Bellavista muy temprano tiene un olor especial. Sus veredas y calles siempre húmedas, con sus muros altos que se levantan uno tras otro en el centro centro del barrio, le dan una nostalgia añoranza la cual siente Ernesto Ruiz cada vez que llega o sale a esas horas de la mañana.
En esta oportunidad su despertar ha sido mas alegre. Nuestro detective después de dos meses sin ninguna investigación de peso ha recibido un llamado y una propuesta de trabajo.
Tras sortear el largo pasillo azul del cité, Ernesto dobla por Dardignac en dirección a Purísima, cruza el parque forestal, puente Pió Nono, cruza la Alameda y se sumerge en la boca del metro. La reunión es a las nueve. __Sobra de tiempo__Se lamenta el detective, tiempo de sobra para un viceroy.
Camino a la reunión, siempre bajo tierra va practicando posturas dichos y raciocinios inteligentes que le ayuden en su presentación, ya que el trabajo lo necesita con premura. Y utilizar el adelanto habitual de sus honorarios para ponerse al día en el arriendo y demases cuentas pendientes que lo asfixian hace un rato.
Metro estación Alcántara. Las puertas se abren y sale en dirección Isidora Goyenechea. Los nuevos edificios de cristal y sus veredas anchas recién remodeladas lo hicieron pensar en otros países, en otras latitudes. Hasta que el paseo señorial de un quiltro termino despabilándolo.
Al entrar a uno de esos edificios la modelo recepcionista lo recibe con ojos perturbadores__El mas bello color que he viso en mi vida__ Reflexionaba dentro de la caja de metal que lo subía mas allá del azul cielo de los ojos a la entrada. __Piso veinte dos__.
__Buenas tardes, busco a don Lotillo Yañes. Irrumpió el detective frunciendo el seño en señal de seriedad.
__Buenas tardes señor, ¿Don Lotillo lo espera?
__Sí por su puesto.
__Por mi puesto no, gracias. Dígame ¿Cuál es su nombre? Ametrallo la mujer ruda sentada sobre un escaño, a mayor altura de los otros que trabajan en el lugar. Aparentando invulnavirilidad, poder, ojo examinador.
__ ¡Ernesto Ruiz! Respondió perturbado nuestro detective.
Ella dirigió su mirada hacia la pantalla y tecleo armoniosamente el nombre muy chileno para ese edificio.
__Si gusta toma asiento señor, mientras le aviso a don Lotillo que usted a llegado. Repitió mecánicamente ahora con una sonrisa tallada en el rostro.
Hundido dentro del mullido sofá los ojos de Ernesto repasan cada línea dibujada en los grabados que cuelgan perfectos en la pared cafecina a la entrada. Luego fija la atención en los muebles y alfombras que decoran armoniosamente el hall.
__ ¡Con gusto viviría aquí!__ Exclama con tono elevado en demasía, logrando la atención y otra sonrisa tallada de la mujer dios
Después de un rato lo llamaron a pasar a la oficina.
De pie tras su portentoso caobiano escritorio recibe a Ernesto con amabilidad la voz al otro lado del teléfono.
__Don Ernesto me alegro que aceptara mi incitación. Dijo sonriente el perfumado empresario.
__Para mi es un placer poder ayudarlo en la investigación. Contesto Ernesto estrechándole su mano.
__Por favor tome asiento.
__Gracias. Y bueno usted dirá don Lotilio para qué puedo serle sutil.
__ ¡Ha! Directo al grano. Eso me gusta hombre. Mire don Ernesto veremos después si fue útil en la investigación. Pero no tenga cuidado yo confió plenamente en sus habilidades y quiero que sepa que fue muy bien recomendado por Sofía Echeñique, la polola de mi hijo, quien es el que ha desaparecido, y la cual tengo entendido que usted la ubica.
__¿Sofía? Claro que la conozco. Fuimos compañeros en la universidad, y la he ayudado en algunos problemas…
__Lo se don Ernesto estoy enterado de todo, y permítame decirle que en la forma valiente como usted se comporto el día del incidente en “La Boheme” Fue lo que hizo decidirme por su ayuda.
__Le agradezco sus palabras don Lotilio. Pero dígame algo ¿Cuánto lleva desaparecido su hijo?
__Me gusta su celeridad hombre, me gusta. Bueno, alrededor de siete días, juntando todos los antecedentes que he recopilado me hace suponer ese tiempo.
__ ¿Y donde están esos antecedentes?
__Acá mismo don Ernesto. Contestó el empresario golpeando tres veces con la palma extendida una carpeta sobre el escritorio. __Me permití hacerle una copia, haber si le ayuda en algo. Prosiguió el viejo millonario pasándole los documentos, sin levantar la carpeta del caobiano escritorio, deslizándola con cuidado, para voltearla justo al llegar al borde de la mesa.
Al interior se encontraban fechas y lugares asiduos, los cuales visitaba Javier Yañes. Teléfonos de amigos y posibles contactos. También una foto y algunas cartas de puño y letra del hijo desaparecido. Todo muy bien ordenado y con el logo de la compañía impresa en cada una de las hojas del informe. “Inmobiliaria Arauco”
__No se imagina el trabajo que me ha ahorrado don Lotilio.
__Y por lo mismo hombre me atrevo a pedirle celeridad en la investigación. Usted no sabe lo difícil que han sido estos días sin noticias de el, hay veces que pienso en lo peor, repaso una y otra vez si algo hice mal, No se, esto de la empresa y los negocios últimos que hemos cerrado, todo tan positivo para la compañía…Tal vez hemos pasado a llevar a personas o instituciones que… Bueno y después de el llamado de hace unos días.
__ ¿Llamado? ¿Cuál llamado?
__Hace tres días. Era temprano, yo en mi oficina como de costumbre y que Gloria mi secretaria me pasa un llamado __”Don Lotilio, que bueno escucharlo ¿Le falta algo? ¿Acaso algo o alguien han desaparecido? Tal vez…el futuro. Como el suyo. Como el de el”.
__Lo tengo todo gravado aquí en mi cabeza don Ernesto, palabra por palabra. Cada cual mas irónica que la otra, cada cual mas hiriente. Y el mundo que se detuvo por un instante, atorándose las palabras en mi garganta, ni un murmullo, ni un sonido gutural pudo salir y escupir sobre esas palabras macizas que machacaban una y otra vez congelando por un instante mi vida.
Le pido ayuda mi amigo, haga lo humanamente posible por encontrar a mi hijo. No escatime en gastos.
__Lo haré don Lotilio, pero dígame algo. ¿La policía sabe de esto?
__No puedo llamarlos, lo dejaron muy claro como hace cuatro días. Un mensaje en mi teléfono que provenía del celular de Javier “La policía no es bienvenida, la ley no cuenta, la ley la dicto yo. El encierro y la muerte a mi antojo” Usted entenderá que no me arriesgaría.
__Ok. Ahora dígame algo. ¿Dónde vive su hijo? ¿Vive acaso con usted?
__No. Javier no podría vivir con migo, hace mucho que es independiente. Ese fue su regalo de graduación. Después que salio de la universidad le regale su departamento.
__ ¿Y que estudio?
__Bueno. Comenzó estudiando derecho, durante dos años, mi sueño. Verlo como abogado era mi gran anhelo. Pero lo de el iba por otro lado, se metió a la escuela de teatro. Las artes escénicas y la dramaturgia lo conmovían más que los códigos y derechos añejos como su padre. No pude hacer nada, mas bien no hice nada para convencerlo, la intensidad del brillo en sus ojos me encegueció ese día cuando me contó la decisión que había tomado. Su primera y gran decisión. Y espero con todas mis fuerzas que no sea la última. Se lo encargo don Ernesto. Cuento con usted.
Al bajar del ascensor y encontrarse con los dos luceros a la entrada nuestro detective pudo tragar saliva y sacudirse un poco de la impresión que le dejo la reunión, el carácter fuerte y humano del empresario. Una mezcla de poderío y orfandad, un gigante herido, una mescolanza engorrosa de la cual era parte y la cual tenia que resolver.
Con la carpeta bajo el brazo y el cheque en su bolsillo Ernesto Ruiz se encamino dirección al banco.
Recorriendo Apoquindo con un viceroy en los labios y el sol a cuestas trataba de ordenar sus ideas, las cuales bombardeaban sin tregua su cabeza.
__”Lo primero llamar a don Aníbal, juntarme en la “Boheme” y almorzar” se repetía de pie haciendo la fila con el cheque en el bolsillo y la carpeta bajo el brazo.
__ ¡Alo! Don Aníbal ¿Cómo esta? Habla Ernesto.
__ ¡Don Ernesto! Que gusto escucharlo ¿Cómo le ha ido?
__Bien, bien. Usted sabe amigo. Pero bueno lo llamo para que nos juntemos, me salio un trabajo y necesito ayuda.
__Ni un problema amigazo ¿Y como a que hora seria?
__A la una en la “Boheme” lo espero.
__Ahí estaré, no se preocupe.
__Ok. Nos vemos luego.
Con su escuálida cuenta corriente abultada y la corbata café a lunares en el bolsillo de su gabardina, siempre bajo tierra nuestro detective viaja de regreso a su hogar. Cruza el parque Forestal, Purísima, Dardignac, penetra en el largo pasillo azul del cité y entra en la oscura pieza que arrienda hace unos meses en el centro centro del barrio Bellavista. Tirado en la cama con un viceroy colgándole de una comisura revisa los datos entregados por el empresario. Anota fechas y teléfonos en una libreta mientras escucha el compás sandunguero de “Zuco103” moviendo los pies descalzos al ritmo “Brasil pop Euro mix.
Al entrar a la “Boheme” las puertas lo delatan como de costumbre, al verlo Francoise sale de la barra y lo recibe con un abrazo y un ¿Todo bien?
__Sí, todo bien Fix. Me salio un trabajo, uno bueno a sí que vine a celebrar
__Que bueno poh, ya está entonces pide no mas la casa invita
__Me tomaría un pisco sour. Mira que espero a don Aníbal. Lo invite a almorzar.
__Ni un problema, pasa por acá entonces…
La “Boheme esta vacía, solo Fix y el detective repletan el espacio, en ese extraño lugar cuando no es de noche. Pareciera que el jolgorio de la fiesta se quedara en las paredes y en el día quisiera volver a estallar, reprimiéndose por la luz que cae en vertical sobre el oasis cuadrado que aparece en medio del comedor, encerrado por ventanales como un gran acuario sin peces, pero con mesas y sillas. Y es ahí en donde invita a pasar a nuestro detective.
_Ernesto. Sígueme, aprovechemos estos pocos días de sol que quedan del otoño.
__ ¿Y de que trata la investigación? Pregunta el francés sin mirarlo, concentrado en la pipa con ojos rojos y en la hierba volátil que guardaba en ella con torpeza.
__ ¿Te acuerdas de Sofía? ¿La chica que ayude el día del tiroteo?
__Sí, sí
__Bueno, el pololo ha desaparecido. Y el padre, un viejo rico me contrato para que lo busque. Lleva siete días desaparecido.
__ ¡Chucha! ¿Y como fue?
__Al parecer lo secuestraron. Recibió un par de llamados y unos mensajes. El padre esta muy mal. La cosa se ve peluda Fix.
__ ¿Y tienes pistas? Replicó el francés con problemas, tratando de sostener el volátil humo que salía furioso de la pipa.
__Algunas. Nada concreto todavía, recién hoy he comenzado la investiga… Apagándose la voz del detective con el torrente de humo que aspiraba con dificultad.
Después de fumar y charlar un rato, las paredes del patio interior y sus dibujos con los rostros de los patriarcas se hicieron móviles y ambiguos. Llevan tres piscos sour y Ernesto echado en la silla se siente a sus anchas, hasta que el sonido de la puerta a la entrada lo sobresalto de su pequeño viaje espacial. Era don Aníbal que al verlos se lleva las manos a la cabeza levantándolas en son de paz
__Sorry don Ernesto. Cuando venia para acá me salio una carrera. Era un cliente antiguo, no le pude decir que no. Con la mala suerte que iba a Huechuraba. A si que le pido disculpas por la demora.
__No se preocupe oiga. Aquí Fix me estaba haciendo compañía.
__Que bueno. Pero acá estoy. Y muerto de hambre.
__Ya no mas__Dice el Francés levantándose de la silla con rumbo a la cocina.
__Para hoy la especialidad de la casa. ¡Pizza! Estoy solo no hay reclamos.
__Pizza esta bien para mi__ Contesta Ernesto sobándose las manos.
__Para mi también don Francoise. Eso si no creo tan ricas como las del joven chef rubio que tiene.
__No nunca tanto, pero hago el intento__ Le dice Fix mientras entra a la cocina e intenta un sinuoso paso de reggae que escapa de los parlantes en el techo.
__Don Aníbal escuche. Nos tenemos que mover rápido. Le explico: El pololo de Sofía ha desaparecido…
__ ¿Quién? ¿El de la Sofi?
__Si, y su padre me ha contratado para buscarlo. Ahora escuche con atención: Quiero que visite a su amigo ese que trabaja en Trans Bank Y pídale que averigüé todos los movimientos de este número de cuenta, durante los últimos quince días. En cuanto tenga la información me llama y nos juntamos.
__Oiga don Ernesto, pero eso cuesta plata. Este gallo no es tan amigo que digamos.
__Tome aquí hay veinte lucas. Creo que con esto alcanza.
__Ya no mas, cuente con migo y recuerde que tengo pasta para esto. ¡Mire! ¡La pizza!
Al salir de la “Boheme” todavía medio alborotado y con el sabor del tocino aun en la boca Ernesto repasa su libreta y se traza el camino a seguir. Como primer paso piensa en visitar a amigos y ex compañeros de universidad y por cierto llamar a Sofía. Pero justo cuando cruza Bombero Núñez se encuentra con Alejandra, la pecosa garzona y amiga selecta de la cofradía.
__Ale ¿Cómo estas?
__Ernesto, que bueno verte. ¿En que andai?
__Almorzando con el Fix y Aníbal. Me salio un trabajo a si que nos juntamos para comenzar la investigación.
__ ¿Un nuevo caso? Pero que bueno loco, ¿Y de que se trata?
__ ¿Te acuerdas de la Sofía?
__Si claro. La chica de los balazos. Como me voy a olvidar. Aparte es polola de Javier, un ex compañero de la escuela.
__ ¿Lo conoces?
__Si claro, estudiamos juntos en la escuela de teatro, el coto se las trae, es seco. Creo que está montando una obra fuera de Santiago o algo parecido.
__ ¿De verdad? Puta que es chico el mundo, justo a el estoy buscando. Al parecer lo secuestraron, y su padre me contrato para buscarlo.
__No te puedo creer. Pero si los vi hace unos días.
__Estas segura. Según su padre lleva como siete días desaparecido.
__Si estoy segura. Haber… Claro, fue el martes, andaba con la Sofía.
__ ¿Y que estaban haciendo?
__No cacho, pero al parecen estaban viajando. Andaban con mochila y me los encontré en Estación Central.
__ ¿Y donde viajaban?
__No se coto, no les pregunte.
__Ya poh Alecita te agradezco. Que bueno haberte visto. Mándale un besito a la Cinthia si la ves, mira que se me olvido preguntarle por ella a Fix.
__Ya mi cotito un besito para ti tan bien, y suerte en la investigación. Cualquier cosa te llamo. Chao.
Las cosas iban bien encaminadas. El primer dato que daba el padre empresario lo desechaba, y seguía su olfato o más bien la buena memoria de la Ale.
Javier había sido visto hace cuatro días y no siete como dictaba la libreta. Eso tenía dos lecturas. O el informe estaba errado, o el hijo se escondía por algún motivo, el cual desconocía.
__Alo, don Lotilio ¿Cómo esta? Habla Ernesto.
__Estoy bien gracias, cuénteme como va la investigación.
__Encaminada, tengo algunas pistas, nada claro todavía, las cuales necesito corroborar. Y para esto necesito entrar al departamento de su hijo. Es mas voy en camino y necesito las llaves.
__Esta bien. Pero no olvide llamar cuando tenga algo
__Claro que si don Lotilio
__ Mando al chofer con las llaves. En treinta minutos está por allá.
El detective se guardo el teléfono a un costado en su gabardina y emprendió marcha en dirección al parque Bustamante. En el camino enciende un viceroy y se guarda la corbata café a lunares.
Y Así ocurrió todo el trayecto, fumando y caminando, congelado, inserto en sus pensamientos, con la mirada puesta en sus zapatos, los cuales se escondían y volvían a aparecer, uno detrás de otro. De igual forma que sus cigarrillos, encendiéndolos y apagándolos, uno tras otro.
Al salir del ascensor y caminar por el largo pasillo en dirección al departamento fue interrumpido por el sonido iracundo de su celular.
__ ¡Alo!
__Don Ernesto le tengo lo que me encargo.
__Aníbal que bueno oírlo. ¿Dónde está?
__Llegando a Tobalaba
__Oiga. Vengase para acá. Estoy en el departamento de Javier. ¿Tiene lápiz?
__Dicte no mas. No ve que tengo memoria fotográfica.
__Ok. Av. Bustamante trescientos cuarenta y nueve, departamento ciento treinta. ¡Apúrese!
__Voy como el viento.
Una ves dentro el aire espeso olía a encierro, las cortinas cerradas impedían el ingreso de cualquier ápice de luz, las puertas cerradas de todos los dormitorios era síntoma inequívoco de que el viaje aquel del que hablaba la Ale estaba preparado y no a la fuerza como lo pretendiera un secuestro. Al ingresar en una de las puertas, nuestro detective lo primero en hacer fue abrir las cortinas y ventanas del dormitorio, sintiendo de inmediato un aire renovador que inundaba la atmósfera asfixiante.
Sobre el velador descansaban un reloj despertador, una lámpara y un libro a medio leer de Ernesto Sabato “Sobre Héroes y Tumbas” Lo tomó y ojeo sus páginas. En su interior el marcador indicaba la página ciento cincuenta y ocho y subrayado con lápiz grafito se destacaba: “Nada pasara, las imponentes nubes terminaran por disolverse, y el calor del día siguientes será aun peor y mucho más húmedo; Y los que esperanzados y candorosos, aquellos a quienes les basta un invierno para olvidar el agobio de esos días atroces, sostienen que: Esas mismas nubes darán agua esta misma noche o en el peor d e los casos no pasara de mañana”. Dejó el libro en el mismo sitio y se sentó en la cama con los ojos clavados en el cerro San Cristóbal, el cual imponente entraba por la ventana con virgen y todo.
Aun analizando el párrafo, Ernesto abrió el cajón del velador y saco una libreta negra con ribetes rojos. Dentro de esta, en la primera página como titulo decía: “Verano 2002” Y a continuación una lista de nombres y teléfonos, todos nuevos para nuestro detective, ninguno de ellos aparecía en el listado del padre.
A continuación, en las siguientes páginas, escritas con lápiz verde surgían especies de diálogos, o mas bien el libreto de alguna obra de teatro y a un costado el nombre del que al parecer correspondía al del actor. __ ¡Interesante! __ Exclamo Ernesto y se guardo la libreta. Luego reviso el closet. Todo muy bien ordenado, la ropa doblada y seccionada por color. En la parte de arriba guardaba una guitarra y varias cajas. En la primera; Notas, trabajos, exámenes, gruesos volúmenes de enciclopedias y libros de derecho Romano, añejos como su padre. Cuando estaba por revisar la segunda caja, el sonido chicharreante del timbre le hizo incorporarse de un salto.
Era don Aníbal, con la cara sonriente y un papel en la mano saludaba al detective.
__Pase, pase don Aníbal. Cuénteme, ¿Cómo le fue?
__Me fue de lo mas bien, eso si que tuve que esperar un buen rato a este gallo, Estaba ocupado. Pero bueno aquí estoy.
__Dígame. ¿Qué pudo averiguar?
Poniéndose a un costado del detective, con el papel en la mano le explicaba:
__Estos de acá son el numero de boleta y los montos que gastó, lo de acá es la fecha de la compra la hora y esto, las cuotas y el nombre de la empresa. Como ve el no usaba mucho su tarjeta, pero la ultima semana o mas bien el día martes pasado hizo cinco compras. Falabella, Mc. Donald, Jumbo, Farmacias Ahumada y Tur Bus. Después de eso, nada.
__Muy bien don Aníbal, lo felicito muy completo su informe, pero falta lo mas importante. Estar al tanto de lo que compró. Sabiendo esto podríamos deducir mas o menos lo que hizo las ultimas horas ante de la supuesta desaparición. Y para aquello tendremos que ir a cada tienda y tratar de averiguarlo.
__ ¿Pero usted cree que se acordaran?
__No lo creo don Aníbal, pero la computadora si se acuerda, y sobre todo si tenemos el numero de serie de las boletas. Dos mil uno don Aníbal, no se me quede en el pasado.
__ ¡No hay quien lo pille!
__ No crea tanto. Pero antes terminemos la revisión del departamento, usted busque en el living y baño yo lo haré en dormitorios y computador.
De vuelta en la pieza Ernesto buscó en las cajas que quedaban, encontrándose solo con recuerdos de infancias y cartas de amor de la adolescencia. Nada importante cachivaches no más.
Ahora frente al computador hurguetea dentro de los archivos y paginas abiertas por Javier. Deteniéndose en un especie de proyecto. Un proyecto arquitectónico, o mas bien un gran escenario. Con galerías y todo, si, y todo esto levantado dentro de un bosque y frente al mar.
Incluía también el costo, sus fechas y plazos. Capacidad del recinto, permisos y algo sobre el financiamiento. De inmediato nuestro detective encendió un viceroy y conecto la impresora. Copio el proyecto apagó la maquina y salio al living en donde Aníbal revisaba en los cajones hincado frente al librero.
__Don Aníbal encontré algo. Me puede repetir las tiendas en donde compro Javier. ¡Las últimas!
Poniéndose de pie, después de acomodar sus lentes y desempolvarse los pantalones, el viejo taxista busco un papel doblado metido en el bolsillo de su camisa. El bulto que sobresalía por debajo del chaleco sin mangas era prominente. Ernesto se imagino que no solo guardaba papeles, también permisos de conducir, permisos de circulación, licencia clase a dos, la mejor, la mas capacitada, fotos de nietos, boletas de vencieras, todo el dinero envuelto en un elástico y la figura desolada de la divinidisima trinidad. O sea, su vida. De taxista, de apaciguador.
__ ¡Acá esta! Falabella, Mc. Donald, Jumbo, Farmacias Ahumada y Tur Bus.
__ ¡A si que Tur bus…! Ok. Escuche don Aníbal encontré una pista. Queda fuera de Santiago. Una playa, un bosque no se bien el lugar, pero se averigua. Javier no tiene auto, viaja en bus. Tengo una corazonada, a si que tiene que ir a Tur Bus y averiguar hacia donde compro los pasajes. Mientras yo le hago una visita a don Lotilio.
__ ¡Pero como quiere que yo le averigüe...!
__Con fe. Con pura fe. Fe en estas veinte luquitas, y en el poder de convencimiento del investigador. Veamos entonces de que esta echo el hombre. O me va a decir que se le olvido que tiene pasta para esto.
__Claro que no se me olvidó. Y claro que tengo pasta para esto. O usted cree que moriré de taxista. Listo no mas. Pase las veinte lucas, yo le averiguo.
__Y me llama
__Eso, y lo llamo ¡AL tiro!
Al salir del ascensor y entrar a “Inmobiliaria Arauco”. En esta ocasión, preparado para encontrar en su altar a la mujer dios, pero en el lugar de ella un hombre de uniforme lo recibe.
__Buenas tardes señor. ¿A quien busca?
____Buenas tardes. Busco a don Lotilio Yáñez
__Un segundo por favor. ¿Cuál es su nombre?
__Ernesto Ruiz.
Un rato después Ernesto entraba a la oficina encontrándose de plano con el caobiano escritorio y la mano extendida del perfumado empresario.
__Don Lotilio. Encontré una pista interesante y me gustaría compartirla con usted.
__Veamos de que se trata entonces. Contesto el empresario arqueando las cejas.
__Averigüé un proyectó en el cual trabajaba su hijo. En este aparecen datos, cifras, auspiciadores y la maqueta de un escenario dentro de un bosque frente al mar. Siendo lo mas interesante, la empresa que financia el proyecto. ¿Lo adivina? ¿No? “Inmobiliaria Arauco” Lo mas extraño es que en el informe que usted me entrego no aparece el proyecto.
__ ¿Que quiere decir Ernesto?
__Nada, mas bien le quiero preguntar directamente por que me oculto información.
__ ¡Yo no le he ocultado nada hombre!__ Bramó el empresario golpeando con el puño el borde de la mesa.
__Don Lotilio no se altere, escúcheme un momento. Tal vez no medí mis palabras. Funcioné como en un interrogatorio, pero este es mi trabajo, yo funciono a si. Le pido disculpas pero la vida a veces nos da sorpresas y al final todos somos sospechosos.
Peinándose hacia tras con las dos manos don Lotilio se acomoda en el sillón y pone sus manos empuñadas bajo el mentón.
__Le pido que me disculpe don Ernesto. He estado muy inestable con todo esto, más encima la carga del trabajo usted comprenderá…
Ahora bien, contestándole su pregunta: Pasaban los años y Javier no hacia nada. Debo reconocer, que actuaba en algunas obras de pequeñas compañías; nada importante.
¿Yo? Claro que se lo decía, era elemento de discusión. Me refutaba que aun no estaba preparado que quería disfrutar un poco mas de la actuación. Pero yo le insistía, que pensara en su futuro, hijos vida normal, que a los treinta yo tenía ya algo empezado, un futuro, que es el tuyo ahora hijo. No quería entender…
Un día. Hace un año fui a su departamento. Llevaba una idea bajo el brazo. Me recibió asombrado, era la primera vez que lo visitaba a si de improviso. Siempre lo llamaba antes. Le propuse un negocio. Yo le entregaba cierta cantidad de dinero, y el lo invertía en cualquier cosa. Algo rentable por supuesto. Me lo pagaba en cuotas y el negocio quedaba para el. Después de discutirlo largo rato aceptó. Con una condición eso sí. Yo no debía saber nada, solo después de terminado me enteraría de que trataba el asunto.
Y quizás este es el proyecto en el cual trabajaba Javier. Y por ende no lo puse en el informe que le pase.
__ ¿Puedo? Preguntó Ernesto mostrándole la cajetilla de viceroy.
__Adelante.
__ ¿Desea uno?
__No gracias hace años que lo dejé.
Con el cigarrillo humeante nuestro detective le extiende las hojas impresas del proyecto al empresario. Este negándose con las manos.
__Guárdelas don Ernesto. La condición era que yo no me enteraría de nada, y con lo que usted me contó es suficiente. Además espero que salga de todo esto y termine lo que ha empezado.
__Muy bien don Lotilio, como usted diga. Lo último. Tengo que viajar fuera de Santiago, no se aun donde exactamente, pero lo mantendré informado. Un gusto hablar con usted.
__Igualmente. Y confió en usted hombre, le tengo fe.
__ ¡Eso! Con fe don Lotilio, con pura fe, y la habilidad del investigador por su puesto.
__ ¡Alo! Don Aníbal ¿Dónde esta?
__Acá en Estación Central. Acabo de terminar lo que me pidió.
__Cuénteme lo que averiguó.
__El joven Javier compró un par de boletos para el mismo día, con destino a La Ligüa. El bus salio a las cuatro de la tarde, llegando pasaditas las seis.
__Bien hecho don Aníbal. Lo mas probable es que tengamos que viajar. Déjeme confirmar su información y lo llamo.
__Listo no mas. Yo mientras le hecho una miradita al aceite y neumáticos. No ve que el Lada esta medio viejito. Pero cumplidor.
De regreso a Bellavista el detective pasa por su pieza en busca de ropa y un baño de agua caliente, reponedor para esa hora del día. Juntó las cosas en un pequeño bolso y busco a doña Herminia. La viejecita dueña de casa.
__ ¡Doña Herminia! ¿Donde está?
__ ¡Acá mijo! En el patio.
Sentada en una silla bajo el parrón, con su delantal floreado y las manos dentro de una fuente la viejita limpiaba lentejas mientras escuchaba sus boleros en la radio a pilas.
__Oiga. Me vengo a poner al día señora. Interrumpiendo su trabajo y los boleros en la radio.
__ Pero que buenas noticias, vamos a tener con que acompañar las lentejas. A ver cuénteme ese milagro.
__Me salió un trabajo doña Herminia, uno bueno. A si que tome. Ahí van los dos meses que le adeudo y diez luquitas más por el teléfono. Y espero no volver a atrasarme tanto, usted comprenderá que mi trabajo no es fijo, y a veces…
__Lo se, lo se mijo y no se preocupe tanto, yo confió en usted. Además que tiene carita de bueno. Y para mi eso es más importante que un trabajo fijo y toda esa payasada.
__Ya pues doña Herminia muchas gracias. Ahora la dejo, tengo que seguir trabajando. Pero antes voy hacer una llamada
__Déle no mas, pero no olvide dejar una monedita en el platillo.
__Sí, sí no se preocupe.
Ernesto se dirige a la pieza y saca de uno de los bolsillos de la gabardina la libreta negra con ribetes rojos que encontró en el velador de Javier. La ojea por unos minutos y se decide por Juan Carlos. El nombre que más se repetía en los parlamentos. Busca su número y lo llama.
__¡Alo! ¿Con quien?
__Buenas tardes. ¿Juan Carlos Ferrada?
__Sí, con el. Con quien tengo el gusto.
__ ¿Como está? Usted habla con Ernesto Ruiz Soy amigo de Sofía, polola de Javier.
__ Ah, como está Ernesto ¿Qué puedo hacer por usted?
__Escuche. Pasa lo siguiente. Javier está desaparecido y su padre piensa que lo han secuestrado. Y bueno por esta razón su padre me ha contratado. Soy detective.
__¿Secuestrado? ¿Javier?
__Sí. Lo cree su padre. Yo, tengo dudas al respecto. Pero estoy investigando.
__AAh. Usted es el amigo que ayudo a Sofía ese día en “La Boheme.
__Sí, el mismo. Y por eso te llamo, tengo entendido que Javier tiene un papel para ti en la obra que esta montando en...
__ ¿Papudo?
__Eso en Papudo, y tal vez tu sabrás donde se metió, o noticias de el.
__Ahora que me lo dices, tuvo que haber llamado hace dos días para entregarme los textos, las fechas y lugares de ensayo. Pero no apareció. Lo he llamado, también a la Sofía, pero no pasa nada. Se los trago la tierra.
__Mmm. Ya pues Juan Carlos, ha sido un placer hablar con tigo, y cualquier noticia que tengas me dejas un recado en este numero. Te lo agradecería.
__Oka. Que estés bien Ernesto, tú también me llamas cualquier cosa, me dejaste preocupado. Chao.
El panorama se esclarecía para nuestro detective, en tiempo record había averiguado donde probablemente estaría Javier, el motivo de su viaje y el día del mismo. Ahora tendría que averiguar la razón de su desaparición y los mensajes en el teléfono de don Lotilio.
El tráfico era expedito, la carretera recibe complaciente a nuestros detectives, mientras se pierden por entre las rojizas montañas de la cuenca metropolitana.
__Se nos viene una tormenta… Comento de prono Aníbal rompiendo el largo silencio el cual traían desde Santiago.
__ ¿Usted cree?
__Es cosa que vea el color de esas nubes. Llegan a ser azules de lo cargadas que vienen.
Entonces apurémonos, no quiero que nos pille el aguacero en la carretera.
__No se preocupe, este modelito puede ser antiguo pero esta diseñado para estos climas. No ve que viene de Rusia.
__No es por usted. Lo digo por los otros autos. Mire, si parecen locos, ahora con las nuevas autopistas se cree pilotos de la formula uno.
Ya no mas, entones nos iremos por dentro. En el cruce doblamos y nos vamos por la carretera de la cosa. Aparte es mas bonita, y si tenemos suerte pillamos el atardecer en el mar. Ah ¿Qué le parece?
Animados por la conversación y las historias que relataba el calvo taxista, el viaje resulto mas corto de lo previsto.
El aire marino ya se podía percibir, y tras sortear la ultima cuesta. Frente a ellos, el color azulino grisáceo del mar los acogía con su inmensidad de gigante dormido e inquieto soñar.
Dejaron atrás Con-Con, luego Quinteros, Ventana, Horcón, siempre orillando el pacifico, en silencio disfrutando de la costa generosa. Saliendo de Maitencillo, tras subir la curva de Marbella los detectives se encontraron con decenas de alas de colores que surcaban el cielo, enfrentándose a un sol violeta que se comenzaba a sumergir. Pareciendo estos una bandada de pájaros despidiendo al astro rey. Todo un espectáculo.
Don Aníbal detuvo el auto y se quedaron viendo hasta el último exiguo rayo de sol que se extinguiera, y el último parapente desaparecer tras la blancuzca oscuridad que comenzaba a despeñar.
__¡Ya! Vamos don Aníbal, no quiero llegar muy tarde. Tenemos que buscar alojamiento todavía y algo de comida, mire que estoy que desfallezco.
Al llegar a Papudo, la noche ya reinaba. Se dieron vuelta por el pueblo en busca de alojamientos, hasta llegar frente a un cartel de neón que parpadeaba “Habitaciones” Se bajaron del Lada y golpearon la puerta; quien abrió fue un hombre envuelto en una bata rosada de hilo, y una bufanda blanca de lana al rededor del cuello, zapatillas peludas y lentes gruesos puestos en la nariz. Con los brazos cruzados frente a su pecho les hablo:
__Sí, que desean los caballeros.
__Buenas noches, buscamos alojamiento. Dijo Ernesto perplejo mirando al personaje que tenia enfrente.
__A ver. Pasen, pasen. Hablemos dentro. Y de un sácate tomó del brazo a nuestros detectives y los hizo pasar.
La casa era antigua, parados en una especie de recepción, observaban una hilera de puertas enumeradas y los gestos amanerados del dueño de casa al interrogar.
__A ver cuéntenme, ¿Qué desean? Tengo piezas matrimoniales, también les puedo ofrecer una con dos camas, camarote o ¿Piezas separadas? El valor incluye desayuno, modestamente el mejor de todo Papudo, y echo con estas manitos… ¿Qué le perece? Preguntaba el extraño hombre mientras movía graciosamente las manos.
__Heee Tomaremos dos habitaciones, con camas de dos plazas por favor.
__Esas son un poquitín más caras señor
__No importa. Pero cuénteme algo. ¿Dónde podríamos comer algo? Estamos muertos de hambre.
__¡Pero aquí pues caballeros! Tengo el mejor congrio de la zona. Pasen, pasen por aquí, si quieren dejen sus bolsos en la piezas. El baño está por acá. Luego me esperan en el comedor, en un santo amen estoy con ustedes.
Una vez devorado el congrio con ensalada a la chilena y haber probado dos cucharadas del arroz con leche, Ernesto Ruiz pidió dos cafés y convido a sentarse al dueño de casa.
__¡Amigo! Por que no nos acompaña un instante. Quisiera hacerle un par de preguntitas.
__Pero que misteriosos estos viajeros. A ver… ¿De que se trata? Respondía mientras se acomodaba la bufanda y se sentaba a la mesa delicadamente.
__Son solo un par de preguntas don…
__Rodolfo. Rodolfo Cándia. Pero todos me llaman “Rofu”
__Yo soy Ernesto y el. Don Aníbal. Bueno. El motivo de nuestro viaje don Rodolfo, es la búsqueda de un amigo, el cual se encuentra desaparecido hace un tiempo, y todas nuestras averiguaciones nos traen para acá.
__ ¿Y que tengo que ver yo en todo esto?
__En nada, solo le quiero mostrar una foto y usted me dice si lo ha visto.
__Ya pues, muéstreme no mas. Ernesto saca de su bolsillo un sobre, lo abre y le pasa una fotografía.
__ ¡Javierito! Pero si es Javier.
__¡Lo conoce!
__Pero claro que lo conozco, desde que comenzó la construcción de la sala, cada vez que viene a Papudo se hospeda aquí.
__Y ahora ¿Dónde está el?
__Eso mismo quisiera saber yo. Hace cuatro días que no llega. Aparte tiene toda su ropa en la pieza, la plata, la cámara. No se, es como si se lo hubiese tragado la tierra. También pienso, como llego la pololita debe andar de enamorado por ahí. Valla a saber uno. Como está la juventud hoy en día…
__Cuénteme algo do Rodolfo. ¿Dónde queda la sala esa que está construyendo Javier?
__Allá abajo, dentro del parque Francés.
__ ¿Y como llego a ese parque?
__Haber. Usted sale de aquí y camina derecho a la playa. Se va a encontrar con una bomba, dobla a la derecha y pasadito las canchas de tenis se topa con el parque. Lo otro es que salga a la costanera y camine al norte, hasta llegar al restorante “La cava del Mar”.
__Oiga don Rodolfo otra cosa… ¿Usted no ha notado medio extraño a Javier? ¿Preocupado tal vez?
__Haber. Un momentito señores. ¿A que se debe tanta pregunta? ¿Acaso no son sus amigos? Me imagino que tendrán su teléfono. Y el sabia de su visita.
__No exactamente don Rodolfo.
__Haber. ¿Cómo es eso?
__Lo que pasa… La verdad es que no somos sus amigos. Somos… Somos detectives privados. Contratados por su padre.
Tome mi tarjeta… Ernesto Ruiz.
__Sigo sin entender. Dijo Rofu cruzando los brazos. Esperando respuestas.
__Su padre tiene fundadas sospechas que ha su hijo le sucedió algo. Recibió un par de llamadas amenazadoras que lo hacen pensar lo peor.
Pero aquí estamos nosotros, siguiendo pistas, hablando con ustedes. Arremetió Ernesto Ruiz acomodándose sus dioptrías y chupando el viceroy humeante
__Yo lo sabía. Se lo dije a Javierito. Ese tal Cristian es un mafioso…
__ ¿Que Cristian? ¿Quien es el?
__¡Ja! Pero si es casi el dueño del pueblo. Dueño de la fabrica de camarón, las dos discotecas, el Azul, presidente del club de yates Haber, haber, Concesión en la playa chica “El empanada todo” Mucha plata el hombre, pero mal corazón.
__ ¿Y que tiene que ver Javierito con ese tal Cristian?
__Son puras cosas mías. Pero le tengo que decir que yo los escuchaba discutir. Se encerraban en la pieza y hablaban de sus problemas. Pero hablaban tan fuerte que era imposible no escucharlos. Y ahí fui entendiendo más o menos. Aparte que Javierito se desahogaba con migo, en ocasiones nos quedábamos conversando por horas.
__ ¿Y que pudo entender don Rodolfo?
__Bueno. Lo que sucedió es que esos muñecos se quedaron sin dinero. Con el proyecto a medias, sin poder seguir pagándoles a los trabajadores, decidieron pedirle un préstamo a don Cristian. Claro está que el les puso como condición hacer sociedad. Lo cual significaba entregar parte de las utilidades y ganancias de la sala. Al final los chicos aceptaron. Pero ahí viene lo peor…
Se gastaron la plata y no terminaron la obra, y por ende la municipalidad no les autorizo el permiso para funcionar. Argumentando esta que se habían adelantado en levantar una construcción en un parque municipal. O sea, todo mal. Con una deuda, sin plata, sin permisos, sin nada. Y los plazos se acortaban… Y ese don Cristian que los acosaba.
Ahora respondiendo a su pregunta inicial. Sí, Javierito andaba muy preocupado, nervioso. Mas encima su pololita que no aportaba en nada, es mas, me atrevo a decir que ella lo consumía. Literalmente le digo don Ernesto, la droga la tenía “cagada”, disculpen la palabra.
__ ¿Sofía?
__Sí. La señorita Sofía. No me saca nadie de la cabeza que le hacia a algo. Alguna droga consumía. Igual que el, pero en menos cantidad pienso yo. Esta niña pasaba así como volada todo el tiempo, además viajaba reiteradamente a Santiago, luego regresaba y se encerraba en su pieza. Le digo don Ernesto que esa niña no ayudaba mucho en el proyecto de Javier, es mas me atrevo a decir que ella fue la principal culpable en este fracaso, con esto de su adicción pienso yo.
La charla duro un buen rato, eran las tres de la mañana y el trío seguía tomando café y adivinando el paradero de nuestro desaparecido. Hasta que el detective dio por terminado la charla.
__Bueno señores, creo que es hora de dormir. Le agradezco don Rodolfo su tiempo, fue de gran ayuda. Ahora le agradecería que me despertara a las siete. Iré a inspeccionar la construcción de la sala famosa esa.
__Pero ni un problema don Ernestito. Contestaba Rofu prendiendo el undécimo cigarrillo y levantándose de la mesa__Yo a las siete lo despierto.
Esa noche Ernesto no pudo dormir, el calor era insoportable, el aire se estaba cargando de electricidad y no se movía ni una sola hoja. Todo anunciaba la tormenta…
Nuestro detective da vuelta en la cama, sofocado y tenso por la impaciencia se levanta y camina a la ventana, ve en su reloj: Las cuatro de la mañana, entonces mira hacia fuera y las calles aparecen iluminadas como una gran escenografía nocturna de teatro. Los perros están inquietos, ladran intermitentemente y sus respuestas se alejan y vuelven a acercarse una y otra vez.
Al otro día, antes de la hora acordada, nuestro detective despierta a don Aníbal, que dentro de sus ronquidos impávido llano está.
__ ¡Las seis y media! ¡Vamos que se hace tarde!
__Ya voyyyy.
Las siete, y ni un alma se ve en la calle. Los dos hombres caminan en silencio, siendo el único sonido el del tabaco prenderse a cada chupada del detective.
Llegan frente a un portón de madera, en donde un cartel anuncia “Parque Francés” y una tal “Cabaña restorante”. Pasan por un costado y se introducen en un bosque sombrío justo frente al mar. Sus árboles centenarios se levantan erectos y robustos a sí como desafiando a los intrusos. En el fondo, aparece el esqueleto circular de las graderías y las tablas resecas de un escenario a medio terminar. Por fin “La Sala” se hacia presente y el fracasado proyecto se dejaba ver.
Sin pensarlo dos veces la pareja investigadora avanza hacia el esqueleto de madera que aguarda en el fondo, subiéndose sobre las tablas añejas del inconcluso teatro. Ernesto de pie frente a los árboles observa su entorno, imaginando tal vez a la gente sentada boqui abierto disfrutando de los personajes y las letras sueltas que escaparían alguna vez de los artistas sobre el lustrado e imaginado escenario.
Ahora los ojos del detective se pegan en una pequeña cabaña de color verde a un costado del parque. En ésta, las luces del interior permanecen encendidas. Llamándole profusamente la atención, ya que un grueso candado atranca por fuera la corroída puerta.
Ernesto Ruiz se lleva el dedo medio a la nariz acomodando sus dioptrías y se toca la barba lentamente a si como reflexionando sobre el asunto. Asunto aun mas extraño si tratamos de explicar el motivo o razón por la cual una vieja verde carpa se levanta frente a la puerta de la pequeña cabaña.
__¡Don Aníbal! Explíqueme eso.
__ Tengo una mala idea al respecto don Ernestito. Contestó el calvo taxista bajando la voz automáticamente.
__Déle no mas. Lo escucho.
__No valla a ser cosa que don Javier se encuentre ahí. Y nosotros conversando…
__ ¿Y la carpa?
__ ¡Los malos! Los malos que lo vigilan pienso yo… Bajando aun más la voz, casi imperceptible.
_No valla a ser cosa no mas… Ok. Bajemos y echemos un vistazo.
Al acercarse a la reja que guardaba la cabaña pudieron ver a un enorme perro que levantaba la cabeza, saliendo de la modorra y mirándolos impertérrito
__¡Chucha! Sí parece un oso. Comento asustado Aníbal.
__Se dio cuenta la cantidad de botellas que están tiradas.
__Parece que tuvieron fiesta los muchachos.
__Shhht. ¡Escuche! Alguien habla.
__¿Donde? ¿Quien? Dijo retrocediendo unos pasos el viejo taxista mientras miraba para todos lados.
__No es aquí don Aníbal. Viene de otro lado. Sígame.
Caminando juntos los dos hombres avanzan oyendo las voces que seguían cada vez más claras. Cuando alcanzan por atrás de la cabaña se topan con dos individuos que sentados fuera de una pequeña choza beben y hablan al unísono sandeces incomprensibles que solo ellos entendían. Un largo rato se quedaron viéndolos, tratando de comprender sus palabras borrachas, hasta que uno de ellos, el más delgado, se percato de la presencia de los detectives al otro lado de la reja.
__Buenoch días los señores. ¿A quienes buscan? Exclamo acercándose.
__Buenos días señor. No ha sido nuestra intención molestarlo, veo que estaba compartiendo con su amigo.
__¿Quien? ¿De ese güeon? Que va a ser amigo mío, si el dice que es Francés, y yo un simple marino. Puta a mucha honra. Le contare que yo he viajado por los siete mares, conozco mas de cien puertos, y el un simple profesor bueno pal copete, que se cree el muy sinvergüenza ¡Sii toodoos somos seres humanos en esta vida! Y lo que más quiero es un poco de vida para mis perros. Los únicos amigos que tengo yo. Mire. Se quedo dormido este güeon y la botella está medio llena. Shiita la güea.
__¿Como se llama usted?
__Marino, me llaman Marino y ese es mi nombre.
__Ok. Marino, ¿Le puedo hacer una pregunta?
__Déle no mas
__¿Quien vive en la cabañita esta?
__¿Cual? ¡Ah! Naadieee. Hace tiempo que está desocupada.
__¿Y por que está encendida la luz?
__Bueno amigo, usted dijo que solo una preguntita, no me quiero meter en problemas, a sí que buenos días yo me retiro…
__¡Espere! ¡Marino! No se valla, conversemos un rato. Le quiero contar una cosita.
__A ver. ¿De que se trata?
__La verdad que andamos buscando a un amigo. Y si usted nos puede ayudar con información yo le podría dar… a ver… digamos. Veinte luquitas. Ah ¿Qué le parece?
Después de sonreír y mostrar los dos únicos dientes que le quedaban. Echar un vistazo a su amigo que dormía. El hombre aceptó he hizo pasar a los detectives a su “pobre pero honrado rancho” Como le llamaba el.
__Quiero que sepa caballero que esto lo hago solo por las lucas. Mire que yo tengo una hermana que vive en los “Estados Juntos” y siempre me manda dólares o dolores como le digo yo, ve que tardan a veces meses en que lleguen los billetitos. Y cuando llegan… que lindo es. Me voy donde “Gattoni” el de la ferretería, que siempre me los cambia. Viajo a la ligua y almuerzo como dios manda, me compro unos copetitos e invito al “muchacho”, al “Juan Lorca” y algunos amigos de la población. Hacemos asadito y bailamos algunos tanguitos que tengo para ciertas ocasiones…
__Que bueno saberlo. _Interrumpió Ernesto la cháchara interminable._ Pero ahora querido Marino ¿Ha visto a este hombre? Extendiéndole una foto que guardaba en su bolsillo.
__ ¡Pero si es don Javier!
__ ¿Lo conoces?
__Claro que lo conozco, el me había dado pega como cuidador de la obra. Y me prometió que cuando funcionara el teatro seria el acomodador de autos oficial del recinto. Pero de un día para otro desapareció.
__ ¿Y no se le ocurre donde podría estar?
__Mire caballero, por estos lados han pasado cosas extrañas, y no me gustaría meterme. Usted sabe, las paredes tienen oídos y si yo abro la boca…
__Vamos Marino usted sabe donde esta Javier. Su padre lo busca desesperadamente. Déme una oportunidad, le prometo que nadie lo sabrá.
Apuntando con la mirada indico la cabaña. Luego se saco el jockey se rasco la cabeza y prosiguió:
__Cuídese de los muchachos. Don Cristian Misller los tiene bien enseñados, mas encima andan armados los jetones. Acá la cosa va en serio. Le aconsejo no acercarse a la carpa. Y por último, como a las dos les llevan almuerzo.
__Tome. Van diez lucas más, para el asado digo yo. Y quédese tranquilo, nadie se enterara.
Sentados en la playa, frente al mar. El calvo taxista y Ernesto Ruiz elaboran el plan a seguir. Piensan en llamar a don Lotilio, pero luego lo rechazan, argumentando que solo lograrían alterarlo, y su inmediato viaje a Papudo. La policía menos, no correría el riesgo. Tal vez no estuvieran en la cabaña, mejor esperar hasta estar seguros.
La tormenta que se anunciaba del día anterior se ha ido cargando durante la jornada. El aire se ha ido convirtiendo en un fluido pesado y pegajoso, nubes enormes han ido surgiendo durante la mañana hacia la región del norte, y durante la siesta alternada, como de un gigantesco y silencioso hervidero han ido cubriendo todo el cielo.
Tirados bajo la sombra de unos pinos, sudorosos e inquietos, los detectives sienten como la atmósfera se esta cargando minuto a minuto con la electricidad que precede a las grandes tempestades.
Eran ya las siete de la tarde, hace cinco horas debieron haberles llevado comida. Escondidos tras gigantes pinos, los detectives siguen su vigilia. Las ocho, y el sol comienza su lenta retirada. De pronto sin aviso unas luces enceguecen a los vigías y un motor escandaloso rompe la tranquilidad de la tarde casi noche. Se detiene frente a la cabañita y bajan dos tipos y una mujer delgada y morena. De la carpa sale un joven moreno de pelo largo, soñoliento o borracho, intercambian palabras y todos se movilizan. El joven saca unas llaves y abre el candado, después entra la mujer luego los dos tipos. El joven se queda afuera vigilando. Debajo de su polera se podía divisar el arma. Ernesto instintivamente se revisa a un costado bajo el brazo en busca de su treinta y ocho especial, le saca el seguro y acaricia la empuñadura de hueso y mármol. Al rato se abre la puerta y salen todos incluyendo Javier y Sofía. Amarrados, con vendas en los ojos y descalzos. Se suben a la camioneta y marchan raudos seguidos por los ladridos del “oso” que los persigue hasta perderse tras el portón de madera a la entrada.
__¡Vamos! ¡Sigámoslo! Grita Ernesto mientras se pone de pie y corre.
__¡Pero adonde! Brama don Aníbal poco mas atrás cojeando los años.
__ ¡Marino! ¡Marino! Llama Ernesto fuera del pobre rancho.
__Ah, ¿Quién? Pregunta desde dentro de la choza.
__¡Marino! ¡Adonde se fueron! ¡Dígame! ¿Escucho algo?
__Playlla…
__¿Donde?
__Playlla. Siga por la carretera y dobla a la izquierda, en la segunda curva, un camino de tierra y unos sauces. No che puede perder.
A toda velocidad los detectives buscaron el Lada y volaron raudos hacia el norte. Al llegar al camino de tierra bajaron celeridad y avanzaron despacio hasta el final de la calle. Descendieron del auto y cautos caminaron en silencio hasta toparse con un acantilado de rocas y arbustos el cual escondía una pequeña playa, los hombres, la camioneta y el mar.
Parapetados tras unas rocas los detectives miran la escena que dibujan los cuerpos en la playa. Al centro de esta, hincados, los jóvenes cautivos con la cabeza gacha, escuchan las órdenes que les da el joven de pelo largo con pistola. Rodeándolos, los demás se ríen de las brutalidades que dice. Luego los apunta con el arma, grita un par de barbaridades y dispara al cielo.
__¡Don Aníbal! Corra, traiga a los carabineros, aquí va a quedar la cagada…
Entonces, como si ese estadillo hubiese sido la señal, los relámpagos y truenos comenzaron a sucederse. El gris plomizo del océano se había ido oscureciendo, al mismo tiempo que el agua se embravecía. El cielo cubierto por los sombríos nubarrones, era iluminado a cada instante por fogonazos de una inmensa cámara fotográfica. Sobre los cuerpos tensos y vibrantes comenzaron a caer las primeras gotas de agua, y haciendo caso a las órdenes del joven con pistola, los muchachos se desnudaron y corrieron hacia el mar.
Las olas golpeaban con furia contra la costa. Nadaron mar adentro, las olas los levantaban como una pluma en un vendaval, experimentando una prodigiosa sensación de fuerza y a la vez de fragilidad. Mientras, los captores se reían y disparaban sus balas siendo a veces silenciadas, por los estruendos que bajaban desde el cielo.
Los jóvenes comenzaron a nadar hacia la costa. Ahora las nubes eran negras y desgarradas por los relámpagos, y los truenos continuos, parecían venir rodando desde lejos para estallar sobre sus cabezas. Llegaron a la playa y corrieron al lugar donde estaba sus ropas cuando la tempestad se desencadenó finalmente con toda su furia: un viento salvaje y helado barría la playa mientras la lluvia comenzaba a precipitarse en torrentes casi horizontales.
Era imponente: desnudos, en medio de una playa solitaria sintiendo sobre sus cuerpos el agua aquella barrida por el vendaval enloquecido, en aquel paisaje rugiente iluminado por estallidos y apuntados por la muerte sobre sus corazones.
El rugido del mar y la tempestad parecen pronunciar sobre ellos oscuras y temibles amenazas de la divinidad.
Ernesto impávido se a quedado tras las rocas con su arma apuntando, las gafas inundadas le cortan visión. Se acerca sigiloso aferrándose a lo que encuentra, embarrado y exhausto baja por el acantilado. Mientras, en la playa los juegos son cada vez más violentos. El cañón humeante peligrosamente se acerca y se aleja de las cabezas de los jóvenes. Hasta que en un movimiento rápido el muchacho gira la pistola y le da un feroz golpe con la empuñadura en la frente a Javier. A la luz de un relámpago se pudo ver la expresión de horror en la cara de Sofía, con sus ojos muy abiertos como si estuviera viviendo una pesadilla le desencaja un grito.
__¡Por que! ¡Mierda! ¡Por que!
__¿Por que concha tu madre? Te parece poco maraca culiá. Vay a morir jila culiá igual que tu amigo. ¿Te parece poco diez millones? No te gusto meterte toda esa mierda….paga concha tu madre. Con nosotros no se juega…
Y pasando bala, con su pelo largo pegado a la cara se acerca apuntándolos. Traspasando la pistola de una cabeza a la otra, una y otra vez, hasta que un estruendo con sabor a pólvora se abre paso por entre la tempestad y se encaja de lleno sobre el pecho del joven moreno apresador, desplomándose sobre la arena y quedando allí apaciguado.
Los demás reaccionaron en busca del arma, agachados corrieron hacia ella, pero un segundo estallido y una luz que venia del acantilado los inmovilizó.
Ernesto parado sobre una roca apunta su treinta y ocho especial, mientras a lo lejos se escucha las sirenas pacificadoras de los carros policiales.
Frente a el. Sofía en el suelo abraza la cabeza sangrante de Javier. Más allá los demás de rodillas inmóviles lloran, iluminados todos fragmentariamente por los relámpagos… Grotesco y conmovedor.
“Nada pasara, las imponentes nubes terminaran por disolverse, y el calor del día siguiente será aun peor y mucho más húmedo; y los que esperanzados y candorosos, aquellos que les basta un invierno para olvidar el agobio de esos días atroces, sostienen que: Esas mismas nubes darán agua esa misma noche o en el peor de los casos no pasara de mañana”.
JP
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