Inicio / Cuenteros Locales / EL_RETO_GANADORES / Reto 15 Prosa Ganador Selkis con Cuentos chinos
La estantería del recibidor había estado presidida por aquel
jarrón chino desde que Penélope tenía memoria. Su
padre había tenido buen gusto al escogerlo como regalo para su
madre.
Ahora él estaba muerto y ella en el hospital. No podía
evitar sentir cierto descanso.
La policía le había dejado leer el informe de la
investigación. Sus padres habían salido del cine a las doce
de la noche. Habían decidido dar una vuelta. La madre
testificó desde la cama del hospital que tenían
intención de ir a tomar algo para culminar la agradable velada. Su
madre no recordaba porque decidieron pasar por aquel callejón tan
oscuro y poco frecuentado. Confesó que ni se le pasó por la
cabeza que pudiera ser peligroso. Sin embargo, lo fue.
Penélope cogió el jarrón entre sus manos. No era muy
creyente y aún así rogó que su madre no sufriera
mucho. Sólo tenía plegarias para ella. Sabía que su
padre iría al infierno, no tenía salvación. Recordaba
la historia que su madre le contaba siempre sobre aquel jarrón.
- “El día anterior me pegó,” -explicaba- “estaba enfadado
porque me olvidé de que no le gustan las lentejas y yo...
había preparado una ensalada de lentejas y ...”
Siempre se tropezaba cuando intentaba justificar las palizas de su marido,
como si una voz inconsciente que mantenía silenciada y amordazada no
le dejara expresar las mentiras que se decía a si misma.
- “Pero aquella mañana me despertó con el desayuno en la
cama. Me regaló este jarrón y la promesa de que no
volvería a hacerlo”
Según ella, aquello demostraba buenas intenciones. De nada
servían en su particular juicio las cientos de palizas posteriores a
aquel día. A ella tan sólo le valía la hermosa promesa
en forma de jarrón a la que le había sacado el polvo durante
años.
La policía le dijo a Penélope que su madre había
tenido suerte. La habían dado por muerta tras la brutal paliza. Tras
haberles robado todas las pertenencias, se dieron a la fuga.
Se lamentaron por su padre, que no había superado un
durísimo golpe en la cabeza.
Ella sólo lamentaba que su madre volviera a sufrir. Según lo
médicos, pasaría tres semanas en el hospital. Tenía
roto un brazo, la cara desfigurada, además de múltiples
contusiones. Incluso comparada con la faena de encontrar a un matón
dispuesto a hacerlo pasar todo por un robo, aquella había sido la
parte más dura. Pero la convencieron las palabras de su madre,
palabras que por fin a Penélope le sonaron sensatas: “Hija,
recibiré una paliza en breve de todos modos. Por lo menos
así, esta será la última”. |
Texto agregado el 08-12-2009, y leído por 175
visitantes. (2 votos)
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Lectores Opinan |
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08-12-2009 |
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Felicitaciones muy muy merecido este primer puesto!!!,mis****** nanajua |
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08-12-2009 |
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Uno de mis favoritos , muy bueno , un tema desbordante =D mis cariños dulce-quimera |
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