Mis temores más ocultos se dispararon a mil por minuto cuando tuve la certeza de lo que se avecinaba, me resistía a sentir aquel temor pues sabia que no tenían cabida en el desenlace de lo que me esperaba.

Durante las siguientes horas, la ansiedad acompañada de las ganas de conocerte y poder tomarte en mis brazos, hizo menos larga la espera. Tu papi fue el primero en verte y la emoción hizo presa de él, pues no dejo de lagrimear mientras te tomaba tus primeras fotos.

Cuando finalmente te vi y pude tocarte, una extraña alegría me embargo pues tus ojos ávidos de ver el mundo no cesaban de mirar por todos lados, parecías escudriñar cada espacio existente en nuestra habitación.

Tu piel mostraba la delicadeza de tu despertar, la suavidad de la misma me hacia estremecer, pues parecías hecho de seda y no quería cargarte por temor a que resbalaras de mis manos, pronto descubrí que mis manos, mis brazos, me regazo estaban hechas exactamente para eso, para acercarte a mi pecho y no separarte de mi.

Por eso digo que la espera termino, pues al fin estas en casa, descubriendo el mundo y poniendo a prueba las habilidades de tu papá y las mías como mamá.

Bienvenido hijo mío, te aman papá y mamá.

03.11.2009