Para el hombre del campo
que perdió su cosecha
plantó la luna enamorada
en su vientre una huerta.
Tan grande fue ese amor que el cielo quiso
ofrecerlo al mundo como prenda
Y en las noches de plenilunio
desde entonces
hay maíz y arroz y fruta fresca
en los sueños que sueñan
los hambrientos de la Tierra.
Texto agregado el 04-12-2009, y leído por 207
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