asaltos a casas débilmente protegidas; y la nuestra no es la mas segura de la cuadra.

El frío es mas insoportable a medida que avanzan las horas. Nadie pasa por la calle, solo esta la silueta de mi cansada madre, desafiando las condiciones climáticas. La noche es interminable, siento como si hubiesen pasado años desde que me quede aquí, espiando por la ventana y mirando como las cosas no cambian, como siguen igual, sin embargo, sé que es el mismo día, siempre, eternamente.

Mirando por la transparente protección que ofrece la ventana, se me vienen a la mente atisbos de recuerdos, que no son claros, ni definitivos, nada concreto, solo pequeños intentos de dibujar situaciones que no sé si existieron. En mi cabeza rondan imágenes sombrías y sonidos indeterminados, golpes, sangre, dolor y miedo. La oscuridad me protege de estas siniestras y fantasmagóricas fantasías, pero en mi corazón sé que no podré escapar por mucho tiempo. Siento que atrás, a mis espaldas, esta el motivo de mi desdicha, la razón por la cual me escondo. Se que atrás de mi esta ese rostro, que mi mente trata de dar forma sin éxito. Pero la noche y la oscuridad, son mis aliadas, para protegerme de esta amenaza intangible.

Continuo mirando a mi madre, y nada parece cambiar. Ella sigue junto a la puerta de la reja que da a la calle. Esta parada, en la misma posición desde hace muchas horas, inmutable, indiferente y ajena a mis miedos. La escena no varia y todo parece igual, salvo por un detalle. En una esquina, al final del lado derecho de la reja, cerca de la pared donde termina, en la oscuridad mas absoluta, donde ninguna luz entra, se ve una sombra agazapada detrás del nogal que la protege. Se mueve sin que mi madre se de cuenta, yo observo, sin poder identificarla. Se acerca hacia la puerta y ella sigue indiferente. Veo que la sombra toma forma, es la silueta de un hombre bajo y delgado, en su mano hay un cuchillo, ya ensangrentado, lo empuña y se dirige sigilosamente hacia mi indefensa madre. Yo corro hacia la salida de la habitación, para alcanzar a defenderla, pero a cada paso que doy, la puerta se aleja mas y mas, la ventana sigue donde mismo y yo también. No avanzo y mi terror aumenta. La sombra esta cada vez mas cerca de su víctima y la hoja del cuchillo ilumina siniestramente la oscura noche. En un momento el asesino levanta su arma, listo para asestar un golpe, pero antes de hacerlo y, como si estuviese adivinando mi presencia detrás de la ventana, sonríe macabramente en mi dirección. La silueta de mi madre sigue allí, dibujada impávida, como si su imagen se proyectara desde una dimensión lejana e imposible. Yo grito, pero el sonido no sale de mi boca, me esfuerzo mas pero es inútil. El individuo vuelve a mirarme y esta vez lo identifico y también recuerdo los sonidos que mi memoria intentaba borrar y la sangre que hay en el cuchillo, también la recuerdo, miro mi pecho y aun la mancha roja sigue en allí. Grito y, grito mas al ver como mi madre cae, herida mortalmente. Mi desdicha es terrible. Cierro los ojos y todo vuelve a pasar. Aunque intente moverme, siempre quedo en el mismo lugar. Y se que de nada sirve lo que yo haga o diga, ya que me encuentro encerrado aquí en esta extraña dimensión, mas parecida a un sueño que a la realidad, en donde cada día es una noche eterna y mis emociones se repiten una y otra vez al mirar por esa maldita ventana de horrores pasados y existencias miserables. Tendré que esperar aquí, hasta que alguien ayude a mi madre, o hasta que mi padre regrese de su trabajo, o hasta que por fin mis movimientos resulten efectivos para escapar. Tendré que esperar eones, hasta que alguien me encuentre y encienda la luz en esta noche eterna, en la que no se si estoy despierto o todo es parte de un sueño, en donde no estoy seguro si aun vivo o solo soy una proyección patética de lo que fue alguna vez un hombre.

El cuervo__

Texto agregado el 15-06-2004, y leído por 142 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
15-06-2004 Un último comentario, el título es mejorable, quizá es un paradigma mio pero los títulos deben ser lo más atractivo posible, pero en tan solo una pequeña manchita insignificante en un relato magnífico blitzkrieg
15-06-2004 Marvilloso, fantástico, interesante, rítmico y finalmente sobrecogedor, sendos adjetivos para las estrellas. Te felicito. blitzkrieg
 
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