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El siguiente cuento de ficción lo escribí el 31 de octubre, días atrás.Tengo por allí un robot de juguete que aún conservo de cuando era niño, hace muchos años. Pero la idea de hacer un robot vino años después cuando me metí más en el mundo de la robótica, pero eso es otra historia.

El Robot.

Me preguntan, y les digo que esa noche me hallaba en Honolulu, tal vez en otro lugar. Si, les puedo decir que en algún lugar estuve, así como me encuentro aquí en este preciso momento, pero no donde ustedes dicen que estuve, allí no estuve. Así que ahora, si me lo permiten, me iré, tan lejos como pueda, tal vez a Honolulu u otra parte, eso si, recuerden, la noche del 31 de octubre yo estuve en Hawái.

Un minuto después cayó la guillotina sobre su cabeza. La guillotina fue construida apresurada-mente, y no es que nadie estuviera a favor de la pena de muerte, pero,viendo y considerando que el monstruo mentía, y cometió un delito imperdonable no hubo otra alternativa dentro de los límites de la ley. El único modo de matarlo, era cortar su cabeza.

Se le cortó un brazo, luego el otro, una pierna y luego la otra. Sin embargo, el monstruo seguía vivo.Hasta que alguien tuvo la brillante idea de cortar su cabeza. Ahora tengo la cabeza en una bandeja, justo en mi mesa.Y me habla, oh si, me está diciendo que se vengará.

Como no tiene un cuerpo humano como los demás, me pidió que lo lleve al circo como curiosidad.Tapé su cabeza con un trapo, y me fui a acostar.No me dejó dormir en toda la noche, no para de hablar, y de proferir quejas y lamentos, alaridos y gemidos.

Me dirigí a las autoridades pertinentes, y les quise devolver la cabeza. No la aceptaron, alegando que no es de ellos. Como no sabía que hacer con la cabeza, ya desesperado, la enterré.

Al día siguiente, apareció nuevamente sobre la mesa. Me senté para reflexionar, y pensar mejor la situación.

-¿Que haré contigo?- le dije. Yo no le hago daño a nadie me respondió.
-Tu no puedes estar aquí, le dije.
-¿Y donde debo estar? -Me dijo.
-No lo sé, pero tu lugar es en otra parte, lejos de mi.

Pasó el tiempo y me aquerencié de la cabeza, si, yo, el hombre que quería ver muerto al monstruo, ahora sentía cariño por el, aunque lo único que quedaba de él fuera su cabeza, se comportaba casi como un humano, a excepción claro está, de que al no tener su cuerpo físico completo, no podría hacer ciertas cosas. Pero aún podía pensar y hablar, y sentí compasión, así que lo ayudé. Una noche, mientras todos dormían, salí a la calle con la cabeza en mi mano, y pasó un hombre, le llamé y se dio vuelta, cuando la vio se desmayó, un hombre muy impresionable,sin dudas.Lo arrastré hasta el ático de mi casa, y le corté la cabeza con mi hacha preferida. -Bien hecho- me dijo la cabeza. Ahora,colócame allí, con cuidado, por favor, y allí la coloqué. La acomodé para que no se cayera, y se puso en pie.Me siento como nuevo.Ahora tendré que matarte-dijo.

¡Traicionero!-grité, yo te he ayudado. -Quiero tu cuerpo- me dijo. Ya tienes un cuerpo- le dije. No quería entrar en razones y me persiguió
con el hacha por toda la casa.
-¡La guillotina fue idea tuya!
-¡Fue una broma!
-¡Me cortaron la cabeza!
-¡Ya tienes un cuerpo!

Cuando al fin me alcanzó, me tiró al suelo y comenzó a golpearme.
Logré zafarme, y darle un golpe fuerte en la nariz. Ambos estábamos exhaustos. En otra situación hubiera escapado, pero tenía la situación
bajo control. Le corté la cabeza con mi machete. Sonreí, y en ese instante un impulso nervioso de su brazo, me cortó la cabeza.Quedamos discutiendo en el suelo, es decir, nuestras cabezas, por un largo rato.

Alguien abrió la puerta. Hicimos silencio. Era un policía.
-¿Que pasa aquí?
-Ya ve, hemos perdido nuestras cabezas.
-¿Cómo?
-Si es tan amable y nos devuelve a nuestros cuerpos.
-No se preocupen, haré lo que pueda, pero deberán explicarme que
pasó aquí.
El policía colocó ambas cabezas en los respectivos cuerpos.

-Cometió un error, no es mi cuerpo.
-¿Cómo?
-Quiero decir, que este no es mi cuerpo.
-Este tampoco es mi cuerpo oficial, ¿Por qué no nos devuelve a
nuestros verdaderos cuerpos?
-Oh, pero no puedo hacerlo, lo siento, si les corto la cabeza
quebrantaré la ley, y soy policía.
-Oficial, si no nos corta la cabeza, nos la cortaremos nosotros.
-No se que pensar, dijo el policía, rascándose la cabeza.
Se abrió nuevamente la puerta, era Doris, mi novia. Oh, exclamó y se
desmayó.
El oficial la reanimó.

-¿Estás bien Doris?
-Ese no es tu cuerpo.
-Lo sé. Es difícil de explicar. ¿No te gusta este cuerpo?
-Si, no, si, no se, es extraño.
-¿Extraño?
-Si, no se, nunca me había pasado una situación como esta, no entiendo que ocurrió, es como si no fueras tu mismo.
-No es mi cuerpo, pero aún pienso como yo. De todas maneras, quiero
devuelta mi cuerpo así que te arrancaré la cabeza, dije, abalanzándome sobre el otro.

El oficial intervino separándonos. No es la forma, esa no es la solución, dijo, tendré que llevarte preso, a ambos los llevaré presos.
En la comisaría nos sometieron a un breve interrogatorio, contesté unas veinte, los policías se reían, les pareció increíble. Nos soltaron a ambos.
Doris lloraba, no entendía nada.
-¿Quieres que terminemos la relación Doris?
-No, está bien, es que tendré que acostumbrarme a tu nuevo cuerpo.
-Si sigues quejándote te arrancaré la cabeza.
-¿Te gustaría tener mi cuerpo? Bromeó Doris.
Miré al otro y le dije: ¿como arreglamos esto?
-Nos volvemos a cortar las cabezas, dijo.
-No lo sé, ya me he acostumbrado a este cuerpo, dije.
-Podríamos tener los cuerpos que quisiéramos.
-Quiero mi cuerpo.
-Yo el mío, ¿y entonces?
-Creo que Doris podrá ayudarnos.
-Doris ven acá.
-¿Si? Dime
Nos cortas las cabezas, ¿por favor? En casa tengo mi hacha afilada.
Sólo tienes que cortarlas de un golpe seco, ¿podrás?
-No se si quiero hacerlo.
-O lo haces tu, o nos las arrancamos nosotros, ¿que prefieres?
-Está bien yo lo haré, luego no digan que yo los maté.

Llegamos a mi casa y le di a Doris el hacha.
-Primero a mi, dijo el monstruo.
Y no es que le llamara así porque se viera tan mal, sino porque se disfrazó de monstruo para Halloween.
Doris tomó aire y le dio con el hacha. Su cabeza rodó.
-¡Lo has matado Doris! Grité.
-¿Cómo?
-Doris se largó a llorar.
La cabeza habló diciendo: ¡Estoy vivo Doris! Y Doris se desmayó otra
vez.
La reanimé con un vaso de agua y le dije: Doris, ¿estás bien?
-No quise hacerlo, ¡perdón!

-No has matado a nadie Doris, aún vive.
-¿Aún vive? ¿Cómo es posible?
-Eran robots Doris. Los hice parecidos a mi y a el.

Y en ese momento apareció Martín.No es que actuáramos, pero mis robots son como los
humanos, y sus cabezas también pueden hablar, como si tuvieran cerebro propio, pero les manejo con este aparatito. Si supieras de los avances de la robótica, no estarías tan sorprendida.
-Así que fue una broma, que tonta soy.
-Si quieres verlo así...
-¿Puedo cortarte la cabeza y aún vivirás?
-Muy lista Doris. Si me permiten, iré a comprar unas bebidas y
regreso.

Salí de la casa y realicé las compras, era temprano. Regresé a los treinta minutos. Doris y Martín no estaban. Los robots tampoco. El
aparatito que controlaba a los robots tampoco. Me senté y descorché un vino cosecha 1935. A los diez minutos escucho un ruido extraño,venía de la habitación del piso superior. Subo las escaleras, y entro a la habitación. Entonces se me cayó la botella de vino. Doris estaba tirada sobre la cama, y en el suelo Martín. Hubiera pensado que fue un crimen pasional, pero los robots no encajaban en la historia.

Bajo corriendo las escaleras para telefonear a la policía, el teléfono se hallaba en una mesita en el piso de abajo.Llego al teléfono y estoy presionando las teclas cuando veo un robot con una cabeza en su mano. Pero si era yo, quiero decir, mi réplica, sosteniendo la cabeza de Martín, digo de su réplica.

Vi el aparatito para controlarlo, tirado en el suelo, y lo recogí.
-No te molestes, me dijo.
-He arrancado el chip para que me controles.
-¿Cómo es posible?
-Los avances de la robótica mi amigo. Tengo un cerebro propio ahora.
-¿Por qué has matado a Martín, a la réplica de Martín, y a Doris?
-Sólo somos tu y yo ahora.
-¿Cómo? ¿Que te has vuelto loco?
-También tengo sentimientos, sentía celos de ellos.
-¿Celos? Tu no puedes sentir celos, eres un robot.
-No soy sólo un robot, soy como tu y tengo sentimientos.
-Está bien, tranquilízate.
-Dirás que tu los mataste.
-¿Estás loco? ¿Te has vuelto loco robot?
-Deja de llamarme robot
-¿Y cómo diablos quieres que te llame? Te arrancaré la cabeza y haré trizas tu chatarra.
-Yo puedo arrancarte la cabeza, descuartizarte y hacer trizas tus huesos.
-Ya calmémonos.
-De acuerdo. Entonces le dirás a la policía que tu los mataste.
-¿Y por qué no vivimos juntos?
-¿Cómo si nada hubiera ocurrido?

-No pasó gran cosa, tu los mataste y nadie tiene porque enterarse.
-No tienes alternativa, además si dejo de funcionar, también te acusarán a ti.

No tenía elección debía entregarme a la policía, hacer lo que el maldito robot decía, o podría irme, tal vez a una playa, una isla, a cualquier lugar lejos del maldito robot.

Me preguntan, y les digo que esa noche me hallaba en Honolulu, tal vez en otro lugar.Si, les puedo decir que en algún lugar estuve, así como me encuentro aquí en este preciso momento, pero no donde ustedes dicen que estuve, allí no estuve. Así que ahora, si me lo permiten, me iré, tan lejos como pueda, tal vez a Honolulu u otra parte, eso si, recuerden, la noche del 31 de octubre yo estuve en Hawái.

Pensaba una y otra vez la manera de escapar del problema.No quería perder mi cabeza tampoco, el robot me la cortaría, si no me entregaba.Yo estaba seguro que lo haría porque tenia en su otra mano el hacha afilada.
Golpearon la puerta. ¿A esta hora? Pensé. Ya eran las tres de la madrugada.

-Escóndete, le dije al robot.
-No
-Por favor, haré lo que tu digas, pero ahora escóndete.
-Está bien.
Abrí la puerta, era Belén.
-Hola Belén que suerte que viniste.
-Si, mi amor, ¿no me esperabas acaso?
-Si, no, a decir verdad no. Quedamos en vernos mañana, y no en mi casa.
-Tienes razón, pero no podía esperar. Ya sabes...
-Si, debes irte.
-¿Irme? Pero si recién acabo de llegar, y mira...
Se sacó el tapado de vison que llevaba y su cuerpo quedó completamente desnudo.

-No es el momento ni el lugar Belén, por favor.
-¿Pero que dices? Vamos a tu habitación.
-No, no ahora.
-¿Cómo no ahora?¿Qué te ocurre?
-Tengo compañía.
-Me dijiste que eras soltero, ¿hay otra en la casa? ¿con quién me
engañas?
-No, no, estoy con un amigo, está en la cocina.
Belén se volvió a poner el tapado. Está bien dijo, me iré. O pensándolo
bien, ¿por qué no le dices a él que se vaya?

-No puedo Belén, es un amigo de la infancia al que hace muchos años que no veo, acaba de llegar de la guerra.
-¿Cuál guerra?
-De irak
-¿Estás bromeando?
-No, no, vete, hablamos mañana.
-¿Me estás echando?
-No, si. Si realmente, vete.
Belén se fue y apareció el robot.
-Has hecho bien mi amigo.
-No soy tu amigo le dije.
-Conviene que no me hagas enojar o te rebanaré la cabeza. Ahora llamarás a la policía y les dirás que mataste a Martín y a Doris.

Golpean la puerta otra vez. Miré al robot y el me miró a mi. No abras me dijo, cuando Belén abrió la puerta y nos vio.
-¡Huye Belén grité!
Belén salió corriendo y yo detrás de ella. El robot nos perseguía.
Subí al auto de Belén. Arranca le dije, de prisa. Belén arrancó el coche y huimos a toda velocidad.
Debemos ir a la policía y decir que un maniático los ha matado.
-¿De qué hablas?
-Luego te explicaré, el robot mató a Martin y Doris.
-¿Quién es Doris? ¿El robot?
-Ya te explicaré.
En la comisaría nos sometieron a una serie de preguntas, contesté unas veinte, los policías se reían, les pareció increíble. Nos soltaron a ambos.Belén lloraba, no entendía nada.

-Belén, les he contado y se lo tomaron a broma, será mejor que vayas a tu casa.
-¿Y tu qué harás?
-Ya veré, pero no pienso volver a mi casa.
-Deberías ir a tu casa.
-Estando el maldito robot ahí, puede matarme.
-Te acompañaré.
-¿Para qué?
-Que nos mate a ambos, tal vez pueda ayudarte.
-Está bien.
-Tengo la pistola de mi padre en la guantera del coche.
-Bien, dámela.
Entramos al coche y me dio su pistola.

-Deberé dispararle justo donde conecta su cabeza con el cuerpo, en el cuello.
-¿Crees que podrás matarlo?
-Si le disparo lo desconectaré. Entonces podré reprogramarlo.
-El robot ha matado a tu amigo y a esa mujer y ¿piensas reprogramarlo?
-Puede que haga un bien a la humanidad re-programandolo para que
realice tareas...
-Estás loco, ese robot piensa por si mismo.
-Es verdad, pero no es mas inteligente que yo, caerá en la trampa.
-¿Qué piensas hacer?
-Le dispararé y le pondré el chip de otra persona.
-¿Cómo?
-Le pondré el chip de Martín.
-¿Chip de Martín? No entiendo nada.
-El robot tenía puesto un chip que emulaba mi personalidad, no perfectamente, se ve que alguien le cambió el chip por el de un psicópata.
-¿Quién pudo hacerlo?
-Martín, o Doris, ambos trabajaban para la compañía, y ambos tenían conocimientos de robótica.
-Ambos están muertos. Imposible de saber.
-Si hay un modo, cuando le dispare y le quite el chip, podré ver el
código y me haré una idea de quien lo programó.

Llegamos a mi casa y no veíamos al robot.¿Se había ido?. Estaba escondido y seguía con la cabeza de la réplica en la mano. Al lado de él, la del verdadero Martín y la de Doris.Sentado, desde
el sofá, dijo: Los estaba esperando, vengan acá. Fuimos hasta el living, manteniendo cierta distancia.Y saqué la pistola, no te muevas le dije.Se rió.

Sin dudar le disparé a la unión de la cabeza con el cuerpo, y logré desconectarlo.
-Debo quitarle el chip antes que se regenere, dije.
Le quite el chip, y ya no había peligro que vuelva a abrir sus ojos.
Me senté frente a la pc.
-¿Y ahora?
-Ahora veré el código.
Viendo el código me percaté que era la personalidad de un psicópata. Y debajo decía: Hospital psiquiátrico North Valley.
-Fue Martín, el trabaja allí, dije.
Y viendo mas abajo decía:Tratamiento a cargo de la doctora Doris Beltrant.
-Doris estuvo involucrada.
-Así que esa mujer Doris...
-Si.
-¿Y que haremos ahora?
-Ir a la policía.
-No te creerán y te llevarán preso.
-No, si fuiste testigo, al menos de la existencia de los robots, y sabes
lo que realmente pasó.
-¿Lo sé?
-Vamos Belén, te mostraré los cuerpos si quieres, fue el robot, todo comenzó como una broma
-Ya entiendo, ¿una broma?
-Si.
Entonces Belén tomó el arma que yo dejé en el escritorio junto al pc y me apuntó.
-No te muevas o te disparo, te lo juro por mi madre.
-¿Qué haces Belén?
-Quiero ver los cuerpos.
-Está bien.
Fuimos a la habitación, ella me seguía apuntando la pistola a mi
espalda, y yo caminaba con las manos en alto, al llegar abrí la puerta y le dije:
-Allí están.
-¿Allí donde? ¿Es una broma acaso? Y bajó su pistola.

Le quité el arma, y le apunté, quédate quieta Belén. Tuviste algo que ver con el robot.
-¿Qué?
-También programaste el código, lo pude ver.
-Si, si, pero yo no se lo instalé, puedo explicártelo. Mira, Martín me dijo que le ayudara en un proyecto suyo, que pretendía darle inteligencia a un robot, inteligencia artificial, estaba muy avanzado, y
si nada resultaba mal sería un avance tecnológico, un prodigio para el mundo, le ayudé a programarlo, pero no incluía la personalidad de un psicópata, eso habrá sido obra de tu amante.

-No se si creerte Belén.
-Por favor, baja el arma. Te estoy diciendo la verdad. Si no me crees puedes venir conmigo al instituto y te mostraré todo mi código original,verás que no es el que viste, es tan sólo una parte del mío.

-Iremos al instituto de robótica.

Me dirigí al instituto con Belén, en ningún momento dejé de apuntarle con la pistola, al menos, la tenía sobre mis piernas, y apuntaba hacia ella, y mi dedo en el gatillo, no pensé que se me escapara algún tiro del arma, porque soy diestro con ellas. Llegamos al instituto y fui hasta su oficina.
Encendió su computadora y me mostró el código.

Bajé la pistola.
-No te preocupes Belén, no te dispararé.
Se largó a llorar y me abrazó.
-¿Dudabas de mi? ¿Cómo pudiste? Dijo. Al tiempo que golpeaba sus puños contra mi pecho y dejó caer su cabello castaño sobre mi hombro.Nos besamos y nos olvidamos de aquello.

-Debo irme a mi casa Belén, ve a la tuya. Nos vemos mañana.
-Está bien.
Llegue a mi casa, y limpie todas las habitaciones y me tiré a descansar. Había sido una larga noche. Al amanecer, desayuné y fui a comprar el periódico, regresé a mi casa, y me senté en el sofá a leerlo.
Sonó el teléfono, era Belén. Quería verme, en el instituto, pero yo debía hacer ciertas cosas, así que le dije que me disculpe, que otro día.

Dos semanas después.

Llego a mi casa. Suena el teléfono.Era un oficial de policía. Me dijo que vaya hasta la comisaría. Me dirigí a la comisaría. Entré, y el oficial a cargo me dijo que tomara asiento. Aparecieron tres oficiales más y me interrogaron.

Me preguntan, y les digo que esa noche me hallaba en Honolulu, tal vez en otro lugar.Si, les puedo decir que en algún lugar estuve, así como me encuentro aquí en este preciso momento, pero no donde ustedes dicen que estuve, allí no estuve. Así que ahora, si me lo permiten, me iré, tan lejos como pueda, tal vez a Honolulu u otra parte, eso si, recuerden, la noche del 31 de octubre yo estuve en Hawái.

Es lo que les dije. Me dijeron que encontraron dos cuerpos y un pedazo de robot. Ahora pasaré a buscar a Belén, nos olvidaremos de aquel asunto, lo que comenzó como una tranquila noche de Halloween, Belén y yo disfrutaremos de las vacaciones.



Texto agregado el 05-12-2009, y leído por 352 visitantes. (7 votos)


Lectores Opinan
11-01-2010 Bien!. Supiste atrapar al lector. Saludos! **** claudiasparrow
29-12-2009 Bien. +++++saludos antoniana
12-12-2009 Interesante narrativa y excelente argumento, lo disfruté mucho, cada vez escribes mejor. ¡Felicitaciones! ********** sirenadelmar
09-12-2009 Realmente exelente amigo! no llegan las estrellas para calificarte, ni este ni a los otros escritos, tenes una imaginacion q sobrepasa limites, mi felicitaciones y muchos exitos! van 5 imaginario2
06-12-2009 Muy bien lagartaleoparda
 
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