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Paisaje
Recuerdo haber visto al sol espiando en el horizonte,sentir en mi cara el olor al fresco asfalto y escuchar la voz de un canillita.
Un rato antes me encontraba en casa pintando paisajes, despuntando el vicio como dirían unos amigotes y acompañado solamente por un par de cervezas.
El resultado fue una puesta de sol en la playa y por otro lado dos árboles abrazados en pleno invierno. Complacido observé detenidamente las pinturas y decidí que no iba a amanecer entre murales y pinceles.
Con la música a fondo y el ambiente con poca luz, el boliche estaba colmado. No sé si todos se habían puesto de acuerdo con la vestimenta, pero el único que estaba con una camisa a rayas y larga hasta casi las rodillas era yo. Indiferente y acodado en la barra observé a los alrededores.
Los carteles luminosos indicaban el trago de la noche, una mezcla de whisky con un toque de tres licores, uno azul, otro amarillo y otro rojo. Por Dios, eso sí que parecía bueno, además, mañana nadie me pasaría factura a la vuelta de la esquina.
Pasaba la noche y pasaban los tragos. Señoritas hermosas por todos lados me mareaban y aumentaban mis encandiladas ganas de coquetear.
No pasó un minuto y ya me encontraba enloquecido en el medio de la pista riéndome con una bellísima chica que para mi era un paisaje.
Mis ojos seguían sus movimientos sensuales y fue en ese momento cuando saqué el as de la manga diciéndole que quería hacer un retrato de ella. Tomándome de la nuca me susurró que posaría totalmente desnuda. –¿Puede ser ahora? Agregó, sin dejarme pensar en mi atrevida propuesta. La abracé y riéndonos salimos a la calle.
Un tipo alto y de remera pegada al cuerpo nos detuvo y comenzó a insultar a mi chica. –Es mi ex, es mi ex, gritaba ella.
- ¿Y éste payaso de circo?, ¿Adónde cree que te lleva?, preguntó como escupiendo las palabras el musculoso.
Su primer golpe fue dirigido a mi estómago. Ella paró un taxi y se fue.
Enseguida, mientras yo estaba de rodillas en el piso, una patada hizo crujir mi mandíbula y otra mis costillas. Me levantó de la camisa quedándose con un pedazo en la mano y me arrojó de nuevo al piso. Se acercaron unos amigos y le preguntaron si necesitaba ayuda. Eso significó otras patadas en mis costillas. Me tomaron de los brazos y de las piernas y me llevaron al medio de la calle. Me pisotearon una y otra vez.
No pasó mucho tiempo y un canillita se me acercó y pidió que me levante. Estaba amaneciendo.
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Texto agregado el 06-12-2009, y leído por 148
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