Fría es la mano que arrastra, estira y tensa la cuerda,
que por anudar mi alma a esta hora me despierta.
Campanas sonaron un día muy dentro de mi conciencia,
campanas que me decían que María estaba muerta.
¿Se fue o me la arrebataron? ¿Gimió o les abrió la puerta?
¿Quiso vivir ese día? ¿O siempre vivió estando muerta?
Esta mano que me estira, tensando firme la cuerda,
es María que me llama, reclamando mi presencia.
Voy mi amor, tú ni lo dudes, la navaja ya está abierta,
que yo subiré a buscarte más pronto de lo que piensas,
pues la soga que nos une y que con tanta saña me aprieta,
nació del amor que te tuve y de la rabia que me sustenta.
Espérame ahí un ratito, dulce amante prisionera,
con tu vestido de novia y tu mirada de reina.
YA VOY, MIS OJOS SE CIERRAN,
YA VOY, YA SIGO LA SENDA,
YA VOY RECOGIENDO LA CUERDA
QUE HE PRENDIDO A TU MUÑECA.
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