“Una gota más, un instante,
un segundo más de tu boca,
aferrada a mi cuello, adicta,
un segundo más y en la cripta
frio y seco, como una roca,
yacerá mi cuerpo menguante.”
“Una gota más”, me suplica,
con sus labios rojos, mojados.
“Una gota más”, y con fuerza
hunde en mi piel blanca y tersa
sus colmillos afilados.
Sacude, se unta, me salpica.
De pronto descansa, se recuesta,
se limpia la boca y suspira.
La veo tan bella y saciada,
tan buena, tan débil, cansada.
“¿Una gota más, oh vampira?”
“Solo una más”, me contesta. |