Lo hemos pasado tan bien. Al apuntar este nuevo día y esta temporada y estos años tan cortos uno se siente sometido porque es la nueva era de los que creen. Por eso nosotros no andamos esperando milagros mesiánicos. Pero la pasamos tan bien, amigos.

Este calor, este bochorno es sospechoso. Es un poco para despertarnos. Es un poco para no colgarnos.

Y acaso yo me dejo influenciar por los hombres, y acaso me dejo llevar por sus personalidades y acaso es un pecado hacer de tus preferencias una ensalada rusa.

Y siempre criticamos al distinto, a lo poco usual. Pero así nos queremos. Acabo de darme cuenta que estoy nuevamente enamorada, y no quiero chupártela esta noche. Y no quiero que me la chupes para acabar nuestro lazo.

Porque en medio de toda esa manifestación musical podemos congeniar y reírnos. Y decirnos más de lo habitual.


Estamos a punto de plantarnos en el hotel, hemos quedado no hacernos daño pero la miseria esta cuajando esta madrugada. Hemos logrado mentirnos y ser tan cínicos de sentirnos perdonados.

Y en silencio haz llegado por el pasillo, vaciaste tus pantalones y cerraste con el cerrojo. Te sospecho torturado, acabas de volver de la ruleta mágica. Y no vales el presupuesto, no lo vales. Y estoy convencida que podemos ser más que simples amigos de hotel. Y estamos más desnudos que la misma especie. Y estos machismos en las deudas, en las grandes hazañas menospreciadas. En la absoluta arrogancia de una merienda gratuita y mal servida. Te amo, te amo. Como este verano puedo convertirme en un pescado chino. Este día puedo encontrarte sin metadona. Por la paz mundial y el status quo de nuestras perdiciones.