JUEGOS DE PLAYA

Morfeo se fue de su habitación y con su marcha, ella volvió del mundo de los sueños. Cuando lo hizo, ahí estaba su padre, sentado a los pies de su cama con rostro solemne. Acababa su adolescencia y su progenitor la obligaba a casarse contra su voluntad, y esa mañana había sido la elegida para comunicárselo a ella. A pesar de todo, ella salió con sus amigas, como acostumbraba a hacer todas las mañanas, a jugar y hacer coronas de flores con ellas en la playa. Pero aquella mañana ella no estaba feliz.
Correteaba y saltaba por la playa con sus amigas. Con las primeras gotas de sudor que brotaron de su esbelto cuerpo, parecieron desaparecer los problemas de su corazón. Volvía a disfrutar de su juventud, y su hermosa cara emanaba energía y felicidad nuevamente.
Paró sus sandalias cansadas al ver llegar a la playa un rebaño de vacas. Era muy extraño ver vacas por la playa, no había pastos en ella, le dijo a sus amigas. De entre el rebaño se destacó un enorme y hermoso toro que parecía de nieve, con unos grandes músculos y cuyas papadas pendían de los ijares. Tenía unos cuernos pequeños, pero parecían estar esculpidos de gema pura por los dioses. No había amenaza en su frente, ni su mirada era temible, es más, su rostro levaba en sí a la paz.
Ella a pesar de ver que era muy hermoso y no amenazaba con atacar, no se atrevió a tocarle, pero se acercó para verle de cerca, lentamente, en contra del consejo de sus amigas. El toro empezó a retozar en la playa, lo que le hizo mucha gracia a ella. Se acercó sin ningún temor y acarició su lomo. De sus propias manos, le dio flores de una de las coronas que había hecho mientras jugaba con sus amigas, el toro muy manso, las comió y mientras lo hacía parecía besar las manos de su camarera. La lengua del animal la hizo cosquillas y entre risas con sus amigas que estaban alrededor, le colgó en los cuernos la otra corona de flores que había hecho. Empezó a hacer bromas con sus amigas en torno al toro, y se subió a su lomo, juguetona y alegre, despreocupada totalmente. En ese momento recordó lo que le había pasado con su padre antes de ir a la playa, y deseó poder escapar de ese lugar y no tener que casarse con aquel joven al que ni siquiera conocía.
El toro empezó a caminar lentamente, lo que al contrario que a sus amigas a ella no le asustó, si no más bien todo lo contrario. Se sentía realmente segura a lomos del toro, se sentía poderosa pudiendo montar a un animal tan grande. El toro se puso en la misma orilla del mar, y tras lo que pareció ser una extraña mirada desafiante a las amigas de ella, salió a correr mar adentró con la hermosa joven en su lomo, éstas gritaron al ver que el níveo toro, corría sobre las aguas y se llevaba a su amiga. Ella agarrada fuertemente a un cuerno del animal, miraba a la playa con una mirada de despedida, mezcla de nostalgia y excitación.