28 LA CIGUEÑA


En la calurosa tarde de Julio, nuestros apresurados pasos se dirigían a la estación ferroviaria; había que regresar a , donde estudia el Bachillerato, antes de la era autonómica, se licencia en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid; la excursión terminaba con el día. A la espalda el impresionante castillo de la Mota parecía cobijarnos con su sombra.
Durante la jornada habíamos observado los innumera-bles nidos de cigüeñas que poblaban la ciudad; eran enormes y tan cercanos. Ahora sabíamos algo más sobre ellos, gracias a las explicaciones de la guía turística durante aquella visita, en la que una de estas aves descargó sus iras sobre un asombrado visi-tante.
Según avanzábamos el tableteo de la cigüeña nos perse-guía con insistencia. ¿Pero dónde está? Imposible, cada vez más cerca y más invisible. Nada.
La muchacha más ágil que nosotros nos adelantaba; al hacerlo, el traqueteo de su maleta sobre los adoquines nos des-veló el misterio de nuestra inexistente perseguidora: La cigüeña.
Al cruzar las miradas una carcajada espontánea rompió el silencio.