No somos iguales, nunca lo hemos sido, aunque la mayoría diga lo contrario.
Tenemos cada uno una locura que nos diferencia del resto, sí, pero tu locura no es la misma que la mía.
Compartimos el amor por la naturaleza, el dolor de alguna que otra ausencia, el hábito de leer, pero no me llevo bien con tus elegidos y vos tampoco lo hacés con los míos.
Soy amiga de la soledad, vos sos feliz entre la gente.
Tus extremos chocan con mis medias tintas lo mismo que tu experiencia con mis ganas de probar.
Ambos luchamos contra la injusticia pero a vos te gusta vivir el teatro, actuarlo, mientras que yo opto por observar desde afuera, sabés que soy de las que pasan desapercibidas, o al menos eso intento.
Me mostraste la dignidad con el ejemplo, aprendí. A cambio te mostré la libertad, no sé si aprendiste. Soy demasiado “anarco” para vos; no lo suficiente para mí.
No le das valor a los objetos, para vos el regalo está sólo en la acción de dar; por mi parte ato personas y cosas, no puedo regalar algo que me han dado.
Por eso acaso lo tuyo es de todos y lo mío es de algunos.
Me gustan las calesitas, los toboganes, las hamacas... Vos preferís el balero, el trompo, el yo-yo.
Odiás las fechas conmemorativas, los velorios, las ceremonias de cualquier tipo; a mí me tienen sin cuidado.
Temés a la muerte y esquivás todo lo que tenga que ver con ella. También me asusta, pero la enfrento y hasta, algunas veces, le gano.
Te persiguen las voces de los ausentes, yo, en cambio, las persigo a ellas.
Olvidaste los barriletes, los bandoneones de papel, la magia de la infancia, mientras que, cada día, mi empeño lo revive todo.
Por donde voy te conocen, por donde vas me desconocen.
Tu visión de la vida es algo utópica, la mía es más bien triste. Vos tenés colores, yo suelo ser gris.
Reís a carcajadas estruendosas y desafiás en un mano a mano a Dios o al Diablo. En mi cara sólo se dibujan sonrisas y me resultan indiferentes esos dos.
Tenés infinidad de héroes virtuosos, yo sólo te tengo a vos y aun así veo tus defectos.
Pensás que la vida se termina con la muerte, para mí no hay más muerte que el olvido.
Por las noches me leés, yo te pienso por las tardes.
Tenemos los mismos ojos, pero no las mismas miradas: la tuya va al frente, la mía hace malabares hacia atrás.
No somos iguales papá, aunque de vez en cuando te imito, para que nadie lo note.
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