Los mangos de la universidad van a terminar matando a alguien. Sólo hay que ver desde la distancia que caen, las dimensiones que poseen y la extensa gama y variedad de frutales dispersos por el campus, los mangos caen por doquier sin consideración alguna, a la maldita sea, ignorando si algún desprevenido pasa y no sea que lo destortille o qué sé yo. Yo no quisiera una muerte por un mangazo (si me permiten la introducción del término), prefiero que me mate la policía, muerte que por estos lares tiene una connotación casi heroica y justificada en la exacerbación del discursito preguerrillero que algunos focos de la fracción comunista sostienen. Seria interesante ver como tu nombre es reproducido en las arengas contra la dictadura paramilitar, pancartas, graffitis esparcidos por toda la ciudad, reclamando la impunidad de tu homicidio, suplicando con una voz febril y cuasi apagada, a modo de clamor la condena de tus verdugos. Un mangazo no es un homicidio, es una payasada. El que muera de uno, será el hazmerreír de una generación entera, no hubiesen graffitis en las paredes, arengas en los discursos, frases celebres citadas por un desconocido licenciado en filosofía ante un foro esnobista sobre la modernidad en el Centro Cultural, si mucho serias producto de bromas superfluas, antologías de chistes editadas por una imprenta clandestina, compilados por algún periodista amarillista, totalmente burlado por la prensa fatalista de la región y sobre todo fuente de crónicas que irán a parar a la final de un concurso organizado por la universidad publica, premiado en una universidad privada, a un estudiante extranjero así es la cosa mis queridos amigos. Hablo en serio cuando digo que un día de estos nos va a tocar hacer colecta para el ataúd de una victima del mangazo. Yo ya me he salvado de dos de esos atentados. Caminando hacia la cafetería un mango de tamaño normal reboto en diagonal hacia mí y por poco me da de lleno diríase en el tiesto. Por poco. Los oscuros casi celebran “un liberal menos” pero seguí vivito y coleando, aunque un poco asustado, por qué negarlo. El otro si me dejó perplejo, caminaba cerca de la facultad de pedagogía, cuando un mango de proporciones colosales impacto en el pavimento donde un microsegundo después hubiese estado yo. Se desparramo hacia los lados, su pulpa se adhirió a mis zapatos, las membranas de la fruta quedaron expuestas ante el público presente, quienes no sabiendo como reaccionar, miraban con instintiva suspicacia las ramas del árbol ignorando el hecho de que uno de sus compañeros casi muere. Yo creo que no hay que esperar una muerte, se deberían adelantar informes y estudios por parte de los físicos para indagar la fuerza de caída libre que imprimiría este objeto, la fuerza centrífuga con la que sería disparado, la influencia de la gravedad, los julios del impacto. Que vengan los Myth-buster, y que se ahorren el maniquí para el experimento, que aquí les prestamos a Boris. Lo que ocurrió en mi fue un largo proceso de reflexión
como si toda mi vida desfilara ahí en ese momento cuando observaba el mango apachurrado ante mi. Recordé viejos tiempos de la primaria, los jueguitos, las bromitas, los apoditos y todos los itos y sus queridisimas madres. Claro que también recordé la secundaria y sus no muy agradables pasajes de burlas malintencionadas contra los bobos, los insultos a maestros, la locha, las chicas, las pelis x, y sobretodo me doy cuenta que si muriese no sería mucho lo que le dejo a la humanidad, excepto un cajoncito de escritorio en donde reposan varios cuentos, una novela medio terminada y un monton de critica literaria que alguna editorial de baja monta me publicará postumamente con el permiso de mi señora madre. Qué he hecho. Nadita. Hago una lista de lo que debería hacer antes que un mango me mate un dia de estos (la lista está en orden de prioridad).
1.Destruir el planeta (eso que lo hagan lo mayas).
2.Ganarme el premio Nobel (difícil con lo mal que escribo).
3.Vender un millón de copias (con una letra genérica).
4.Ser presidente de Colombia (y hacer apertura liberal, je).
5.Casarme con Estefanía Lopez (amor de toda la vida, que no me para ni cinco de atención).
6.Patearle el trasero a Boris.

Lógicamente voy a cumplirla de abajo para arriba, a menos que Chavez me preste un sucoy y me voy a bombardear una mina de Carbón marino y adiós capa de ozono y vida fotosintética. Lo primero es patearle las nalgas a Boris, por presumido, por arrogante, por imbécil y por guerrillero si ustedes lo quieren, aunque eso es lo de menos importancia. Cómo hacerlo, bueno, no es tan fácil como se ve, no es solamnete situarsele por detroit y lanzarle la patada Jaki-Chan, sobre todo por que siempre está seguido de un sequito de bobolones de ingenierías que adulan todas sus intervenciones demamogogicas en pro del futuro gobierno obrero-campesino. Ja, el Che debe estar retorciendose en su tumba de ver a este revolucionario tropeleando con una camisa Armani. Eso si, el mansito está en todo, cualesquier tropel, asamblea, dialogo filosófico, moviendo las manos y sosteniendo que Aristoteles es vigente, yo también le digo que lo es, lo apoyo, si nos dedicáramos mas a resolver paradigmas naturales pudiésemos evitar un mangocidio. Nos va tocar venir a todos con cascos, estar pendientes mirando pa todo lado por si los mangos nos atacan por diferentes flancos. Lo digo en serio, los mangos hasta nazis son: van a abrir dos frentes. Hablando de nazis, Boris es un ejemplo a seguir del skinhead promedio, su casi perfecta ira desmedida en contra de la burguesía caleña no tiene limites, por el fuera bombardeaba todo Palmetto y su alrededores. Yo me siento en la obligación de librar a la tierra de semejante adefesio, o por lo menos de patearlo y que le duela la nie (N-I-E) y que se arrepienta de sus fechorías (que no son muchas). Podrán notar que mi fobia fascista no es que se extienda a todos los marxistas de la universidad (eso quisiera) por ahora solo tengo tiempo de odiar a Boris. Lo detesto por la incoherencia en su discurso, las tergiversaciones que plantea históricamente, las confusiones que pasan por Piaget y se acrecientan en Kant y un poco en Hegel, y ni hablar de la kinesis que profesa ante los auditorios, diríase, reuniones informales, paupérrimos adelantos de un reino utópico que ni Freud, termina diciendo algo erróneo sobre el estado de derecho y culmina saboteando quién sabe cómo a Habermas. El boicoteo que persigue este individuo es tal, que ensaya su práctica tira-piedra contra un árbol de mangos. Como lo oyen, se le ve feliz dándole y dándole al pobre mangal. Así, hasta que me organice (y me cambie de carrera por cierto) voy a desistir de patear a Boris, claro que voy a estar cruzando los dedos por que un mango o un policía lo mate, me da igual.
Y los mangos, me rehúso a comerlos, a las invitaciones para ir a bajarlos, cuando los veo me siento participe de las pesquisas forenses, maldita sea, todos son culpables de intento de homicidio. También creo que son los mismo mangos defendiéndose, por muchos años les ha tocado aguantarse que los estudiantes en época de cosecha, tal cuales atarvanes se empeñen en desflorarlos a punta de piedras, palos y lo que este a la mano. Debería resurgir algún colectivo (el Campus Sostenible no sirve para nada) que se encargara de proteger a los mangos, a ver si se calman y dejan de propiciar sus atentados. Mangos terroristas, mínimo son de la FARC. Yo creó que el comandante del frente urbano fue el que sembró el mango cerca al instituto de psicología, ese es el más terrorista de todos, sus frutos caen por todos lado, es mejor evitar pasar por ese camino empedrado que solo conlleva a una muerte segura, de por Dios que sí. Un liberal menos. Un liberal menos, es la consigna que nunca podrán expresar, ni Boris, ni los mangos, a fin de cuentas está en las posibilidades que un mango termine matando a un capucho. Pienso detenidamente en eso. Lo que hago es pararme de donde estoy, escojo un vasito de la trastienda, lo lleno de agua y voy hacia el árbol de mangos de la facultad. Lo rocío con un poco de agua. Ven, ahora doy apoyo a terroristas, en esto aparezco en la lista del FBI.