“Las espinas de la rosa”
-La primera semana y una mentira que se volvió realidad-
IV
Con la frase que acabábamos de oír respecto a la talla de sus senos era 34 y su copa de sostén era la B, solo podíamos estar boquiabiertas, o al menos eso era lo que se esperaba. lo que mas me daba cierto grado de alivio era que ya conocía el nombre de aquella chica de cabello negro, Mónica Díaz Fernández, la primer mujer que coloco sus labios delgados en los míos, no era que esto se tratara de un grado de regocijo o que se tiñera con un aire de victoria, pero le daba mas importancia al hecho de que ella estuviera en los dormitorios dos pisos mas arriba, eso solamente dejaba una posibilidad tan grande y es que era inevitable que me la encontrase alguna vez, mas sin en cambio recordé sus palabras cuando la chica con la que se encontraba en acciones mas que de amigas en el tocador salió: “No te preocupes, creo que corrí con suerte, era mejor que alguien nos encontrara así. Pero ya ni modo.” era como si las personas que usaba o le importaban; esto me daba cierto grado de tranquilidad ya que eso también significaba que no le daría importancia al beso que me dio en los baños y por ende ni se acordaría de mi- pero que equivocada estaba- y claro no tendría porque sentirme mal por lo que pasara si llegaba a encontrármela.
Con esta sensación o mejor dicho pensamiento, me levante de mi asiento justo después de que Leí y su prima Vanesa lo hicieron, Ivonne lo hizo después de mí y caminábamos lentamente por el pequeño caminito entre las dos hileras de asientos mientras caminábamos, como las demás alumnas hacia la puerta del auditorio.
-Bien, bien, pues que les parece si vamos a la cafetería para comer y después recorremos la escuela, ¿les parece?- dijo Vanesa poniéndose frente a nosotras.
Claro, porque no, respondí, mientras sentía una mirada detrás de mí.
al volver la vista hacia atrás, me cambio la sonrisa que tenia algo figurada en la cara desde que escuche el comentario de Mónica ante todas las presentes, bueno, supongo que mi cara era la de un ángel en comparación con la de esa chica que se ponía mas roja que un jitomate.
Pude notar que quería decirme algo, pero las palabras no le salina y continuamente refrescaba sui garganta seca con tragos de saliva, era algo asqueroso, pero sentía empatía, la verdad quien no la hubiera sentido.
la chica que estaba detrás de mi era aquella que encontré con Mónica en los tocadores cuando fui a arreglar mi corbata al sanitario, creo que no podre olvidar la cara que puso cuando me vio en la puerta cuando ella estaba con Mónica, supongo que ella tampoco me olvidar la expresión que puse.
Su uniforme ahora estaba completamente arreglado como si no hubiera pasado nada, su cabello rubio recogido con una diadema que era casi imperceptible, a menos que le miraras detenidamente y con su lunar en el lado derecho cerca del labio. Me hizo un ademan que me invitaba a que fuera hacia a ella. volví a ver a Leí y las demás, pidiéndoles que se adelantaran, me quede parada en el mismo lugar, al igual que ella esperando a que la ultima de las alumnas dentro del auditorio saliera para poder escuchar lo que creo tenia que decirme
¡¿Hum?!, hola, ¿Cómo estas?-dijo aquella apenada chica que ahora entrelazaba sus manos con cierto aire de inocencia y sus mejillas ruborizadas.
-¡Eh!, pues bien, gracias…. este, yo…. sabes, no era m…mi intención el……
Súbitamente fui detenida por sus palabras que llenas de vergüenza me dijeron:
-Por favor, te pido no le cuentes nada a nadie, por favor, te lo ruego, al verdad no era mi intención y no quiero tener problemas.
¡Eh!, no te preocupes, mi intención no era tratar de asustarte, te prometo no se lo contare a nadie, pero por favor ya no te espantes, me haces sentir algo extraña, ¿si?-dije mientras sonreía un poco.
-Mi nombre es Natalia, ¿Cuál es el tuyo?, ¿eres de nuevo ingreso?
-Si, soy de nuevo ingreso, me llamo Alejandra, pero enserio, ¿no se lo dirás a nadie?
Si, te lo prometo, dije mientras levantaba mi mano derecha con la palma extendida.
En esos momentos el sol estaba a su máximo esplendor a pesar de casi ser las tres de la tarde, se sentía que quemaba los hombreo, lo bueno era que había dejado mi saco en la habitación cuando fui con Leí, ahora la verdad no sentía demasiado calor, pero me molestaba los rayos del sol que daban contra mis ojos.
-Oye, Alejandra, que te parece si me acompañas a la cafetería, mis amigas están ahí, o ¿ya tienes planes de ir con alguien mas?
-¿Eh?, no, no tengo planes, claro que acepto, pero puedes decirme Ale, no me desagrada que usen diminutivos. Dijo con una sonrisa mientras caminaba hacia a mi.
-Mmmm que bien, pues, puedes llamarme Nat, así me puso una de mis nuevas amigas. Y le di la mano para saludarla, así lo hizo y luego ambas nos sonreímos mientras caminábamos a la cafetería.
Caminamos por el pasillo entre la cafetería y el edificio de lo salones de las alumnas de tercer grado hasta tener enfrente el jardín donde se encontraba la estatua de la virgen María y dimos vuelta hacia la izquierda; la puerta de la cafetería estaba abierta, así que entramos.
Varias mesas muy largas como de unos 7 metros colocados paralelamente en varias columnas con 14sillas de metal por lado detrás de ellas, el piso adornado con azulejos de color blanco y las paredes pintadas de un color beige daban cierto contraste. hasta el fondo se encontraba el área de la cocina con un aparador donde se formaban las alumnas para poder tomar su alimento, era amplio y en el lado derecho a nuestras espaldas, varias maquinas dispensadoras una de refrescos, una de chucherías como papas, dulces y cosas como esa y la ultima que despachaba café instantáneo.
El que la cafetería fuera amplia y contando a las presentes que no éramos ni 50 podía decirse que este edificio estaba a una capacidad del 10% de lleno, en otras palabras podías elegir sentarte donde te placiera. De repente una mano se levanto entre el pequeño mar de chicas, y aunque desde que habíamos entrado Alejandra y yo ya la había reconocido Leí me saludo desde su asiento, al cual nos dirigimos.
El calor también había causado estragos en mis nuevas conocidas y lo pude notar gracias a que ellas se habían quitado sus sacos y los colocaron en los respaldo de las sillas donde estaban sentadas. Todas tenían una charola donde se encontraba sus provisiones para ese momento.
llenas con un plato de verdura y una pieza de bistec frito con aderezo algo sospechoso, un plato de fruta y un vaso de unos 900 mililitros lleno con un liquido de lo que parecía ser manzana era lo que tenían para comer.
-Vamos, Nat tienes que formarte para que te den tu comida, aunque hoy puedes servirte lo que quieras ya que la cocinera hoy no trabaja sino desde mañana.-dijo Leí.
-Si, gracias, ahora lo hare, ah, les presento a Alejandra, la acabo de conocer.- y señalándola, algo apenada salió de detrás de mi y saludo a cada una de las que estaban sentadas, Leí e Ivonne la saludaron cordialmente, aunque note cierto grado de recelo cuando Vanesa la saludo.
-Bueno, iremos a tomar nu4estros alimentos, ahora regresamos.- dije- y tomando a Alejandra de la mano la lleve a la fila de chicas que tomaron su bandeja y algunos platos donde se servirían sus alimentos.
El mostrador tenía en verdad variedad de alimentos, desde ensaladas con verduras-algo que odio-hasta algunas pastas preparadas con trozos de jamón y de queso en cubitos. Tome tres platos, en una me serví de esa sopa fría, en el otro tome un trozo de carne frita con un poco de ensalada y en el más pequeño me serví fruta, en mi vaso tome
De una jarra grande el liquido que parecía ser néctar de manzana, mas bien era algo que tenia manzana ya que mi nariz logro percibir cierto olor a manzana. Vi que Alejandra se sirvió lo mismo, así que le sonreí y lentamente nos dirigimos a ocupar los asientos.
Me senté al lado de Leí, y Alejandra se sentó al lado de Ivonne y Vanesa se encontraba en la orilla de donde estaba Ivonne, comenzamos a comer, mientras platicábamos acerca de varias cosas, como de las materias o de las profesoras que nos darían clase, todo acerca de esto nos fue instruido por Vanesa, ya que como ella era de segundo curso, se había adaptado al estilo de vida que tenia una interna en esa escuela.
Todo iba bien, la verdad muy bien, hasta que Leí, me pregunto acerca de cómo había conocido a Brenda Maldonado Arriaga, la chica de cabello rojo y del porque me había advertido algo.
Esto levanto el interés de todas, pero mas había dos intereses que se contraponían en la mesa, uno el de Alejandra cuyo recuerdo me vino al encontrarla en el tocador con Mónica y el de Vanesa que levanto la ceja izquierda como si pudiera leer mi mente, la verdad en ese momento no sabia que hacer.
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