En la madrugada de un domingo húmedo yo estoy sentado allí, acompañado sólo por el murmullo de una ciudad que se despierta cantando pajaros y rugiendo máquinas.
La luz que poco a poco va pintando la habitación es azul y agradable, aunque un poco fría. Hace rato que estaba acostado sin poder dormir pero supe dejar de intentarlo y me senté cerca del ventanal a esperar al sol. El insomnio te hace pensar demasiado, ahora sólo pienso que necesito una taza de té y algún otro libro que sacuda esta cabeza que nuevamente ha sido infestada por tres días de juerga y casi tres años de depresión.
Extenuado, mi cuerpo apenas responde, aunque mi cabeza va a mil. Estoy muy débil como para levantarme de la silla inclusive, y sin embargo es eso, precisamente eso lo que ahora me hace sentirme el tipo más fuerte del universo. Y es que todavía no me he pasado de la raya, mis actos siguen estando dentro de los límites, aunque falta poco (dicen) para que "toque fondo". Cómo me encantaría hacerlo, tocar con mis manos ese fondo arenoso y réprobo, parecido al fondo del mar; y quedarme sumergido ahí hasta que el aire se acabe entregado por completo a ese instante inmenso de sensaciones.
¿Qué hacer?
No haría falta decir que todas estas idioteces que hago las hago sólo por que quiero ocultarme de ella y su mirada invisible. Quiero volverme irreconocible, quiero olvidarme de lo que quise ser, quiero borrar al que fui siendo (si es que acaso es posible). O por lo menos eso quería ayer.
Hoy me siento distinto, quizás es el nacimiento de otro ciclo, quizás es una falsa premonición. La verdad es que no creo que nada cambie nunca en este imperio corrupto, el sistema podrido en el que estoy inmerso y del cual soy un mero reflejo; el sistema que nos tiene podridos a todos y que se pudre cada vez más.
Pero a mí eso no me amarga, al contrario, soy todo destellos, risas y verdor porque sé que en un abrir y cerrar de ojos estoy en una casa (lejos de mi casa) amaneciendo como cualquier día (lejos de tus días) y eso es todo. Eso es todo.
Lleno una vez más mi pipa y fumo tranquilo, esperando sin expectativas cualquier señal, para contradecirla, obviamente, y acercarme más al fondo.
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