“Las espinas de la rosa”
-El principio-
V
-Al abrir la puerta, una gran oficina se dejo ver ante mi, un escritorio de madera con muchos papeles y fólderes, un teléfono y una retrato todos acomodados de una manera muy ordenada, detrás del escritorio una silla de igual material y detrás de esta una gran ventana con cortinas blancas, dos sillas ubicadas frente al escritorio de madera.; un perchero al mi lado izquierdo junto con un 2 sofás colocados uno enfrente del otro. En las paredes muchos diplomas y reconocimientos, así como algunas fotos en marcos de madera.
El piso estaba cubierto por una alfombra de color rojo y en el ambiente se respiraba una roma a incienso.
La persona que estaba sentada en la silla detrás del escritorio me miraba fijamente, era la directora, una persona de cabello teñido de rojo recogido con un moño, como de unos 40 años de edad, lentes que le daban un aspecto de importancia, mas del que ya de por si tenia a causa de su rango; una persona que me estremeció y mas con su traje sastre de color negro perfectamente impecable.
Mi mirada no solo se centro en la directora que me miraba con unos ojos escaneadores sino que se distrajo al ver que era acompañada por una chica sentada en una de las sillas frente al escritorio, tal persona no se inmuto al momento en que entre y me quede parada tratando de disculpar la intromisión.
-Eh, pido una disculpa señorita directora por llegar tarde, me entretuve un poco en el tocador.
-si, ya lo veo, por favor pasa y cierra la puerta y toma asiento por favor-me dijo con una voz algo enérgica.
Cerré la puerta y camine hacia la silla que se encontraba disponible, coloque mi maleta a mis pies mientras la mano izquierda acomodaba mi falda cuando me senté, una vez hecho esto, mire de reojo a la persona que estaba a mi lado. Una chica de mi edad de tés blanca, cabello negro y de mirada soñadora era la persona que suponía era mi compañera de cuarto, al percatarse que la miraba se sonrió un poco y me miro, yo no hice más que devolverle la sonrisa y decirle:
-Hola, mucho gusto, al parecer seremos compañeras de habitación, mi nombre es Natalia….
Un carraspear de la mujer que estaba delante de nosotros me interrumpió en mi oración, volví a ver a la directora una expresión de rechazo fue la que vi en ella así que guarde silencio. Y tomando la palabra dijo:
La disciplina lo es todo Señorita Mondragón, creo que es necesario sepa donde esta usted, aquí no es una guardería, creo conveniente decirle que aquí se pide permiso para hablar, ¿no lo cree usted?
Y con una mirada que me daba a entender que tenia que aceptar mi culpa a querer responder, solo incline la cabeza y no dije ninguna palabra, aunque no creía que fuera nada malo querer saludar a la persona que esta a tu lado, creo que era por educación lo que quería hacer.
Retomando la palabra se dirigió a nosotros y dijo:
Efectivamente, la señorita Martínez será su compañera de cuarto, ella también es de nuevo ingreso pero una de sus familiares es de grado superior, así que sabe algo acerca de esta escuela, ojala puedan llevarse bien. Le he dado instrucciones para que le de un recorrido por la escuela antes de la comida que es a las tres y la cena que se sirve a las ocho, los desayunos se sirven a las 8 de la mañana y todas las estudiantes sin excepción deben estar en su dormitorio a las nueve, no creo le tenga que decir mas, ya que esto viene en el manual de disciplina que se da a cada alumna, ¿o si?, además de que en dicho manual, se menciona acerca de la puntualidad, y como usted llego tarde supongo se le ha de haber olvidado dicha prioridad…..sin embargo como aun oficialmente el ciclo no comienza no tomare represalias, lo pasare por alto por esta vez.
Levantando tímidamente la mano, la directora hizo un gesto el cual podía interpretar como que me daba autorización para hablar.
-Gracias señorita directora, espero no importunarla mas, agradezco se haya tomado la molestia de esperarme.
Y haciendo un gesto nuevamente, pero esta vez de aceptación respondió:
Eso espero, señorita Mondragón, no me gustaría verla por aquí muy seguido, así que pueden retirarse, la señorita Martínez la llevara al dormitorio y le mostrara las instalaciones de la escuela.
Mi compañera se puso de pie, tome mi maleta y también me incorpore, después de darnos la mano a ambas la directora nos despidió de su oficina, mi nueva compañera camino hacia la puerta y la abrió, yo camine detrás de ella y con una sonrisa me indico que saliese primero; volví a regresarle la sonrisa y salí, ella lo hizo después de mi y cerro la puerta.
-¡Uffff!, creí que en verdad no saldríamos vivas de ahí- exclamo mi compañera, mientras estiraba sus brazos.
No te preocupes, la señorita directora es así con todas, a mi hermana también le regaño en su primer día. Ah, por cierto, mi nombre es Leilani Martínez, puedes decirme Lei, ojala podamos levarnos muy bien, de acuerdo.
La mire absorta, pero era claro que no podía hacer lo que estaba haciendo en esos momentos enfrente de la directora, así que me relaje y respondí
-Si, caray, la verdad creí que me iba a golpear o algo así, mi nombre es Natalia Merlo Mondragón, yo también quiero que nos llevemos bien.
Un carraspear del cubículo que teníamos al lado salió de la secretaria que nos veía con cierto desdén, indicándonos que debíamos guardar silencio, luego el timbre del teléfono sonó y ella lo cogió, mientras hacia esto Leilani tomo mi mano y méjalo hacia el pasillo donde empezamos a caminar.
Ya en el corredor soltó una pequeña risotada que me contagio hasta que nos opusimos rojas, claro que cuidamos el volumen ya que no queríamos ser de nuevo –o por lo menos yo-reprendidas por la directora.
Bajamos por las escaleras hasta el segundo piso, en el transcurso me pregunte como era posible que hubiera cuatro pisos y en el tercero no hubiera escaleras que llevaran al último, le pregunte a Leilani acerca de esta interrogante que tenía y dijo.
Si, la primera vez que yo vine también tenia la misma pregunta-dijo con aire de superioridad como si a ella hubiese sido a la única persona que se le había ocurrido, o por lo menos así me sonó- creí que se trataba de un piso fantasma o algo así, ja, ja, pero, al costado del edificio hay unas escaleras de caracol que llevan al cuarto piso directamente.
-¡Oh!, ya veo, esa era mi pregunta, gracias Lei….lani.
-No te preocupes puedes decirme Lei, no me desagrada en lo mas mínimo-respondió con una sonrisa angelical en su cara.
En el segundo piso volteé la mirada por el corredor, y seguía igual como lo había estado cuando subí con la chica de cabello pelirrojo. Algo paso cuando estábamos descendiendo por las escaleras hasta el primer piso, mi corazón se estremeció y un intenso tum, tum, tuvo lugar en mi pecho. Cuando bajamos por las escaleras, caminamos por el corredor del primer piso, yo creía mi corazón iba a estallar si volvíamos a pasar por el tocador donde hacia como media hora había tenido un pequeño encuentro algo extraño, pero para mi fortuna había olvidado que el primer piso estaba conectado por dos escaleras y yo había subido desde la planta baja al primer piso por la escalera del lado derecho. La escalera del lado izquierdo se encontraba pegada a la pared de mí ahora lado izquierdo. Lei-como le empecé a llamar desde esa ocasión- se adelanto a bajar y yo con la maleta en mis manos mire el largo corredor y trague un poco de saliva y recordé como un flashback cuando la chica que correspondía la nombre de Mónica me había besado.
Al ver que no avanzaba y que estaba estática Lei me dijo:
Que pasa Natalia, ¿viste algo?, y observando hacia donde yo lo estaba se quedo también ella.
No, no pasa nada solo que recordé algo, gracias por preocuparte, je, je. Sonreí algo nerviosa.
Bueno, apúrate Natalia, hay mucho que ver, además, la comida se sirve a las tres, o no lo recuerdas.
Si ya voy-dije y bajamos juntas por las escaleras hasta la planta baja donde cruzamos el otro lado del arco para ingresar a mi nueva aventura por aquel sendero empedrado.
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