Tanto dolor callado terminó por esconderte entre murallas, al fin de cuentas no tenías con quien compartirlo; los miedos eran tuyos, tan tuyos como las piedras que te ocultan. Pero tus ojos delatan la agonía pidiendo a lágrimas ¡algo de paz! llamando a creer… como campanas de una iglesia, ¡yo te creo! y te imploro como un niño ante la cruz que trepes las piedras de tu cárcel, un mundo de luz espera verte vestida de fiesta.
Texto agregado el 03-12-2009, y leído por 123 visitantes. (3 votos)