En un mar de desencuentros solíamos vivir tu y yo …hemos cometido el mas brutal de los asesinatos …si, hemos matado al amor.

Cuando te vi por primera vez, cuando vi a aquel hombre que observaban con alegría el tímido volar de un ave, que oía con tanta atención el cantar de los pájaros al amanecer, miraba deslumbrado las estrellas en firmamento y admiraba la fuerza del mar, cuando chocaba contra las rocas… me dije: ¡¡¡¡ allí esta lo que busque, allí esta el hombre que amare!!!!...pues bien no me había equivocado. Allí frente a mi estabas tu.

Con el pasar del tiempo ya el volar de un ave, el cantar de los pájaros, las estrellas y el mar, eran un lejano y borroso recuerdo de tus sentidos.

Para mi ver pasar los días junto a ti, era viajar a cada momento en un carro de metro con un desconocido a mi lado, que en un arrebato de amabilidad me mirase y dijese …¡¿quieres echarle un vistazo al periódico?!.

No se cuando ni como perdí tu rastro, en que instante deje de conocerte…o quizás nunca te vi con los ojos de mi alma y solo mire con los que guarda el cuerpo.

Ahora lo pienso y se que no me detuve a abrir el cortinaje de tu corazón y tu no me invitaste a el, no observe con detenimiento lo que tus ojos pedían a gritos, no respete tus solicitudes en voz baja de soledad, no participe de tus momentos de locura y tampoco compartí los de reflexión…

En este mar de desencuentros…hago un encuentro con mis errores y vacilaciones, con mis aciertos y afanes.

He fallado, no por azar llevo el peso de la carne y los huesos….

Desde aquí…y mientras me sumerjo en el mar de los desencuentros, le hago un pequeño encargo a la vida.
Que aquel hombre que miraba las aves…y que oía su cantar, ese que se deslumbraba con las estrellas y admiraba la fuerza del mar…no muera nunca jamás.