Un leve y pausado rumor recorre la habitación oscura. Los hermanos Diaz duermen. Pero algo perturba el pesado sueño de José,ha escuchado
algo lejano pero inconfundible. El sonido ténue,se hace cada vez mas intenso y perturbador. Sus ojos se abren bruscamente en las penumbras,su cuerpo tiembla,y le cuesta respirar,y aunque el miedo en otra ocasión lo hubiese impulsado a saltar de la cama, éste que sentía,era un temor nuevo
que lo paralizaba. Sus ojos permanecían abiertos con la mirada clavada en el techo. El tétrico sonido no sólo se había colado dolorosamente en su
tímpano sino que le había helado los huesos y el cerebro. Muchas veces había escuchado relatos de sus parientes o vecinos sobre almas en pena,
luces malas, alma-mulas, y demás cuentos con los que madres y abuelas atormentan a los niños que no quieren ir a dormir, relatos que el nunca
creyó. Y ahora allí estaba, tieso debajo de las tres colchas de su cama. Eran las tres de la mañana,el frío era intenso,y un niño lloraba en su ventana.