DISTINTAS APARIENCIAS, IGUAL CORAZON
Cierto día de primavera en que un anciano estaba sentado en un banco de una concurrida plaza, un padre con su pequeña hija que por ahí paseaban, se detuvieron sentándose junto a él
- ¿Vendrá esta noche el ratoncito papá?
- Claro que sí, viene cada vez que se te sale un diente.
- ¡Imagina papá, cuantos dientes debe tener!
- ¿Y que hará con todos ellos? –cuestiono el padre-
- Los vuelve a ocupar –dijo con mucha seguridad la pequeña.
- ¿Y en que podría ocuparlos?
- En dientes para abuelitos que los perdieron...
El anciano había comenzado a poner cada vez mas atención a lo que por casualidad estaba escuchando.
- ¿En dientes para abuelitos?
- Sí, cuando a los niños se nos caen los dientes y los dejamos bajo las almohadas, él se los lleva a su casa donde los repara y los junta para llevarlos a los abuelitos de regalo, dejándolos también bajo sus almohadas. Todo a cambio de una moneda que nos deja como recompensa.
- No pensé que el ratoncito trabajara tanto... –dijo el padre mientras se levantaba del asiento para continuar con el paseo.
Y así se alejaron por el camino que envolvía la soleada plaza.
Aquella tarde el anciano llegó muy reflexivo a su casa, pero con una tierna inquietud, por que llegara la noche, que le revoloteaba dentro. Cuando se hubo acostado, metió la mano bajo la almohada dejando allí una moneda. Aquella noche soñó cosas muy alegres.
A la mañana siguiente el anciano se levanto como de costumbre, y cuando se dispuso a mascar sus crujientes galletas del desayuno, recordó lo sucedido la tarde anterior y fue hasta su dormitorio, levanto la almohada, y con gran sorpresa encontró una firme y perfecta placa que coloco de inmediato en su boca, mientras reía y se disponía a mascar las galletas.
Su hija, que lo había observado con atención, no lograba entender por qué su padre se ponía tan alegre al encontrar su placa, si el mismo la había dejado allí el día anterior antes de irse a la plaza.
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